Lunes de la Primera Semana de Cuaresma, feria

• Lv 19, 1-2.11-18: Juzga con justicia a tu conciudadano.
• Sal 18: Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
• Mt 25, 31-46: Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis humildes hermanos, Conmigo lo hicisteis.

Reflexión: ¡Qué sabio es Dios al mandarnos amar al prójimo como a uno mismo! Sí: el mecanismo de la autodefensa y de la “auto indulgencia” nos funcionan a la perfección, y por eso Dios ha decidido “utilizar” en nosotros ese mecanismo inevitable proyectándolo hacia los hermanos.

Esa capacidad innata del ser humano de justificarse y disculparse a uno mismo, hay que sacarla de ese círculo de “ego” y orientarla hacia el prójimo. La gracia de Dios es poderosa y puede cambiar la disculpa sistemática de los propios errores en “el amor disculpa sin límites” de San Pablo a los Corintios.

La Gracia de Dios puede transformar el egoísmo en caridad, la autorreferencialidad natural en salir al encuentro del hermano, tomando como referencia y punto de partida el Corazón de Cristo. Es un buen hándicap para esta Cuaresma convertirnos en esto: cambiar nuestra perspectiva y salir de nuestro “ego” (egoísmo) al “alter” (al hermano”).

El hermano es Jesús vivo y Jesús que demanda mi entrega y mi amor. Es absolutamente imprescindible convertir nuestros ojos y nuestro corazón al hermano para salvarnos. Si no hay amor verdadero y tangible al hermano, no hay pruebas de que nuestro amor a Dios sea verdadero. La única prueba que tenemos nos la dice Jesús en este evangelio: “Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis humildes hermanos, Conmigo lo hicisteis.”

Oración: Señor Jesús, enséñame a amar a los demás con la misma condescendencia e indulgencia que me amo a mí mismo. No permitas que mi corazón se achique y se vuelva raquítico. Haz mi corazón semejante al Tuyo. Amén.