TEXTO: Lc 7, 18-23
Juan fue informado de todo esto por sus discípulos y, llamando a dos de ellos, los envió a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?». Cuando se presentaron ante él, le dijeron: Juan el Bautista nos envía a preguntarte: “¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?” En esa ocasión, Jesús curó mucha gente de sus enfermedades, de sus dolencias y de los malos espíritus, y devolvió la vista a muchos ciegos. Entonces respondió a los enviados: «Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan, la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquel para quien Yo no sea motivo de tropiezo!».
REFLEXION:
¿Cuál es esa Buena Noticia anunciada a los pobres? Que somos amados, que Dios nos ama con Corazón de Hombre. En el momento actual la gran noticia que el mundo quiere escuchar es que somos amados. He tenido la experiencia de personas que se han acercado a mí tristes, desorientadas, vacías… sin encontrar sentido a su vida… Con la mejor intención he querido acercarlas a Dios y les he anunciado la salvación: les he dicho que estamos salvados, que tenemos esperanza de una felicidad sin fín porque Jesús nos ha redimido y nos ha abierto una puerta que estaba cerrada a cal y canto por nuestro pecado, que El nos ha redimido, que nos ha abierto la puerta de la felicidad eterna “pagando nuestra deuda” y dándonos la posibilidad de ser hijos de Dios… y la verdad… me han mirado con cara extraña, desde un cierto escepticismo, y se han encogido de hombros como diciendo: “ya… ¿y qué? A mí eso… ¿qué más me da? ¿qué me aporta? En este momento doloroso de mi vida cambia algo?” Y se van igual de tristes y decepcionados.
Esta escena, repetida varias veces, me hizo pensar y reflexionar bastante: si la Buena Noticia de la salvación no les saca de su tristeza y no les hace reaccionar… ¿qué puedo decirles que tenga más fuerza que eso? ¿Hay alguna noticia mejor que la Salvación? En un momento dado descubrí que no hay una noticia mejor, pero sí un matiz de esa Buena Nueva que es urgentísimo anunciar hoy, que complementa, ilumina y llena de sentido la Buena Noticia de la salvación: que somos amados.
Cuando les decía a esas personas que ante el anuncio de la salvación permanecían impasibles, que eran amadas… inmediatamente prestaban atención a mis palabras. De la indiferencia pasaban a demostrar interés y a escucharme atentamente. En sus miradas se leía la avidez, el ansia, el interés… por “eso” nuevo que estaba contándoles. La gran noticia, la Buena Noticia, es que ¡¡somos amados!! Somos amados por Dios en Cristo Jesús. Somos amados por un Dios que tiene Corazón. Nunca olvidemos esto: ¡¡Dios nos ama!! ¡¡Dios nos ama y tiene Corazón!! ¡¡Dios nos ama con un Corazón de Hombre en Jesucristo!! El Corazón de Jesucristo es la Buena Noticia.
“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación”. Y, en un intento de obedecer a ese mandato del Señor, un mandato gozoso, un mandato que casi no es mandato, que más bien es una necesidad por nuestra parte, la necesidad de contagiarlo, de contarlo, de comunicarlo. Por eso, ese mandato del Señor es de los más gozosos y fáciles de cumplir. Sin escatimar ningún esfuerzo por llegar a todo lugar: que no quede un solo rincón en el orbe donde no sea anunciada la Buena Noticia de que somos amados. La mayor alegría que podemos proporcionar a este Corazón que tanto nos ama, es anunciar al mundo entero, sin miedo, sin límites, sin vergüenza, sin respetos humanos, que somos amados. ¡Ése es el verdadero Evangelio, el único Evangelio! El resumen de toda la Escritura y de toda la Palabra de Dios es ese grito jubiloso: “¡Hermanos, somos amados por Dios en Jesucristo con un Corazón de Hombre!” ¡Ésa es la gran noticia, la buenísima noticia, la única noticia importante: que somos amados por Él con un Corazón de Hombre, con un Corazón vivo y resucitado que va a latir eternamente por mí, por todos!
Cada uno puede decir: “Señor, yo sé que tu Corazón ahora mismo late por mí, solo por mí, para mí. Aunque no hubiera nadie más en el universo, yo sé que para Ti soy importante, yo sé que para Ti soy insustituible, yo sé que para Ti soy única. Con amor eterno me has amado, me amas y me amarás. Tu Corazón late por mí y, desde toda la eternidad, has deseado este momento y deseas que yo vaya al mundo entero y anuncie con mi palabra, pero sobre todo con mi vida y con el testimonio de mi voz y de mi alegría, que soy amada por Ti.
Jesús, si estoy convencida de que Tú me amas, de que tu Corazón late por mí ¿qué me importa todo lo demás? ¿Qué más da? Lo único importante en todo el universo en este instante eres Tú y mi presente, mi persona delante de Ti ahora. Todo lo demás no importa. Señor, Tú y yo aquí ahora. Lo más importante del universo es tu Amor por mí aquí, ahora, en este instante único e irrepetible. Me estás amando con toda tu capacidad de amar, que es infinita. Eres un Amor Infinito, un amor puro, en un acto continuo, en un amarme continuamente a mí ahora… Amor Omnipotente que me ama a mí, Amor inmortal, Amor eterno. Dios con un Corazón de hombre amándome apasionadamente a mí ahora y… ¡es verdad! No es una ilusión, no son palabras bonitas… ¡es real!
Señor, entonces… ¿por qué soy tan tonta? ¿Por qué todavía tengo miedo? ¿Por qué todavía me cuesta fiarme de Ti? ¿Por qué todavía dudo? ¿Por qué todavía, a veces la tristeza me abate? ¿Por qué no sonrío siempre? ¿Por qué no brinco de gozo, si teniéndote a Ti lo tengo todo?”
ORACION:
Señor: Dame fuerza, impulso, fe y alegría para gritar al mundo entero que somos amados. Esa es la verdadera Buena Noticia que siento la urgencia de anunciar: que Tú nos amas con un Corazón de verdad humano y, por lo tanto, desbordante de humanidad, de cariño, de compasión y de ternura. Amén.
¡ Alabado sea Jesucristo! ………si somos amados por El, y con un corazón humano; le encontramos en la vida diaria. Saludos Madte Olga Maria.
Gracias por recordarnos lo que deberíamos tener más que presente, si no somos capaces de entender esto, nada de lo demás tiene sentido, ni religión, ni sacramentos, ni siquiera la vida misma (al menos para mí) lo tendria.
Hay que hacer hincapié en lo primero, en lo más obvio y principal, antes de intentar avanzar en cualquier otro ámbito. Gracias de nuevo.
Gracias M. Olga!!🔥♥️