Servir siempre y en todo tiempo
Otra cosa es que las obreras, a lo largo de su vida, realizan distintas tareas según la edad. Eso también es importante porque aquí todo el mundo quiere hacer de todo… ¡pues no! En cada momento hay que hacer lo que hay que hacer y las abejas hasta en eso nos dan ejemplo. Hasta los veintiún días, están en el Noviciado. ¡Claro, es que viven tres meses! Una abeja obrera vive tres meses normalmente. Están recogidas porque el ciclo de vida de una abeja obrera es de aproximadamente tres meses. Entonces de esos tres meses, los veintiún días primeros no salen de la colmena, se llaman obreras de interior y realizan diferentes funciones.
Las hay limpiadoras (se encargan de mantener limpios los panales de cera y toda la colmena). Después hay otras que no necesitan explicación, que se llaman nodrizas, porque estas comienzan a desarrollar unas glándulas que tienen y se llaman hipofaríngeas, que son las que producen la jalea real. Entonces, en esos veintiún días, ya empiezan a desarrollar esas glándulas. Y ¿qué les pasa a estas abejas? Que no son madres físicamente –porque ellas no ponen huevos- pero tienen que alimentar a sus hermanas y si no las alimentan, mueren, porque la reina –que es la que pone los huevos- no puede alimentarlas. Luego, la necesidad de unas y otras…
Esos huevos que ellas no han puesto, hay que alimentarlos. Ellas les dan un alimento exquisito que sólo ellas pueden producir. Tampoco, nadie más, ni la reina ni los zánganos producen ese alimento: que es la jalea real. Esa jalea real sirve para alimentar a los huevos los tres primeros días y a la reina toda su vida. O sea, si a la reina no la alimentan las obreras, se muere; tienen que alimentarla las obreras. Y el alimento exquisito y único que alimenta a la reina y a los huevos los tres primeros días lo producen solamente ellas, nadie más.
A mí eso me ha impresionado mucho, porque hay algo que solamente las vírgenes, las consagradas, pueden dar al Cuerpo Místico: que es el alimento exquisito de su amor y de su entrega al Señor, que nutre todo el Cuerpo, sin el cual el Cuerpo estaría muerto. Cuando decimos que las contemplativas somos el Corazón de la Iglesia, es porque estamos sosteniendo a la Iglesia desde lo que no se ve, pero en lo que es vital; porque si el corazón de un cuerpo se para todo el cuerpo muere, ¿no? Y las abejas obreras, al alimentar a la reina, de alguna manera están siendo el corazón de la colmena, porque si no alimentan a la reina, que es la que pone los huevos, la colmena se acabaría. Luego ellas y solo ellas lo pueden hacer. Y es muy bonito pensar que solamente producen ese alimento exquisito quienes permanecen vírgenes, quienes entregan todo su ser al servicio. El resto de los miembros de la colmena no.
Bueno, hemos visto que hay limpiadoras y hay nodrizas. También hay cereras. Que son las obreras que ya son un poco más viejitas -deben de tener unos días más, no sé exactamente cuántos- entonces esas, además de producir jalea real, se les desarrollan otras glándulas que son las glándulas cereras, que son las glándulas que tienen en el abdomen por la parte de atrás y que producen la cera. Y con esa cera se construye a la colmena, que es básicamente de cera. De suerte que si les derrite el chiringuito, se les cae todo.
Entonces la celdas están construidas con cera; o sea, donde nacen, donde crecen, hasta… se construye con la cera. Y la cera virgen es la que ellas producen y es justamente esa cera, la misma que construye la colmena, la que construye la Iglesia, los cimientos que cimentan a la Iglesia, es la que después construye el cirio que representa a Cristo.
Alimentando la colmena con el fruto de las propias entrañas
El Cuerpo Místico de Cristo sabemos que es la Iglesia. Bueno, pues la cera de las contemplativas construye la Iglesia, que es el panal que, siendo de cera contiene la miel. La miel es fruto del néctar asimilado por la abeja en sus entrañas y ese es el alimento espiritual. Construimos la celda y la llenamos de miel. La celda la construimos con cera virgen –son los cimientos de la Iglesia, la estructura, el edificio- y luego llenamos ese edificio de sustancia ¿no?, del alimento espiritual para todo el pueblo de Dios, que es la miel.
Y la miel, el proceso de la miel –después de eso nadie va a querer volver a comer miel…- Yo, como no me gusta nunca, no he tenido ese trauma; pero a las que les encanta la miel… no sé yo si después de eso van a querer comer miel. Resulta que la miel… sabéis que las abejas vuelan, van de flor en flor, liban, chupan néctar y se lo tragan. Esto lo llevan a la colmena, en la colmena se almacena en un determinado sitio, los zánganos le dan aire al néctar para que se vaya evaporando el agua, porque tiene mucha agua. Y ese néctar lo vuelven a tragar por su boca las obreras y tienen un “aparatito” que se llama buche melífero, donde tienen el néctar, y ahí lo están… -no sé cuánto tiempo, el tiempo no lo sé- dale que te pego, dale que te pego… hasta que se evapora todo, se convierte en miel y después lo expulsan por la boca. Así se hace la miel. Ya dije yo que después de eso nadie va a querer comer miel nadie…
Ese proceso, que da lugar a una cosa súper nutritiva, porque la miel es muy nutritiva, la miel es muy alimenticia, tiene cantidad de proteínas, cantidad de minerales, cantidad de vitaminas y además es… exquisita. La miel es miel, o sea, cuando oímos hablar de algo exquisito, hablamos de miel: “los cielos destilan miel…” Pues no: no la destilan los cielos, la destilan las abejas, pero bueno… La miel es siempre algo como que muy exquisito, ¿no? Bueno pues que sepáis que esa miel, que solamente ellas pueden producir -porque tampoco químicamente se ha conseguido producir miel- la produce la abeja en sus entrañas y después la da. O sea: ese néctar lo tiene, lo asimila, lo guarda en sus entrañas y lo devuelve convertido en algo exquisito.
Y eso es –yo por lo menos lo veo así, sí, yo lo entiendo así- es… pues nuestra vida. Nosotras vamos libando de la Palabra de Dios principalmente, de la Liturgia, lo vamos guardando en nuestro interior, lo convertimos en miel y lo entregamos en un alimento exquisito para nutrir a la Iglesia.
La miel es el alimento vivo con el que se nutren las larvas después del tercer día: los tres primeros días se les nutre con jalea real y, a partir del tercer día, todo “quisqui” -menos la reina- en la colmena come miel; miel y a veces algo de polen, pero principalmente el alimento de toda la colmena es la miel. Estas son las cereras.
Después hay otras abejas que se llaman almacenadoras, esas son las que todo lo ordenan…[1] las que están todo el día ordenando la colmena ¿no?, que hay de todo… Almacenadoras son las que reciben le alimento de las pecoreadoras –que ahora os cuento quienes son- y lo colocan en los panales. O sea, el alimento… por un lado, el néctar lo ordenan en un sitio; y la miel en otro. El néctar lo traen las que están por ahí –las externas- que son las pecoreadoras, que son las que salen, van a libar y vuelven con el néctar. Pero luego la miel la generan en el buche melífero, las que salen y las que no salen, porque cuando llegan a casa sueltan el botín. Y las almacenadoras son las que reparten, las que lo guardan, lo almacenan y lo reparten, lo distribuyen.
Y luego hay otras que se llaman guardianas -son las terceras[2]– las guardianas, que se llaman así porque cuidan la piquera; la piquera es la entrada de la colmena, la puerta. Entonces están ahí colocadas en la piquera para que no entren abejas de otras colmenas, ni otros insectos. ¿Por qué? Porque bueno -luego os lo digo, porque si lo adelanto no tiene gracia- cada colmena tiene su propio olor inconfundible. Entonces la abeja sabe adónde tiene que ir por su olor, ¿no? ¡Es increíble! Las que salen a la piquera, son las guardianas y están atentas a que no se cuelen nadie que no se tenga que colar.
Y luego hay otras que son las ventiladoras.[3] Las abejas ventiladoras son las que generan una corriente de aire con dos fines: uno, mantener la temperatura de la colmena, porque si la cera se ablanda se les cae todo ¡es que se les cae la casa literalmente! Entonces, sobre todo en los meses de verano, hay que mantener una temperatura a base de esa corriente de aire para que no se derrita la cera y no se les caiga el invento; porque si se les cae el invento, se mueren todas las larvas que están dentro de los panales y la comida se pierde, que la tienen también ahí guardada, ¿no? Entonces mantienen una temperatura. Y la otra finalidad de la corriente de aire es ir deshidratando el néctar, porque el néctar tiene una gran cantidad de agua y entonces hay que conseguir que el agua se evapore, para que luego sea más fácil conseguir la miel.
El néctar es lo que os lo he dicho antes: es el ingrediente principal de la miel, es el alimento que luego se guarda en el panal, la miel. El néctar como tal es líquido y no se puede guardar: hay que convertirlo en miel primero, para que alimente y para que se guarde.
Con esta corriente de aire, las ventiladoras preparan el néctar para que sea transformado en alimento, como os lo he dicho antes. Sería -sobre todo- la Palabra de Dios, la liturgia… se convierten en gracia para toda la colmena, ¿no?, en miel para toda la colmena.
Siempre al servicio de la colmena: la vida entera para servir
A los veintiún días ya salen del noviciado. A los veintiún días ya se consideran abejas adultas de verdad. Y después de veintiún días, ya dejan de producir cera, ya no pueden producir cera. Se les atrofian esas glándulas cereras y entonces, como ya no pueden producir cera, se van de la colmena a hacer otra serie de cosas que se hacen fuera de la colmena, pero siempre al servicio de la colmena. Se llaman, a partir de entonces, obreras de exterior y las denominan pecoreadoras, que son las que salen fuera. Y realizan… esas tienen otras funciones distintas: recolectar néctar, recolectar polen, recolectar propóleo… y acarrear agua. Esas cuatro cosas hacen cuando ya dejan de producir cera. Pero es muy bonito porque todo en la vida de la obrera es al servicio de la colmena, primero de una manera y después de otra. En cada momento lo suyo, pero siempre sirviendo a la colmena.
Y hay que decir -y esto también es muy interesante y aplicado a nosotras- es que esta secuencia que os estoy diciendo de limpiadoras, nodrizas, limpiadoras, cereras, almacenadoras, guardianas y ventiladoras es la secuencia normal en la vida de una obrera. Y después ya recolectar néctar, recolectar polen, recolectar propóleo y acarrear agua. Eso es lo que hace normalmente una obrera normal en toda su vida, pero no todas las obreras hacen todas las cosas.
Hay pecoreadoras que están en el exterior, que no han tenido que vivir lo anterior por su naturaleza, por su ciclo o porque nunca han producido cera; otras maduran prematuramente y, antes de los veintiún días, dejan de producir cera y ya tienen que salir al exterior; y otras tardan muchísimo en madurar y no hay manera de que salgan al exterior… la vida misma. Entonces no hay que enfadarse: porque una cosa es el ciclo normal y otra cosa es que cada uno tiene su ritmo, hasta las abejas, ¿vale?[4]
Una característica muy importante de las obreras es que son la única casta de la colmena que posee en su abdomen los cuatro pares de glándulas cereras, son las únicas que pueden de verdad dar cuerpo a la colmena y preparar las celdas en las que viven todas las abejas.
El buen olor de Cristo y su Evangelio
Después en su abdomen también tienen unas glándulas encargadas de producir el olor característico de la colmena. Las obreras son las que dan carácter a la colmena y las que la identifican. Y ahí la reina conoce su colmena por ellas -porque la reina sí que sale, de vez en cuando se da una vuelta y los zánganos también- y saben a qué colmena tienen que volver por el olor que generan las obreras.
Porque cuando muchas… evidentemente solamente salen de la colmena cuando el tiempo lo permite: si caen chuzos de punta, no salen; si hace un viento tremendo, tampoco salen, porque las lleva, ¿no? Entonces el día que salen las obreras a libar, las que tienen que salir, las pecoreadoras, a recolectar néctar, propóleo, polen… ese día es cuando las guardianas se ponen en la piquera. Y dicen los apicultores que es muy curioso, porque para que sepan que tienen que volver, se colocan en la puerta y se sabe perfectamente, porque tienen el abdomen curvado y levantado, que están exhalando ese olor para que sus hermanas sepan que tienen que volver ¿no? Es como una llamada. Entonces el buen olor que ellas dan, el olor característico de su casa, de su hogar, hace que las obreras puedan volver. Si no se perderían o acabarían… y si intentan entrar en una colmena que no es la suya, inmediatamente van a ser rechazadas, repelidas… Porque no: “esta no es tu casa” Y las echan, las expulsan, no pueden entrar en una que no sea la propia. Y ese buen olor es el que -de alguna manera- tiene que llamar a los hombres… pues eso: a que ingresen, a que entren en la Iglesia, a que se incorporen a Cristo y esa es una responsabilidad nuestra: emitir ese buen olor de Cristo, del Evangelio, de su Amor, para que resulte atractivo y atraer hacia la colmena a todos los que están alejados.
Todo el cuerpo y la vida de la obrera entregados por la colmena
Después tienen… -es que son pequeñas pero están llenas de glándulas- efectivamente las otras glándulas que se llaman hipofaríngeas, que están presentes en la parte superior delantera de la cabeza y en el tórax, con las que producen la jalea real. Producen por otro lado la miel, la cera y luego la jalea real.
La jalea real -además últimamente está de moda en los herbolarios- no sé si sirve de algo o no, pero no hacen más decir “no sé qué… con jalea real”, no sé si sirve de algo, pero dicen que es especialmente nutritivo, que aumenta las defensas naturales… No sé, la reina debe estar hecha un Hércules, porque es lo único que come desde que nace… Entonces con esa jalea real alimentan a la reina, hacen fértil a la reina, hacen que pueda poner huevos y alimentan los huevos los tres primeros días. O sea, las larvas, los tres primeros días después de salir del huevo, se alimentan con jalea real.
Esa jalea real es la que determina que la reina sea reina. ¿Por qué? Los tres primeros días la larva se alimenta con jalea real y a partir de ahí ya con miel, pero si queremos que una de esas abejas sea reina –a veces los apicultores lo hacen así, porque les interesa tenerla- hacen que esa determinada abeja siga siendo alimentada con jalea real siempre. Y entonces el desarrollo ya es diferente y se convierte en una abeja fértil. La jalea real es la que hace que la reina sea fértil y las obreras, como dejan de tomar jalea real al tercer día, solamente miel, pues son obreras. O sea, la diferencia es esa, pero en principio son hembras y es la alimentación lo que determina que una sea reina y las otras no lo sean.
En las abejas obreras, al no poder poner huevos, lo que tienen es el ovopositor (el órgano fisiológico con el que la reina pone huevos) atrofiado y eso es lo que da lugar al aguijón. El aguijón de la abeja. ¿Por qué la reina no pica? Porque no tiene aguijón, porque pone huevos. Entonces ese aguijón es parte de las entrañas de la obrera y nunca –esto es muy importante- lo utiliza en defensa propia. Solamente utiliza el aguijón para defender a la colmena y, cuando lo hace, muere automáticamente, porque tiene forma como de arcón y donde lo clava, se queda clavado y al irse parte de sus entrañas se quedan ahí, la abeja se muere poquito después.
Entonces si lo pensamos despacio eso es muy bonito, porque la abeja da la vida o bien sirviendo o bien para defender a la colmena, pero nunca se defiende a sí misma, ni se sirve a sí misma: siempre vive para la colmena o, muere, en este caso, para la colmena. Y cuando defiende la colmena, no la defiende de cualquier manera y ni de una manera agresiva y gratuíta, sino que la defiende entregando la vida y eso tiene un simbolismo -por lo menos para mí- precioso.
Después, ya os he contado antes la lucha de la miel, así que no lo vuelvo a contar. Pero lo mismo que Jesucristo, que es lo que decía el pregón este, sale de la boca del Padre, es la Palabra, y el Padre la pronuncia, la miel es el alimento que damos a la Iglesia, sale de nuestra boca, lo mismo que Jesucristo sale de la boca del Padre, de las Entrañas del Padre, la miel sale de las entrañas de la abeja. El alimento espiritual sale de las entrañas de la abeja que, en laboriosidad y en silencio, ha ido dando lugar a esa miel; si no, no la puede dar, ¿no?
La miel es el alimento espiritual asimilado en las entrañas, libamos el néctar de la Palabra, de la liturgia, de los sacramentos, de las prácticas espirituales, de las buenas obras… y en nuestro interior se transforman en un alimento espiritual que nos cambia y que damos a luz al mundo, que entregamos al mundo. Son las buenas obras, la santidad de vida y ese es el alimento exquisito que brota de nuestro interior para la Iglesia, para la colmena.
La jalea real -que también producen las obreras- podría ser la gracia, que hace que “provoquemos” a Dios para que derrame en la Iglesia, provocamos a Dios que derrame gracia especial para alimentar a la reina, que es la Iglesia, y de manera especial a la Iglesia jerárquica; y también para alimentar a las larvas que son el pueblo de Dios, el pueblo real, son los que se alimentan de jalea real.
Y luego… las patas de las obreras también son especiales. Tienen tres pares de patas como la mayoría de los insectos y en un par de patas, las patas traseras, hay una adaptación especial que se llama cestilla o corbícula; o sea, en cada pata un cesto. ¡Imaginaos de qué tamaño será el cesto a razón del tamaño de una abeja! Bueno pues todo es muy pequeñito pero… Pues ahí, es donde la abeja -que se sirve de unos peines que tienen las otras patas- raspa y guarda los granos de polen en esas cestillas y se los lleva a la colmena. O sea, carga las patas, con unos peinecillos y se lleva el polen a la colmena.
La comunicación entre las obreras -entendamos bien eso, ¿eh?- y las que están fuera de la colmena, se lleva a cabo mediante un comportamiento que se llama “danza de la abeja”. ¡Todo el mundo quieto, ¿eh?! Aquí todo el mundo bailando, haciendo la danza de la abeja… ¡No! ¡No! Mediante este baile, las pecoreadoras que encuentran una fuente de alimento se la comunican al resto: comunican con este baile la dirección, la distancia de la fuente con respecto a la colmena a que pertenecen. Se lo dicen a las de su colmena, no a las de la colmena de al lado. Buscan a las de su colmena, a las que huelen igual que ella, se lo comunica y si hay ahí un montón de flores estupendas para libar pues van allá todas. Cuando una lo encuentra, lo comunica al resto.
Sin alforja ni provisiones para el camino…
Y hay que destacar una cosa que es muy, muy… Es que hay muchas cosas en las abejas que son… Cuando ellas emprenden un viaje desde su colmena hasta la fuente donde está el néctar que quieren libar, ellas cargan alimento proporcional a la distancia que tienen que recorrer, pero justo el alimento que necesitan para llegar, porque no pueden ocupar el sitio de los cestillos donde tienen que traer el néctar que liben. Entonces llevan lo justo, para aligerar la carga y poder regresar a la colmena con aquello que lo van a buscar. Entonces ya el justo para el camino. ¡Lo justo! De suerte que si por un agente externo o simplemente… una de las cosas hace que se mueran las abejas es el viento, porque si es una corriente de aire fuerte que las desvía de su destino y ya no llegan… y como no llevan alimento más que lo justo para llegar ahí… mueren, porque no tienen autonomía suficiente para estar más tiempo, entonces… a no ser que encuentren alimento por algún sitio –cosa poco probable- se mueren, no puede regresar a la colmena y fuera de la colmena, la abeja no puede vivir, se muere.
Y eso es muy bonito porque significa –yo por lo menos lo entiendo así- que sin el alimento que nos da la Iglesia morimos, ¡fuera de la iglesia no podemos vivir! Si algo o cualquier agente externo nos aleja, nos desvía de la Iglesia, nos vamos a morir. O sea, no hay vida fuera de ahí, porque la Iglesia es que nos da el alimento para vivir, ¿no? Y esto de las obreras, ya no tengo más.
[1] Risas significativas de las hermanas…
[2] Alusión a uno de los Oficios del Carmelo tradicional: las terceras. Estas son las hermanas que tratan con el exterior cuando es preciso: obreros y cualquier persona ajena al monasterio que tiene que entrar en la clausura para algún servicio.
[3] Más risas y comentarios jocosos de las hermanas J
[4] Otra vez risas de las hermanas… J J J
Bellísima reflexion , sobre las a ejitas. Gracias Madre Olga.
Dios le ha dado un Don tan grande para desglosar las semejanzas y enseñanzas que me deja muy enriquecida, para ser mejor ser humano.
Te quiero un montón
Siempre te sigo por las redes.
Ora mucho por mi hijita Marcela Córdoba, esta de Novicia en la Comunidad Hijas del Amor del Niño Jesús de Praga en Colombia.
Soy Silvia Barajas y estoy en Miami, trabajando en Limpieza de aptos.
Ahora no se que pasará con lo de este virus.
Hasta Pronto.❤❤❤
¡ALABADO SEA JESUCRISTO! Madre Olga María: gracias por dar su tiempo. Aprender día a día algo nuevo. Maravilloso el tema de las abejas y habrá que cuidar las. Madre nuestra, que su testimonio de Cristo resucitado, lo recibimos con mucha Alegría,., hija de Santa Teresa, predilecta del Carmelo. Me repito muy a menudo el Señor es mi fortaleza, mi amor verdadero e incondicionales. Gracias Madre nuestra por ésta cuaresma tan especial, diferente, sus reflexiones. ¡Aleluya,Aleluya. Resucitó y está con nosotros. Siga adelante Madrecita . Reciba mi gratitud por todo lo que nos da. Le quiero mucho. Desde San Felipe, Chile.