Descubriendo la propia pobreza

Teresa quiere convencer a sus hermanas de que Dios pone un precio infinito a sus respuestas, aún en las cosas más pequeñas, y esto durante el duro período en que se descubren incapaces de amar. Cuando dudan de su pobre amor tan reticente y tan débil, y cuando dudan que este amor tan pobre y tan débil pueda agradar a Quien ellas aman.

La noche, la prueba, en que experimentan su impotencia, son el tiempo más favorable para amar. Es preciso aprovecharse de ese momento como verdaderos avaros.

Es que Teresita riza el rizo. Cuando uno está en una noche en que no sabe si sube o baja, va o viene, si ama o no ama, si cree o no cree… y contesta: “Pues mira, que no: que no estoy yo para coplas de transformar todo en amor”. Teresita nos responde: “No, ahora es cuando necesitas más transformarlo en amor, cuando menos sientes el amor, cuando más dudas de ti misma y de tu propia capacidad de amar… ahora es cuando más actos de amor tienes que hacer. Cuanto tú te descubres de verdad incapaz de amar, es cuando estás empezando amar.”Avila-Gredos-a

Cuando estás convencida de que eres una chica estupenda, lo haces todo fenomenal, lo tienes todo controlado, eres supermadura, superinteligente, con los criterios muy claros… ¡Ay, madre… el batacazo que te vas a dar! Porque todo eso es mentira.

La única verdad es que eres pobre, absolutamente pobre y dependiente de Dios para todo. Y en el punto y hora en que te convences de eso, pero no de boquilla, sino que de verdad tienes clara conciencia de tu pobreza, es cuando empiezas a crecer espiritualmente. Mientras estés convencida de que puedes algo por ti misma estás viviendo una mentira, porque Jesús lo dice: “Sin mí nada podéis”. Y segundo, que ese trono donde estás… hay que derribarlo. Y no te preocupes: que Dios, que te quiere mucho, lo derribará de una manera u otra. Porque precisamente, porque te quiere mucho, no te quiere dejar en la soberbia y en la falsedad de que tú te creas algo o alguien importante

Pero partimos de la base de que, cuando Teresita nos dice esto, estamos en ese punto en que hemos comprendido ya que no podemos nada. Ella se dirige a aquellos que estamos ya convencidos de que no podemos nada. Los que no han llegado a ese punto, tranquilos, que antes o después llegarán. Y… ¡pobre de ellos como no lleguen!

Cuando ya Teresita nos ve así, desinflados y alicaídos, porque la tentación más grande es la del desaliento: “si es que esto no da más de sí… si es que por más que lo intento vuelvo a caer siempre en lo mismo… si ya me conozco, si ya lo sé…” Lo que hace es animarnos. No se queda ahí compadeciéndonos, son que nos zarandea y nos pone firmes. Teresita anima a crecer y a fortificarnos en el amor: “Pues sí, no vales para nada. Pero una cosa está clara y es que vales para amar.”

El talento que todos tenemos y ocultamos

Porque si no valiéramos, si no pudiéramos amar, Jesús no me hubiera impuesto un precepto. Y cuando es preceptivo, es porque sabe que lo podemos hacer. Dios no pide imposibles. El inútil más inútil del mundo mundial, la persona más tonta del mundo mundial, puede amar, porque es la vocación universal de todo cristiano.

Todos podemos amar. Ese es el talento que Dios nos ha dado para todos y el gran problema es que los cristianos lo tenemos enterrado y en buen recaudo. Sin estrenar. Y Teresita lo que hace es espolearnos más y decir: “esto podemos y esto tienes que hacer”.

Es exigente. IMG-20180412-WA0061.jpgAnte la que se lamenta, exige y anima a fortificarse y a hacer fructificar ese talento. No soporta a la gente que se lamenta y se autocompadece: eso es perder tiempo. La única respuesta de Teresita es que hay que espabilar y hay que amar. Eso lo puede hacer el tonto más tonto del mundo mundial. Y el inútil más inútil del planeta también. Y a eso estamos llamados todos. Y a esto nos empuja.

“Yo me desconsolaba -refiere una novicia- por mi poco ánimo”. Y Teresita le contesta: “Te quejas de lo que debería ser tu mayor alegría. ¿Dónde estaría tu merecimiento, tu mérito, si fuese necesario que combatieses solamente cuando tienes ganas y te sientes con ánimo? Qué importa que no tengas ganas de nada. Qué importa que no tengas ánimo, con tal de que obres como si lo tuvieras”. Facilísimo: déjate de lamentos.

– ¿Hay que hacer esto? ¡Hazlo!

– Es que no tengo ganas.

– Pues te aguantas.

– Es que tengo muchas ganas.

– Pues también te aguantas. Hay que hacerlo con ganas o sin ganas. Con frío o con calor, cansada o descansada…

No hay que vivir sujetos a las sensaciones, a los sentimientos. “Si te encuentras muy floja e incapaz de recoger una hebra de hilo -ya ves tú que hay que estar floja para no poder recoger una hebra de hilo- y sin embargo lo haces por amor a Jesús, tiene más valor que si realizases una acción mucho más considerable y meritoria en un momento de fervor”. ¿Por qué? Porque este acto de voluntad que has tenido que hacer en medio de tu flojera, para agacharte y recoger el hilo… ¡es amor! Es que no estamos hablando -lo repito por enésima vez- de lo que sientas, sino de lo que tú lo has hecho por Jesucristo, para probarle que le quieres.

Tú haces las cosas por amor a Jesucristo, no por el amor que sientes, sino por el amor que quieres tenerle y demostrarle, y ese es el amor verdadero. Eso es lo que vale. En lugar de entristecerte, regocíjate al ver que -dejándote sentir tu flaqueza- Jesús te proporciona la ocasión de salvarle un gran número de almas: la asociación a la redención. El valor salvífico del amor. El valor salvífico de vencernos a nosotras mismas.

No se detiene aquí Teresita. De las mismas faltas y de la tristeza que estas nos hacen experimentar, quiere que saquemos amor. “Por lo que a mí me toca -dice ella- me he propuesto no desanimarme jamás. Cuando cometo una falta que me entristece sé que esa tristeza es consecuencia de mi infidelidad. Pero ¿crees que me detengo en ello? No. Me apresuro a decirle a Jesús: “Sé que este sentimiento de tristeza lo he merecido. Déjame que te lo ofrezca ahora como una prueba de amor. Siento lo que he hecho, pero estoy contenta de tener ese sufrimiento que ofrecerte”.IMG-20180525-WA0115.jpg

Esto se llama no dejar pasar ocasiones de amar. Hasta las meteduras de pata, hasta en la tristeza que nos brota espontáneamente cuando hacemos algo mal. Eso también puede transformarse en amor, y también puede ofrecerse a Jesús como una prueba de amor.

De verdad que, si logramos asimilar esto y hacerlo vida, es que la vida entera te cambia, se renueva y empiezas a cumplir de verdad el mandamiento nuevo: “Amaos unos a otros como yo os he amado”. Siempre y de todas formas, y en todas circunstancias, de todo se puede hacer amor.

2 comentarios en “Descubriendo la propia pobreza

  1. Buenos días Madre Olga . Me entusiasma mucho leer sus artículos y también saber que existe una persona que se preocupa por educarnos en la fe. Aunque no tengo la dicha de conocerle en persona la quiero mucho madre. El sabado pasado me sentia sin fuerzas y con algo de pensamientos negativos pero aun así logre vencerlos e ir a la actividad que tenía que hacer. Eso que usted menciona es verdad .Debemos hacer las cosas aun sin ánimo. Que Dios la bendiga y ami y mi familia también . orare por usted y por mi familia. Reciba de parte mis un abrazo. Hasta pronto.

  2. Keridas Hermanas,Bella reflexión,y Mucho más para las ke estamos pasando x todos estos estadios en Nstra alma,me kedo con darle nstra Prueba de Amor diaria,Gracias y Bendiciones!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *