Acabamos de empezar un año y me preocupa especialmente que este tiempo que Dios me regala sea de verdad para El, para su Querer… Decimos con frecuencia, a modo de muletilla, «que sea lo que Dios quiera» y la pena es que sea solamente una muletilla, que no sea verdad, que no lo digamos de corazón.

¿Cuándo acabaremos de entender que la OBLIGACION MORAL PRIMERA DE TODO BAUTIZADO es secundar SIEMPRE y en todas las criaturas la Voluntad de Dios? ¿Cuándo nos vamos a enterar?

¡Qué tremendo es cuando me encuentro personas que me dicen claramente que conocen la Voluntad de Dios, pero que no quieren, que no están dispuestas…! Y me encuentro más de las que quisiera… Esa actitud me parece tan grave, tan tremenda… No sé si calibramos la responsabilidad moral que implica oponerse a la Voluntad de Dios. Por lo pronto vamos de frente contra el primer mandamiento de la Ley de Dios, a Quien dejamos de amar sobre todas las cosas, pues nos amamos más a nosotros mismos, a nuestras ideas y a nuestros criterios… Eso para empezar; y ya a partir de ahí… es imposible que las cosas vayan bien.

Y lo más tremendo es que este no secundar la Voluntad de Dios y ponerle mil obstáculos lo he visto muy frecuentemente entre cristianos muy comprometidos, entre religiosos y sacerdotes… y si a mí me duele y me entristece… ¿qué sentimientos producirá todo esto en el Corazón del Señor? ¿Cómo le dolerá a El? Desgraciadamente podrá repetir: «este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi?» Y es que tristemente es verdad: nuestro corazón está lejos de El si no amamos su Voluntad, si no amamos su Querer. Si confiáramos en El y entendiéramos que su Voluntad es Amor…

¿Con qué derecho rezamos «hágase tu Voluntad en la tierra como en el Cielo»? Somos unos mentirosos, porque lo decimos con la boca pequeña, porque sólo queremos que se haga nuestra voluntad y que Dios se amolde a nuestros planes… A ver si nos convencemos de una vez por todas de que pedirle que se haga su Voluntad en la tierra y en el cielo, es rogarle la felicidad de todos, la alegría perfecta.

Pidamos para todos que el nuevo año que está comenzando sea tiempo de Dios y para Dios. Que seamos capaces de anteponer a todo el Querer y los planes del Corazón de Jesús.

En el Carmelo Samaritano soñamos para este Año Nuevo con una humanidad nueva y enamorada de la Voluntad de Dios, en que la única prioridad sea secundar «lo que Dios quiera». Que cada bautizado busque con sinceridad para sí -ante todo y por encima de todo- la Voluntad de Dios. Y de igual manera lo haga con cada hermano que se cruce en su vida, con cada criatura que roza su existencia.

Que su discurso sea siempre: «¿cual es el plan de Dios para tí? ¡Pongámonos manos a la obra!» Ayer comprendí que sólo así seremos constructores de paz, que todos los demás medios para conseguir la paz son mentira y totalmente ineficaces: sólo lograremos paz verdadera y estable en la Voluntad de Dios.

Luchando por realizar la Voluntad de Dios en cada criatura seremos felices y estaremos en vía de santidad: la vocación de cada ser creado es una meta a conseguir. Para ser santa no sólo he de luchar por vivir mi propia vocación al 100%, sino también es una OBLIGACION MORAL DE PRIMER ORDEN que yo luche y apoye con todo mi ser la vocación de cada bautizado. Esto significa ayudar en positivo, empujando hacia adelante, facilitando, sosteniendo, animando, respetando… y alegrarme de verdad y dar gracias a Dios al ver que ese hermano o hermana en la fe este respondiendo a su vocación.

Ojalá que de verdad, de verdad de la buena, este año 2018 sea «lo que Dios quiera».