Templos de Dios Vivo (IV)

Entre los templos vivos hay templos elegidos, templos de su predilección. Templos desde los que las oraciones, las ofrendas, los sacrificios y las alabanzas que se elevan a Dios, resuenan con más fuerza; porque son los templos en que el Corazón de Jesús descansa, se deleita y se complace.balancemagazine-05-2.3.001-bigpicture_05_10.jpg

¡Estos templos somos nosotros! Y tenemos que ser muy conscientes de ello y vivirlo con mucha sencillez y mucha humildad, porque es un don. Somos unas chozas pequeñas y pobres que Él ha  convertido -por pura gracia y por su amor- en un templo bellísimo y esplendoroso, sólido, resplandeciente. Pero no soy yo… ¡es Él!, es su gracia la que me embellece, la que me dignifica, la que me hace un edificio grande, bellísimo, lleno de luz y de belleza, porque yo, por mi misma, no soy más que las cuatro pajas que forman una choza. Pero por un misterio de predilección insondable, Él se ha enamorado de esas pajas, de esa choza, ha venido vivir en ella y la ha transformado en un templo bellísimo.

Esto, que tantas veces he pensado y tan dentro de mi corazón llevo, tan dentro, tan dentro, que no lo digo nunca, enlaza perfectamente con la imagen que la Santa Madre utiliza de un castillo. Ella habla de un castillo, de una fortaleza, bellísima, hermosísima, de muy claro cristal, donde mora el rey. Al fin, es una imagen similar: mi alma es una fortaleza, un castillo o un templo bellísimo… donde mora el Rey, donde el Corazón de Cristo tiene sus deleites; en el alma que Él mismo embellece, porque, por sí mismas, nuestras almas no son bellas. Es la gracia de Dios que las embellece.

Y ojalá aprendamos a mirar el alma cómo la mira Dios. ¿Sabéis cómo la mira Dios? ¡Desde dentro! ¡Él vive dentro, mora dentro! Y su perspectiva es diferente. El Padre Cantalamessa utiliza una imagen bellísima, a propósito de las vidrieras y es perfectamente aplicable a lo que estoy diciendo. Si entramos en una de esas bellísimas catedrales góticas -que tienen unas vidrieras maravillosas- y contemplamos desde dentro de la catedral la vidriera, quedamos extasiados ante su belleza, ante semejante espectáculo de luz, de color, de trasparencia, de brillo. Y nos parece la cosa más impresionante y más bonita. Viéndola desde dentro, se disfruta y se goza de la belleza de esa vidriera.

Pero esa misma vidriera, si la contemplamos desde  la calle, desde el exterior del templo, es horrorosa. Primero no se sabe si es una vidriera o qué cosa es. Desde fuera es un conjunto negro de hierro, 23975012plomos… algo que parecen ser cristales pero… desde fuera, se ven de un gris oscuro, todos iguales, no se aprecian colores, ni apenas formas, sólo un montón de hierros y tiras de plomo que parecen enmarañados y sin orden ni concierto… Así se aprecia un vidriera desde fuera.

Sin embargo, si un minuto después entras dentro de la catedral y la contemplas desde dentro, es cuando te admiras de la verdad de esa vidriera. ¿Por qué? Porque está creada para ser contemplada desde dentro del templo, no desde fuera. Si la contemplamos desde fuera, no vamos a percibir su belleza, sino lo fea que parece, lo externo que nos desagrada, que… no tiene coherencia ni sentido, ni mucho menos belleza. Y, si la juzgamos desde fuera, nos vamos a equivocar totalmente.

Hay que entrar dentro, juzgarla desde dentro, porque solo desde dentro, la veremos cómo la ve Dios. Hay que entrar dentro de cada persona, dentro de cada templo y tratar de contemplar esa alma como la contempla Dios. Pero somos muy torpes y estamos muy acostumbrados a mirar desde fuera, a no ahondar, en definitiva no mirar con los Ojos de Dios. Y enseguida, dictaminamos: “¡Qué feo!… ¡No me gusta!… ¡qué cosa más espantosa!…” y nos quedamos tan convencidos…

¡Hay que entrar dentro, dentro de cada templo de puntillas, con cuidado, con muchísimo respeto, porque es la morada de Dios, está consagrado por Dios, elegido por Dios. Y desde dentro, con los Ojos de Dios, con el Corazón de Dios, contemplar ese templo para disfrutar y asombrarnos de toda su belleza.

Eso tenemos que hacerlo siempre, con todos los templos del Espíritu Santo, con todos los bautizados y también con los no-bautizados, porque aunque no haya 929fa35b8935e1146eec61786d95ea4arecibido la gracia de ser hijos de Dios, tienen un alma creada a su imagen y semejanza. Tenemos que hacerlo siempre con todos, pero… con los templos elegidos y consagrados, con los templos expiatorios, con los propiciatorios, que son nuestras hermanos bautizados, tenemos que mirar todavía con más cuidado. Porque si Dios ha engalanado cada templo, estos templos elegidos, que Él ha elegido para morada de su Nombre, nos ha embellecido con su Presencia de una manera especialísima.

No nos podemos permitir el lujo –pero, más que lujo, es necedad- de  mirarlos desde fuera y decir que son feos: “A mí no me gusta. ¡Es feo!” ¿Cómo te atreves a decir que no te gusta lo que a Él le deleita, lo que Él se ha escogido, lo que Él ama, de lo que Él está prendado, cautivado, enamorado? ¡Qué ligeros somos a veces cuando emitimos ciertos juicios! Intenta entrar dentro de ese templo que es tu hermano, de puntillas, con suma reverencia, porque está el Señor  y admírate de su belleza interior! Trata de mirarlo como lo mira Él. Y, si desde el exterior no ves esta belleza, no dudes que la tiene. El que tú no la veas no significa que no la tenga; por lo pronto está Él, que es la Belleza Infinita, la Hermosura Infinita…

2 comentarios en “Templos de Dios Vivo (IV)

  1. Es una reflexion preciosa. Es maravilloso pensar q para Dios somos tan importantes, tan queridos. Tenemos q esforzarnos mucho mas para mirar nuestro interior y el de los demas de esa forma. Con cuidado, con paciencia y con mucho amor. Gracias Madre Olga Maria.

  2. ¡El vive dentro,mora dentro! Si nos diéramos cuenta de esto cada vez cada vez que hablamos de alguien, mejor nos iría. Porque encima que pillamos un rebote ,después de ponerle etiquetas a la gente,¿Cómo dejamos al Huésped que habita en esas personas? Si de verdad Le queremos y nos duelen sus padecimientos, tendremos que empezar por mirar con Sus Ojos.Un abrazo.❤❤

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