Reflexiones sobre las abejas I (catequesis pascual)

He estado dando vueltas sobre qué hablar hoy, sábado santo por la mañana, que nos sirva para vivir y gozar la Gran Vigilia de esta noche y hay un tema que es muy peculiar, que es el de las abejas.

Y resulta que yo… las abejas… pues son estos bichitos que vuelan por ahí… tampoco tenía mucho más conocimiento de ellas, aunque siempre he tenido curiosidad por ellas, porque Santa Teresa, Nuestra Madre, dice que el monasterio es como una colmena, y dice que las monjas son como abejas: la laboriosidad de las monjas y tal… Entonces ya, en ese sentido, las tenía simpatía porque, cuando ella pone esa comparación… la Santa siempre pone compasiones muy certeras ¿no?

Pero no tenía yo especial cariño a las abejas hasta que hace unos años, vino un sacerdote de Madrid, Manu González, que nos estuvo dando unas charlas de liturgia que fueron una preciosidad. Y muy de refilón -pero muy de refilón, porque él se centró en los Prefacios de Cuaresma- pero muy de refilón, dijo algo del cirio pascual y también de las abejas y de la cera de las abejas.

160411_vx7pi_lc-abeille-fleur_sn635Entonces… pues yo me fui quedando cada vez más enganchada a las abejas. Entonces yo he ido queriendo averiguar cosas de las abejas y, últimamente… pues he hecho una gran amistad con las abejas. Y de las cosas que he aprendido de ellas… pues la cantidad de aplicaciones espirituales que tienen es… ¡impresionante! porque en realidad tú te das cuenta… Bueno: primero que –naturalmente- es una maravilla cómo Dios ha creado esos animales, y cómo ha distribuido, y cómo ha dispuesto, su modo de vivir. Pero luego, además, la aplicación que tienen con respeto al Cuerpo Místico y, en concreto, a nosotras es… ¡! ¡!  Para mí ha sido todo un descubrimiento.

Entonces yo pensaba… Digo: “pero claro, tengo aquí en el cuaderno un apartado que pone “Reflexiones sobre las abejas” y tengo un montón de páginas y… pues queda como raro. No es sobre el Espíritu Santo, ni sobre nada muy «espiritual»… ¡No! “Reflexiones sobre las abejas”. Entonces bueno… lo comparto

Tiene mucho que ver con la Pascua porque esta noche, si Dios quiere, celebraremos la Gran Vigilia de la Pascua. Y la Gran Vigilia de la Pascua, sabemos que tiene una primera parte que es el Lucernario, la Liturgia de la Luz, donde el protagonista es el Cirio Pascual, que representa a Cristo. No a Cristo de cualquier manera, sino a Cristo Resucitado, porque a Cristo en la Liturgia se le representa de muchas maneras y con muchos símbolos –el altar, por ejemplo, representa a Cristo; los crucifijos, la cruz… son símbolos- pero el Cirio Pascual representa a Cristo, a Cristo Resucitado. Por eso lo tenemos toda la Pascua, toda la cincuentena pascual, en el presbiterio en un lugar… y se le inciensa… pues como a todo lo que representa a Cristo, como el altar también. Después, ya concluida la Pascua, ocupa un lugar menos preeminente; pero en la Pascua se le honra y se le adorna y se le da un lugar de honor y se centra mucho la atención en él por eso, porque representa al Señor Resucitado.

Y una de las cosas que dice el Pregón Pascual, nuestro Pregón, es que habla de cantar las excelencias del Cirio, ¿no? Dice: “este Cirio hecho con la cera de las abejas”. Y luego, buscando, dice: cirio-pascual-cera-de-abeja-cristo-resucitado-8x120cm“Sabemos ya lo que anuncia esa columna de fuego –el Cirio representa la columna de fuego que caminó delante del pueblo y es Cristo Resucitado- ardiendo en llama viva para gloria de Dios. Y aunque que distribuye su luz, no mengua al repartirla, porque se alimenta de esta cera fundida que elaboró la abeja fecunda para hacer esta lámpara preciosa”.

Por eso es una aberración litúrgica reutilizar cirios del año anterior, porque el Cirio de cada Vigilia tiene que ser nuevo, tiene que ser virgen, tiene que estar sin usar… y hay que bendecirlo y tiene que ser nuevo cada año. Que hay sitios donde se reutilizan los cirios y eso es, litúrgicamente, un desastre. ¡Es una aberración litúrgica! y todavía lo más gordo es que, para no tener problemas con el candelero y que no se ensucie, utilizan cirios de parafina líquida. Con lo cual, eso ya es… litúrgicamente hablando, el desastre más grande. No sé… es como tomar café con leche con agua y azúcar sin café. ¡Pues eso! Es una cosa sin sentido: el Cirio es el Cirio y todas las demás sustituciones… pues son un error, porque le quitan su simbolismo y su belleza.

Y además buscando, buscando… todo esto de la cera y la abeja virgen, que es quien da lugar al Cirio, porque el Cirio –como os acabo de decir- tiene que ser nuevo, sin estrenar, impoluto, porque representa a Cristo Resucitado que vence la muerte y es todo nuevo: Cristo Resucitado hace nuevas todas las cosas. Luego el Cirio tiene que ser nuevo y virgen y hecho de cera virgen. La cera de las abejas, si está sin adulterar, sin mezclar con ninguna cosa, sabéis que se llama cera virgen, ¿no? ¿Por qué? Pues porque la abeja, que es la que produce la cera, es un animal virgen siempre. La abeja obrera -que es la que produce la cera- no procrea nunca, es virgen siempre y da lugar a la cera con la cual se forma el Cirio que representa el Cuerpo de Cristo Resucitado.

Entonces ese simbolismo es precioso y a mí eso… como que me enganchó mucho y entonces empecé a buscar más sobre la abeja virgen que produce la cera y buscando, buscando… esto es como cuando se tira de un hilo: y empiezas a tirar del ovillo y no te puedes imaginar lo que sale de ahí.

Entonces lo primero que descubrí buscando la cera y las abejas del Pregón Pascual, que yo no lo sabía, porque… bueno pues que yo, toda mi vida he oído el Exultet en la Vigilia de Pascua. Pues resulta que descubrí que hay más pregones pascuales además del nuestro. Lo que pasa es que en la Iglesia Latina utilizamos el Exultet. El “Exulten por fin los coros de los ángeles…”, el que vamos a cantar esta noche, que lo compuso el galo este que os conté de la Galia en el siglo IV y del que nos habla después San Ambrosio; hace referencia a él San Ambrosio.

Pues hay otros pregones pascuales y en esos pregones pascuales también hablan de la cera y de las abejas. Prácticamente en todos lo que he visto, yo me he quedado con uno que es de la Iglesia Griega, que éste sabemos quién lo escribió. Se llama así: “la alabanza del cirio cantada por un diácono en el antiguo sacramentario de la Iglesia Griega, el Gelasiano Vetus.” Es un sacramentario donde, entre otras cosas, está el Pregón ese, y lo más bonito es que dice el Pregón: “Te ofrecemos humildemente a Tu Majestad este Cirio que no ha sido mancillado por la grasa corporal, ni contaminado por el ungüento profano, ni ha estado en contacto con el fuego sacrílego. Ha sido elaborado con cera, con aceite y con papiro.” Más adelante dice: “La luz de la llama, por medio de ella, el poder de la Divinidad se hizo patente a Moisés –Moisés se encontró con Dios en una llama que ardía, ¿no?, en una zarza que no se consumía- fue ella la que con su luz salutífera, mostró el camino al pueblo que salía de la tierra de la esclavitud”.

Y dice: “Al admirar el origen de la sustancia de este cirio, hemos de alabar también su origen en la abejas. Las abejas son frugales en el alimento que toman y castísimas en cuanto a su procreación; construyen sus celdas, que edifican con cera, sin que el arte magistral de la destreza humana las pueda igualar. Tocan con sus pies selectas flores, sin que estas sufran daño alguno; dan a luz sin parto, de la boca de las abejas sale la prole concebida que lleva el enjambre, según el admirable modelo de Cristo que procede de la boca del Padre. Aun sin parto es fecunda su virginidad, virginidad que también el Señor quiso seguir”.

Este es otro abejas-colmenamodelo de pregón, pero en todos los pregones salen las abejas, ¿no? Entonces yo me he dedicado a perseguir a las abejas; no a perseguirlas físicamente, pero sí a querer saber más de ellas. Y me he sorprendido muchísimo, porque efectivamente las abejas y las colmenas, representan como con mucha elocuencia, con mucha claridad, lo que es la Iglesia, el misterio de la Iglesia.

Sabéis que hay tres clases de abejas y si no lo sabéis, pues os enteráis: la abeja reina, las abejas obreras y los zánganos.

Los zánganos no es que sean vagos, sino que, a los vagos, les llaman zánganos por ellos, que es distinto. Pero no es que los zánganos sean vagos, sino que a los vagos se les llama así en virtud de esas abejas, ¿vale? O sea, no es porque los zánganos sean vagos sino que los pobres… -lo siento, Padre- son del género masculino y no… los pobres como que no sirven para mucho, ¿vale? Y bueno…

Pues las abejas que más o menos hacen una colmena, son las obreras, reina hay una por enjambre, por colmena; zánganos, hay varios; pero las más numerosas son las obreras.

 

Vírgenes fecundas y serviciales

Las obreras son abejas hembras, pero son abejas infértiles, o sea, nunca en su vida procrean. Lo único que hacen, como su nombre indica, es trabajar, servir, viven al servicio de la colmena. Son más pequeñas que la reina (la reina es más grande, hasta materialmente, físicamente es más grande, ocupa más que ellas) y de suerte que nunca las he visto, porque nunca he visto una colmena muy de cerca y lo tengo chungo, pero… como Dios es providente, a lo mejor, el día menos pensado, me encuentro yo viendo colmenas, porque es así… Hay cosas que pensé que nunca me iban a pasar y luego me han pasado, entonces yo no sé lo que Él puede hacer. Lo que dicen los que cuidan de las abejas, que son los apicultores, es que a la reina se le distingue porque es bastante más grande que el resto: se la ve perfectamente y es más grande, abulta más.

Las abejas obreras permanecen vírgenes siempre por una razón muy sencilla, una razón fisiológica: ellas desde que nacen, nacen no capacitadas para procrear sino simplemente para trabajar y viven para el servicio de la colmena. Con lo cual para mí ha sido muy revelador porque a nosotras… bueno muchas veces, a las que estamos consagradas, se critica nuestra vida, se critica nuestra renuncia a muchas cosas, se critica nuestra opción por la castidad, por la virginidad, como algo absurdo, inútil, una pérdida, un desperdicio… y todos estos calificativos, ¿no?

Nosotras efectivamente no procreamos físicamente, hemos hecho una opción, porque hemos decidido vivir, porque se nos ha llamado a eso: al servicio de la colmena que es la Iglesia. Y para poder servir mejor a la Iglesia, la castidad desde siempre, la castidad y la virginidad han sido algo que libera la persona para poder servir. Y de hecho, es el género de vida que Jesús escogió para sí. Jesús permaneció virgen, permaneció solo para poder ser de todos. El celibato sacerdotal tiene ese sentido: es para poder servir libremente. Si tú tienes una familia a la que atender, no quiere decir que no sirvas al resto, pero tu prioridad tiene que ser esa familia, como es lógico y normal. Entonces es hacer una opción más radical por el servicio a la Iglesia, por el servicio al Reino. Y en ese aspecto, las abejas son imagen de nuestra vida.

Desde la puesta… es que me da miedo que os resulte un rollo, pero a mí me ha parecido tan precioso que no sé… voy leyendo primero…  Es que mis apuntes han consistido en que, lo que yo he leído de las abejas objetivamente, lo he copiado primero y después he hecho la interpretación, la aplicación, claro. Entonces es que me da miedo que os resulte un “paquete”. Yo leo, ¿no? Es que a mí me resulta tan emocionante y tan apasionante, que me miráis con cara de… como diciendo: “esta, ¿qué nos acabará contando hoy?” Pero bueno…

 

Nace en una celda…

Desde la puesta del huevo fecundado, una abeja obrera tarda dos días en nacer. ¡Sí! Los huevos permanecen durante tres días en los panalitos. ¿Habéis visto los panalitos estos hexagonales? En cada panal la reina deposita un huevo. Y entonces, “casualmente”, los apicultores, a esos “hexagonitos” les llaman celdas, les denominan celdas: la abeja nace en una celda. Con lo cual, o sea… como que todo iba… Entonces la reina deposita un huevo en cada celda y después de tres días, el huevo eclosiona y surge una larva ápoda y ciega: sin patas y ciega -no ve nada- que será alimentada con jalea real durante tres días consecutivos. O sea, permanece ahí tres días la larva que ni ve, ni se entera, ni nada y la están alimentando las obreras con jalea real.LV_20130403_LV_VIDA_D_54370882499-992x558@LaVanguardia-Web

A partir del tercer día, esas larvas se alimentan ya con una mezcla de polen y miel, que es lo que se denomina pan de abeja, durante otros tres días más. Y luego ya se le sella la celda, se sella del todo: la rellenan las obreras con una mezcla de miel, de la cual la larva se está alimentando todos esos días y queda totalmente sellada, es como un sepulcro, o sea, queda ahí enterrada la larva y ahí surge una metamorfosis. Y cuando nace la abeja -de la larva ya nace la abeja- es blanca, peluda, pequeña, torpe e inofensiva. O sea, una maravilla, vamos… un prodigio, ¿no?

Y bueno pues de esa abeja que acaba de nacer que es pequeña, blanca -porque las abejas que nosotros hemos visto no son blancas, luego van tomando color- peluda, torpe, inofensiva, en fin… nos la ponen hecha una “birria” la pobre… Bueno pues de esa pobreza y de esa indigencia, después va a salir la cera que va a dar lugar al cirio. Y eso, si lo pensáis despacio, es una meditación. O sea, de la indigencia, de la pobreza, la que no vale… al final va a ser quien genere esa cera virgen que va a dar lugar al cirio que representa Cristo.

Y de alguna manera, yo creo que es nuestra imagen, porque esa pequeñez, esa invalidez, esa incapacidad, esa impotencia… pues… ¡somos nosotras! Y al final, ese animalillo recién nacido, inhábil, es el único capaz en toda la creación, no hay otro capaz de producir esa cera; es insustituible: ningún otro animal puede producir esa cera virgen. Es una sustancia única que generan las abejas y no se puede producir químicamente. Han hecho imitaciones, las parafinas y todas estas historias, pero la cera virgen solamente la puede producir ese animalillo que nace de esa manera. Y para mí… a mí por lo menos… meditarlo me ha hecho pensar muchas cosas, pues porque de lo pobre Dios hace cosas asombrosas, únicas, maravillosas. De esa indigencia va a salir la cera que va a formar el cirio.

Representado en la liturgia con símbolos humildes

El cirio, ya os lo he dicho, repito, es Cristo Resucitado. Primero pan, después cera de abejas… son signos humildes que Dios ha escogido para dar forma a Cristo en la liturgia. Todos los símbolos que están en la liturgia representando a Cristo, ninguno es oro, plata o algo precioso sino agua, pan, vino, cera… o sea, elementos de la naturaleza y muy humildes y son de los que el Señor se sirve para ser representado en la liturgia. Lo cual también para nosotras tiene que ser significativo porque, a veces, soñamos cosas grandiosas, espectaculares, despampanantes… y Dios se manifiesta a través de las cosas más simples, de las cosas más sencillas. Aún en los misterios, porque en la liturgia son verdaderos misterios, incluso el hecho de la Eucaristía, el hecho de ser pan… Bajo la apariencia de pan y ahí no es un símbolo, ahí es una realidad. Porque el agua, la cera, sos-polinizadores-bee-abejas-abejorros-flores (15)son símbolos… pero en la Eucaristía no es símbolo, es realidad. Y sí: el Señor se sirve de cosas humildes y por eso -yo lo pienso muchas veces- se sirve de nosotras, porque se sirve de cosas sencillas, no espectaculares ni despampanantes.

 

El Cirio: fruto de la unión de la colmena

Decíamos que el cirio es Cristo y la cera, muchísima cera que… imaginaos qué cantidad de cera puede producir una obrera. A tenor del tamaño de la abeja, calculad la cera que sale, cantidades ínfimas, ¿no? Bueno pues… reuniendo la cera de muchas abejas –porque una abeja sola tampoco podría, ellas trabajan siempre juntas, siempre en comunidad, una abeja sola no puede vivir, ni dar ningún fruto, tiene que ser todas juntas- juntando la cera de todas las abejas, de muchísimas abejas, damos lugar al cirio. Calculad el tamaño del cirio, el tamaño de una abeja… ¡¡la de abejas y la cantidad de cera que hacen falta para dar lugar a un cirio!! O sea, hace falta el trabajo y la entrega de muchas abejas para dar lugar al Cirio que representa a Cristo Resucitado.

Para hacer nosotras presente al mundo -en el mundo- a Cristo Resucitado es necesaria la cera de cada una. O sea, la entrega, las obras, la vida… de cada una, que sería la cera. Y juntando la entrega de todas, uniendo la entrega de todas, podríamos dar lugar al Cirio que representa al Señor Resucitado, pero una sola nunca podría. Por eso, intentar vivir la vida cada una por su cuenta, aislarse de la comunidad, centrarse una en sí misma… eso nunca puede dar lugar a Cristo Resucitado, eso no va a dar lugar nunca a la vida, eso nunca va a ser fecundo, siempre va a ser estéril. Porque el quedarse uno solo, el buscar el aislamiento, buscar la soledad, no engendra a Cristo, no da lugar a Cristo, más bien, da lugar al egoísmo. No voy a decir que siempre sea egoísta, pero es más próximo al egoísmo que a la entrega. Entonces en eso hay que tener cuidado.

Hay personas que no valoramos -a lo mejor en momentos dados- la comunidad, y yo os lo he dicho muchas veces y lo digo: sin la comunidad no somos nada. Porque la comunidad es el Cuerpo Místico aquí, en concreto. ¡El Cuerpo de Místico de Cristo es la Iglesia! ¡Bien, perfecto! Pero mi pequeña Iglesia doméstica es mi comunidad, es el Cuerpo Místico de Cristo aquí, en concreto. Entonces yo, sin la comunidad, no sirvo de nada: no voy a dar fruto, no puedo hacer nada. Por bien que haga las cosas, por muchas cosas meritorias que pueda hacer, si no vivo en comunión con la comunidad… no, no. O sea: no das fruto verdadero, no das nunca a Cristo Resucitado, no engendras vida. Yo sola, por mí misma, no puedo engendrar vida, tiene que ser en la comunidad, con la comunidad.

Esto hay que entenderlo bien porque hay gente que entiende que la comunidad y la fraternidad es estar todo el día como las carracas, sin parar de hablar y haciendo bulla. ¡No! La comunión es mucho más íntima. Habrá momentos en que se exprese en la bulla, en lo exterior, pero la comunión es que yo soy consciente de formar parte de esa comunidad, me siento parte de la comunidad. Hablo de la comunidad religiosa pero, por supuesto, de la comunidad cristiana, ¿no? -las que no sois monjas- o de vuestras respectivas comunidades, vuestras respectivas familias. Y en comunidad se da fruto. El cristiano nuca está llamado a dar fruto solo. ¡Nunca! De hecho, Jesús lo dice: “Yo soy la vid y vosotros sois mis sarmientos”. 450_1000Solamente podemos dar fruto y brotar desde Él, y todos juntos. De hecho, Él ha querido que vivamos nuestra fe y nuestro seguimiento a Él en el seno de una comunidad inmensa que es la Iglesia.

Y a mí esto me ha hecho pensar mucho: la cera de una no sirve para nada, es como una gota en el océano. Tiene que ser la cera de todas la que da lugar al cirio y así podremos hacer a Cristo Resucitado visible, tangible, hoy y ahora.

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