Transformarlo todo en amor

Y el segundo consejo que es más de orden práctico y, os puedo decir -esto ya es una cosa personal- que este consejo ha sido quizá una de las cosas más útiles en toda mi vida espiritual: transformarlo todo en amor.

Todo -sin excluir absolutamente nada- puede ser transformado en amor. Yo cuando leí esto… descubrí un horizonte infinito. Todo lo que me pase en la vida -todo es absolutamente todo- puede ser transformado en amor. Con lo cual toda tu vida puede ser vivida desde el amor y para el amor, porque las cosas más adversas en la vida pueden ser transformadas en amor.

Teresita sabe lo difícil que es hacer salir de sí misma a un alma. Cuando digo salir de sí misma me refiero a salir de “su perfección”, IMG-20180525-WA0018.jpgsus sensaciones, sus sentimientos, lo que pasa, lo que no le pasa, lo que piensa, lo que no piensa… Salir de sí.

Convencerla de que lo que importa no es ella misma, es lo más difícil del mundo. En el momento en que se logra hacer esto se da un paso gigantesco en la vida espiritual. Y no solamente en la vida espiritual, en la madurez humana y psicológica también.

A ver: el centro del universo no eres tú. El centro del universo y el Rey del universo es Jesucristo. Y no hay más. El problema serio suele venir cuando en el centro del universo me instalo yo. Jesucristo queda desplazado a la periferia y los prójimos fuera del universo, condenados a un ostracismo total.

Ese es el desorden y esa es la inmadurez: yo en el centro, Jesucristo alrededor de mí, y los demás fuera. Teresita sabe, por experiencia lo sabe, lo difícil que es hacer que una persona salga de sí misma.

IMG-20180525-WA0079.jpegLuego, el siguiente paso ya es de orden práctico: se trata de sacar a esa persona de sí misma. Ella sabe que tendemos a replegarnos en nosotros mismos que hay que poner al amor en el centro de nuestras preocupaciones olvidándonos de nosotros mismos. Como maestra, Teresita repite continuamente a sus novicias: “Creed en el amor”. No les habla de sentimientos, sino de la fe. Es hija de san Juan de la Cruz. “Creed en el amor, y de todo lo que os molesta, os apena, y os tortura, haced amor”.

Yo cuando leí esto la primera vez dije: “Ya. ¿Y eso se puede hacer?” Se puede. Jesús lo hizo, y los que siguen a Jesús de cerca tenemos que tender hacia eso. Se puede transformar todo en amor. “Jesús en este momento -nos dice ella- en esta prueba, en esta duda, en esta tentación, no espera grandes cosas. Espera tu amor.”

Las tentaciones… ¿son una cosa mala? Las tentaciones no son ni buenas ni malas: son tentaciones. Son malas si caes en ellas. Son fenomenales si no caes en ellas y te sirves de ellas para demostrar el amor.

Esto, si os dais cuenta, revoluciona todo el orden de valores de una persona, y todo el concepto que tiene de las cosas. Si tú cambias la vida así, como Teresita nos enseña, la vida por completo te da la vuelta. Tú solamente vas a ver que te caen flores, porque -pase lo que pase- se va a vivir como nuevas circunstancias, nuevas situaciones, que permiten probarle a Dios un amor más grande. Circunstancias que permiten amar más que antes.

El vivir de esta manera genera una alegría interior, una paz, una hondura espiritual, una libertad de espíritu… y, sobre todo, un progreso hacia Dios a toda velocidad.

La IMG-20180525-WA0091.jpegpersona que logra vivir así no camina rápida… ¡vuela! No es que se encuentra con Dios continuamente, es que se está dando de bruces con Él, porque Dios nos ha creado para eso: para vivir de esa manera. De hecho, el Cielo es la plenitud del amor. La transformación de todo en el amor más puro y más… eterno.

En el momento en que tú vas transformando todas las circunstancias de tu vida -especialmente las más penosas- en amor, estás dando un giro a la vida. Cambia totalmente la perspectiva de todo. Y daos cuenta, esto lo puede hacer cualquiera, porque en ningún momento estamos hablando de sentimientos. Estamos hablando de fe, de hecho, ella dice: “Creed en el amor. De todo lo que os molesta, os apena, os duela, haced amor.”

En esto Teresita es también hija de san Juan de la Cruz; en todo lo es, pero hay momentos en que su vena sanjuanista queda más patente, y este consejo de transformarlo todo en amor es uno de los rasgos más reveladores de la influencia de san Juan de la Cruz en la espiritualidad de Teresita. Porque en el fondo nos está diciendo algo que el Santo Padre dice: “Donde el imperfecto sufre, el perfecto goza”.

Donde el imperfecto sufre, el perfecto goza

En la misma circunstancia que el imperfecto -el que no es santo, el que no vive en Dios, el que no está en Cristo- sufre, se desquicia y se desespera -en esa misma circunstancia- el santo, el perfecto, el que vive en Dios, goza. Donde el imperfecto sufre, el perfecto goza. Y ¿por qué goza el perfecto? Porque transforma en amor todo eso que para el imperfecto es sufrimiento.

Esto a la gente le descuadra mucho. Y yo cuando alguna vez lo he dicho he tenido verdaderas polémicas; volvemos a la eterna cuestión: no estamos hablando de sentimientos, sino de la aceptación en fe de las cosas. Si a mí me diagnostican un cáncer que me quedan dos meses… no voy a dar brincos, ni volteretas de felicidad, no. Agradeceré primeramente a Dios tener dos meses para prepararme -eso sí lo agradeceré- y después aceptaré lo que Dios ha dispuesto para mí.

YIMG-20171119-WA0013.jpg entonces, si empiezo por aceptar con serenidad y agradecer que tengo un tiempo para prepararme para este encuentro definitivo con el Señor, ya estoy -de alguna manera- gozando y viendo la parte positiva de eso. Mientras que, si me desquicio, me reboto, me pego contra la pared, me amargo, y no sé qué más… a lo mejor no duro ni un mes, porque acabo salto por la ventana.

No es que yo brinque de gozo, pero si lo logro vivir desde la fe y lo acepto y me apropio de lo positivo de esa situación… A eso me refiero cuando hablo de gozar: no a que las cosas sean rosas, sino que sufre mucho menos el que acaricia una espina que el que la pisa, eso es evidente.

Eso es lo que nos enseña Teresita: vamos a transformar el diagnóstico de este cáncer en amor, como un detalle del amor que Dios tiene conmigo para prepararme y me permite estar más cerca, y vivirlo desde la fe, que me permite permanecer en paz, que me ha enseñado a aceptar todo esto. En la misma circunstancia en que otros se pegan un tiro, yo respiro hondo esperanzado y serenamente me enfrento a esa realidad que se llama muerte. Que va a llegar, en cualquier caso, pero puede llegar de una manera -iba a decir- tremenda, angustiosa, francamente como una maldición si yo lo enfoco así; o puede llegar como una bendición, como un paso de Dios por mi vida y por la vida de los que nos rodean si yo lo acepto desde la fe y me entrego al Señor abandonada como un niño. Es la misma situación, y es la muerte por una enfermedad que se llama cáncer, que me va a llegar en dos meses, pero puede ser un infierno para mí y para todos los de mi alrededor, o puede ser una bendición y un paso de Dios para mí y para todos.

¡Cuánto amor se puede derivar de una enfermedad vivida así, y cuánta bendición y cuánto regalo de Dios! Cuánto enriquecimiento interior para todos -que no significa que no sintamos el dolor y la separación, el dolor de la enfermedad, el dolor de la impotencia, y el temor en un momento dado, de ese momento inescrutable que se llama muerte- que nos sobrecoge porque es algo desconocido y misterioso. No quiere decir que seamos insensibles y no temamos todo eso, pero no es lo mismo vivirlo desde la fe y serenamente, que vivirlo histérico, desquiciado y desesperado. Eso es lo que Teresita nos quiere decir. Eso es transformarlo en amor.IMG-20180414-WA0062.jpg

Y si un cáncer, como vamos diciendo, puede ser transformado en amor, las veinticuatro mil tonterías del día a día pueden ser transformadas en amor. Todo: desde levantarse por la mañana, que… ¡quién se mueve de la cama! Eso se puede transformar en amor; comerte lo que te ponen, que… ¡bendito sea Dios cómo está esta tortilla! parece una alpargata… También se puede transformar en amor. El frío que hace… pues también se puede transformar en amor; las pocas ganas que tengo de hacer nada, que no me apetece nada y encima tengo que ir con esta hermana que… pues también se puede transformar en amor. Todo puede ser vivido y transformado en amor. O todo puede ser transformado en un infierno, que es la ausencia del amor.

– Porque me tiene manía, porque me tiene rabia…

Hay gente que: “Porque me tiene rabia, porque me tiene manía…”

– Chica, no eres nadie importante como para que gastemos energías en odiarte tanto.

Es que hay gente que se cree que es así la vida. Somos todos malísimos, pero no llegamos a tal grado de perversidad, porque también a eso hay que ponerse y empeñarse y… no estamos en ello. De verdad que no somos tan malos, ni tú tan mártir.

 

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