Hemos visto que sería un error tremendo empeñarnos en destrozar los obstáculos. Los obstáculos no vamos a poder destrozarlos, no vamos a poder quitarlos. Es inútil. Por mucho que nos empeñemos, no vamos a poder nunca. Entonces, ¿qué hay que hacer? Lo que os he dicho. Primero ser conscientes de ello, asumirlos, y lo siguiente, el niño -daos cuenta en que estamos en camino de infancia en que el modelo a seguir siempre es el niño, las dificultades del niño- cuando tiene una dificultad, siempre hace lo mismo.
¿Qué hacer? No se empeña en quitar los obstáculos. No puede, y él sabe que no puede. El niño llama a su padre. Pide la ayuda de su padre. Y precisamente Teresita -esto también es muy importante porque se ha deformado mucho- de la infancia no quiere tomar el lado bonito, el lado divertido, las monerías… No. Ella ahonda en esto de la infancia espiritual, y lo que busca en el niño -esto es muy importante-, lo que pretende en el niño, ante todo, es imitar su condición, su estado. No las cosas que hace, cosas puntuales, sino la condición del niño, el estado del niño.
Porque Jesús en el Evangelio no dice: “si no hacéis lo que hacen los niños…” Jesús no dice eso. Jesús dice: “Si no os volvéis como niños…” No se trata de hacer lo que hacen los niños. No basta con imitar ciertas cosas de los niños. Hay que hacerse niño.
Hacerse niño significa adoptar una condición de vida. Un modo de vida. Un estado. Y ahí nos quiere llevar ella. No a cosas concretas puntuales, sino a un modo de vivir, a un modo de concebir la vida, a un modo de pensar, de sentir, de actuar, que vienen de una actitud interior.
Y de esa actitud del niño, de esa condición del niño, hay un aspecto concreto que le interesa particularmente. Y es el estado de radical dependencia. El niño es un ser dependiente siempre y en todo. El niño es el que no tiene nada y el que recibe siempre. El niño depende de sus padres para todo. Por sí mismo no podría sobrevivir. Un niño solo está condenado a la muerte: ni puede alimentarse, ni puede asearse, ni casi moverse y expresarse… El niño depende de sus padres para todo. Hay que hacerse absolutamente dependientes de Dios.
Va a la raíz. Por eso ella habla de una conversión radical, porque lo contrario de nuestra naturaleza es justo eso. Queremos ser independientes, autónomos, capaces. ¿Cuántas veces lo oyes?
El niño mientras es bebé… bien, pero en cuanto puede: “Yo solito”. En cuanto aprende a andar lo primero que quiere hacer es soltarse de su madre y caminar solo. En cuanto tiene cierta edad quiere ir solo, hacer las cosas por sí mismo, como que necesita autoafirmarse. ¿Por qué? Porque nuestra naturaleza humana nos lleva a eso. El instinto primero es: yo soy; y yo hago por mí mismo. Y lo que Teresita quiere que aceptemos de la infancia es esta actitud de absoluta dependencia de Dios. La necesidad en que se encuentra el niño de lograr fuerza y protección de otro a quien le debe la vida. Ser dependientes de Dios en todo, conscientes de que le debemos la vida.
Estando así, viviendo así, desde esta perspectiva, importa muy poco que el alma caiga siempre oprimida por el peso de sus fatigas, de sus miserias. ¿Por qué importa poco? Porque cuando tú vives dependiente de Otro que puede, la perfección es fácil, es accesible. Lo único que hay que hacer es no dejarse abatir y no replegarse en uno mismo.
Si queremos vivir el abandono, el alma se prohíbe permanecer al nivel de las dificultades que encuentra. El movimiento consiste precisamente en desprenderse de lo de aquí, de lo terreno, para volvernos hacia Dios. En lugar de obstinarnos en luchar contra la tentación o querer triunfar sobre ella, con nuestras propias fuerzas, el alma se eleva inmediatamente hacia su Padre.
Se Jesús ayudarme a teneras fe y también a mi familia y a creer que contigo todo es posible.
El sáb, 30 de junio de 2018 01:10 AM, Grita al mundo escribió:
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