Fidelidad en lo pequeño

Si algo caracteriza a Teresita es la fidelidad en las cosas pequeñas. Cuando digo pequeñas no digo cosas sin importancia, sino cosas de cada día y muy concretas. Hay ejemplos muy claros, y uno de ellos es el que os voy a relatar a continuación.

Ella era muy veraz, y una de las cosas que le fastidiaba muchísimo, sobre todo en las almas que tenía a su cargo, en las novicias, era la falta de sencillez y la falta de veracidad. Cualquier cosa que sonara a mentira, a media verdad, a intentar camuflar las cosas… a ella le repelía, e inmediatamente su trabajo era desenmascarar eso. Porque decía -y es absolutamente cierto- que, tras esas medias verdades, tras esas mentiras camufladas, se esconde siempre, indefectiblemente, la acción del maligno, que empieza por cosas pequeñas y se va infiltrando, se va infiltrando, se va infiltrando… Y hay un ejemplo que es muy revelador, que voy a leer ahora.IMG-20180426-WA0091.jpg

A mí me impresionó mucho la primera vez que lo escuché y comprendí que, efectivamente, está cargado de significación. Ella dice que una religiosa -y quien habla de una religiosa habla igualmente de cualquier alma que quiera conducirse por este camino- nunca debe moverse por motivaciones que no sean sobrenaturales. Por eso Teresa nunca presenta otros motivos y otras razones para combatir las inclinaciones y los defectos naturales que ella tiene o que sus hermanas tienen. Ella afirma -y esto es muy importante, y lo he aprendido de ella, y he comprobado en mi vida, en mi día a día, que es absolutamente válido y cierto- que en la vida hay que buscar la razón para hacer las cosas o dejar de hacerlas, por Dios.

Qué razón hay para hacer esto por Dios. O qué razón hay, para dejar de hacer eso otro por Dios. Pero por Dios. No por mi capricho, porque me apetece, porque me parece, porque opino, porque pienso… Por Dios. Esa es la única ley válida. Porque eso es en realidad obedecer nuestra conciencia si está rectamente iluminada por la fe. Así funciona la conciencia humana.

Una de las cosas que le aterran a Teresita, a pesar de que era muy exacta y muy observante -precisamente por su amor y su fidelidad a las cosas pequeñas- es caer en el legalismo, en el cumplimiento. Ella era muy exacta en las pequeñas cosas porque era su manera de vivir la fidelidad, pero le aterraba caer en el puro legalismo, en el “cumplo, y ya está”.

Y nos dice: “¿De qué serviría una observancia de la ley de pura fórmula? De nada. Mientras que el contacto con Dios es todo y es lo que da sentido a todo, y a esa observancia de la ley”. El renunciamiento que Teresa pide -atención a esto- es, sencillamente, la exigencia de una mirada interior muy atenta a Dios.

¿Qué significa esto exactamente? Pues justamente eso: una mirada interior atenta a lo que Dios quiere, ese es el renunciamiento. Porque, si tú vives atenta en tu interior a lo que Dios quiere, renuncias a todo lo que Dios no quiere, y renuncias a mirar a ninguna otra parte. Que uno de los problemas graves y de los obstáculos imposibles de la vida espiritual, es el que miramos frecuentemente donde no nos importa; que miramos donde no debemos. Y como no dejamos de mirar donde no debemos, nos encontramos con lo que no nos importa… y empiezan las interferencias, nos dispersamos y nos distraemos de Jesús y acabamos perdiendo el horizonte hacia dónde vamos.Flores

Yo sé a dónde voy si tengo puesta la mirada en Dios y me dejo guiar por Él. Pero si en vez de tener la mirada fija en mi Destino me dedico a mirar todo lo que hay a mi alrededor, voy a perder continuamente el norte, y en vez de ir rectilínea voy a ir dando bandazos, de un lado a otro.

Teresita lo sabe, y sabe que, aún en un convento -donde parece imposible porque estamos retiradas del mundo y patatín y patatán… y todas estas cosas que cuentan, que son verdad en parte, pero no lo son totalmente- una se puede hacer un lío y perder el norte.

Un convento es un micromundo. Y dentro del convento hay mundo, nuestro mundo. Cuando en realidad, y esto lo dice muy claramente san Juan de la Cruz, tendría que vivir en el convento como si solamente fuera a pasar aquí un día. Y cada día que amanece debería ser como si fuera el único.

¿Qué significa esto en la práctica? Que si yo estoy aquí de paso… Si yo voy a casa de alguien un día, a pasar un solo día, no me fijo demasiado en lo que pasa en esa casa, estoy atenta a la persona que me ha invitado, y a la conversación que tengamos, pero no me da tiempo a pararme en todo lo que hay alrededor. Si me quedo quince días… ya me empiezo a fijar en muchos más detalles, y dejo de prestar atención a la persona que me ha invitado.

Yo estoy aquí de paso. En esta vida estamos de paso. Es como si solamente fuéramos a vivir este día. Y mañana no. Porque la verdad es que, seguro, seguro, solamente tenemos el presente. Mañana no sabemos quién va a estar aquí, lo mismo hemos muerto todos. Nunca se sabe lo que puede pasar. No podemos sospechar lo que puede Dios permitir.

Tenemos que vivir con ese desprendimiento: a mí qué me importa todo lo demás. Lo único que me importa es Dios, aquí y ahora, en este momento de mi vida. Y esto que parece una patochada, dicho así, es muy difícil en realidad, porque… ¿cómo voy a dejar yo de enterarme de lo que está haciendo mi vecina de al lado, de lo que va a hacer el de arriba, de a quién votó el amigo de tal, del vestido que se compró, de los estudios de…? Pero, todo esto, en realidad, ¿qué te importa? Sí, tenemos que vivir ocupados, pero no preocupados.IMG-20180426-WA0008.jpg

Y en el convento a las monjas nos pasa igual: tú, métete en tu vida, y deja en paz a las hermanas. Y así tendrás paz tú también. El problema es que perdemos la perspectiva real de las cosas y miramos donde no nos importa. El renunciar a esa mirada, y poner la atención en Dios, es el renunciamiento que Teresa nos pide.

Es bastante simple de entender. Bastante difícil de practicar. Porque la naturaleza humana tiende a meterse donde no le importa a todas horas. Y a eso hay que añadir que al demonio le interesa que nos metamos donde no nos importa, entre otras cosas porque así nos entretiene, nos distrae. Y mientras no renunciemos de esta manera que os estoy diciendo y no nos centremos en Dios, no vamos a avanzar. Porque esto todo son estorbos en el camino. De poder ir rectilíneos, vamos a ir dando bandazos. Y avanzamos en realidad muy poco, incluso muchas veces retrocedemos, porque no sabemos bien a dónde vamos, porque perdemos el norte.

En el alma de Teresa arde el amor, y por eso esta mirada es tan penetrante y su fidelidad a las cosas pequeñas en tan grande y a la vez tan poco apremiante. Teresa sabe por experiencia que -sobre todo a los comienzos- esta manera de ascesis no resulta fácil. Y hace falta tiempo, y una formación sólida, para llegar a esta atenta fidelidad. Hay que crear un hábito.

El peligro de la inercia

Teresa exige, por otra parte, no hacer las cosas de cualquier manera, sino poniendo -esto es muy importante- todo el corazón en lo que se hace. Porque sin amor todo es nada. O sea, no podemos pasar por la vida como autómatas.

Una de las cosas más tristes que yo he visto y compruebo es que hay mucha gente que vive en el mundo y camina por inercia. O sea, hay gente que no va, sino que la llevan. No saben dónde la llevan, pero va, en plan paquete… y se han quedado con la inercia y por ella se mueven.

Eso es muy triste, porque no sabes si tú vives la vida o la vida te está viviendo a ti. Un claretiano que ya murió, que era muy salado y gran conocedor de la vida religiosa y de la psicología humana, decía que, hablando de religiosas, de monjas, pero esto es aplicable a todo el mundo, que hay monjas que viven noventa años, y también hay monjas que viven noventa veces el mismo año y no han avanzado nada en su vida.

Están igual cuando tienen veinte años que cuando tienen noventa, porque han repetido el mismo ciclo otra vez, y otra vez, y otra vez. Y no han salido del mismo círculo, no han crecido, no han avanzado… y eso nos puede pasar a nosotros. Eso en la vida espiritual es tremendo porque es como una especie de anestesia de todo el ser, y acabas estando ahí haciendo bulto.

Y pensar que cada minuto de nuestra vida, cada instante de nuestra vida no empleado en avanzar hacia la santidad es un instante perdido que no vamos a recuperar nunca… y lo peor es que cuando lo digo la gente me ataja: “Hija, no te pongas tan fatalista”. Contesto: “No soy fatalista, soy realista: el tiempo es un don de Dios. Nuestra vida está en el tiempo, y la Providencia magazine-unlock-05-2.3.829-_be20b18b68124898be7fcd2542be0a6a.jpgde Dios nos ha asignado a cada uno un tiempo en esta vida que sólo conoce Él y cada momento que se va no lo recuperamos. Y si no lo aprovechamos bien y para el bien, es tiempo perdido, pero perdido de verdad, perdido sin amar a Dios y sin ser santos. ¡Qué pena! ¿no? Porque es un regalo, es un don, y se nos da -como cualquier regalo- para disfrutarlo y para hacerlo fructificar, para el bien de todos, no solo para mi bien.

Teresita es muy consciente de esto, de que hay gente que vive de cualquier manera, y nos dice: “Qué triste es que haya religiosas que hagan las cosas de cualquier manera…” Tristemente a veces es así: hay quien hace las cosas porque hay que hacerlas, para salir del paso, para cubrir el expediente, por pura inercia… Y ella lo que nos exige es un gran apasionamiento en todo lo que hagamos.

Cuando ella habla de apasionamiento no quiere decir que uno tenga que ir como una moto haciendo de todo a toda pastilla. Hay quien hace las cosas como una moto en la vida por temperamento, porque es así, y no le vas a cambiar; Teresita se refiere a poner alma vida y corazón en lo que hagas, sea una cosa grandiosa o sea un pequeño servicio. Pero que no lo hagas por hacer, de cualquier manera, porque hay que salir del paso… “Venga, voy a hacer esto así me dejan en paz y me quito esto de encima”.

Es verdad que por eso no se acaba el mundo, que es una reacción muy humana; pero, si tengo que hacer esto… voy a hacerlo con todo el amor de que soy capaz, conscientemente, intentando hacerlo lo mejor posible, sabiendo que esto que estoy haciendo -que de entrada no me agrada y me fastidia- no es indiferente para el Señor, el primero, y tampoco es indiferente, si tengo fe en la comunión de los santos, para todos los demás.

¿Da lo mismo que yo rellene este formulario, a toda pastilla y por rellenar el formulario, y que me dejen en paz a que yo lo rellene a toda pastilla, porque tengo poco tiempo, pero poniendo el alma y la vida, entendiendo que ese formulario en ese momento es lo que Dios quiere que haga y poniendo todo el amor que soy capaz? La cuestión del amor no está en lo que hagas, no en las grandes gestas realizadas por Dios, sino que casi siempre va a ir dirigido a cosas muy simples en el día a día.

Que haga lo que yo haga, lo haga con toda el alma, poniendo el ama, la vida, y todo mi amor, entendiendo que eso me está sirviendo para dar amor al Señor, y me está sirviendo, en esta caso, para renunciar a mi desidia, a mis pocas ganas, a mi pereza, a lo facilón… Renunciemos enérgicamente esa anchura facilona y mediocre, que en la vida espiritual acaba convirtiéndose en una cosa temible, que se llama tibieza.

Debemos renunciar a todo eso y optar por una vida plena, vibrante, llena… El hacer las cosas bien y con mucho amor es parte de ese renunciamiento, porque renuncias a todo lo negativo: a la mediocridad, a perder el tiempo, a malgastar los dones de Dios… Ese es el renunciamiento que Teresa nos pide.

Por eso ella, que estaba dotada de una fina penetración psicológica, porque era una mujer muy inteligente, tiende hacer vivir a sus hermanas por encima de las mil futilidades del día a día. Esto es importantísimo, en una vida regular y de claustro donde los más insignificantes imprevistos son a veces tempestades en vasos de agua.

La Santa Madre lo dice de otra manera, pero al fin es lo mismo. Dice que cuando el demonio no tiene con quien enredar, ataca con cosas pequeñas. El dicho popular dice que cuando el demonio no tiene nada que hacer espanta moscas con el rabo. Es lo mismo.IMG-20171226-WA0089.jpg

Pero tenemos que estar atentas, porque, sobre todo cuando se lleva una vida espiritual un poco más… – no sé qué termino poner- un poco más avanzada, un poco más adelantada, o si ya tenemos una vida con un compromiso cristiano serio, pues… la tentación no viene de manera grosera. Y el demonio nos ataca con cosas muy sutiles, muy pequeñas, y hay que tener la sensibilidad de onda suficiente para poder detectarlas. Por eso es importante es hábito de ese renunciamiento, que supone tener siempre la atención muy fija, en el interior, en el amor que tienes en el interior, en Jesús.

 

 

Un comentario en “Fidelidad en lo pequeño

  1. Buenas tardes madre.como vencer al malo cuando mas nos acercamos a Dios.y cuando se vale de los que mas amamos?
    El dom., 29 de abril de 2018 12:57 AM, Grita al mundo escribió:
    > Madre Olga María posted: “Si algo caracteriza a Teresita es la fidelidad > en las cosas pequeñas. Cuando digo pequeñas no digo cosas sin importancia, > sino cosas de cada día y muy concretas. Hay ejemplos muy claros, y uno de > ellos es el que os voy a relatar a continuación. Ella era m” >

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *