Estoy en Sevilla y ayer por la tarde estuve visitando uno de los Cristos más queridos de esta preciosa ciudad, que a mí me tiene enamorada por su belleza y expresividad: el Santísimo Cristo de la Expiración, conocido como el Cachorro. Estuve un rato contemplándolo en su expresión de súplica y mirada hacia lo alto. y recordaba la pequeña «discusión» que alguna vez he tenido con una hermana porque ella afirma que el Cachorro está diciéndonos «tengo sed», mientras yo siempre he sostenido que en esa mirada a lo alto está la palabra de Jesús diciendo «padre, perdónales, porque no saben lo que hacen».
Ayer, rezando ante El, de pronto comprendí la expresión del Cachorro y su postrera súplica al Padre. El Cachorro, el Santísimo Cristo de la Expiración, como su nombre indica, está a punto de expirar, a punto de morir, le quedan sólo unos instantes y está a punto de lanzar su último grito, ese que tanto nos ha cuestionado y sobre el que tanto hemos pensado y escrito.
Rezando ante El ayer «entendí» que el Cachorro eleva su mirada a Dios clamando y gritándole al Padre la última petición: «¡¡Padre!! ¡Rásgame ya!» Es decir: «rompe y rasga mi Carne de una vez por todas, para que mi Corazón se manifieste y quede expuesto, para que tu Amor sea gritado a los cuatro vientos y conocido en mi Carne rasgada. Que vean mi Corazón y en El tu Amor».
Jesús pidiéndole al Padre la consumación del amor, la sobreabundancia… el grito de amor hecho carne rasgada, que es la Lanzada. Eso entendí que refleja el Cachorro: ese momento supremo del Amor extremo.
Su mirada es un diálogo íntimo de amor en los últimos momentos, es un dejarse completamente en sus manos y acabar por cumplir por entero su Voluntad.
Sus elevados al Cielo es un grito silenciado desde lo más hondo de Su Corazón, es ese grito de salvación por mí, por tí y por cada uno de nosotros. Le cuestan pronunciar a sus labios que su último suspiro es para todos pero especialmente es para el Padre, que su último latido a Él es ofrecido…Todo para el Padreee!
Y yo me pregunto muchas veces: ¿Cuántas veces subo yo a esa Cruz y alzo la mirada al Cielo para entregarle mi todo? ¿Cuántas veces hago y sufro por Amor? Si el Señor es mi Maestro, ¿Cuántas veces lo obedezco? ¿Seré obediente a Su Voluntad hasta el día de mi muerte? ¡Señor, perdóname porque a veces no sé lo que hago! Pero no dejes de estar conmigo en esta Cruz donde juntos morimos los dos.
Perdóname SEÑOR,por no habandonarme completamente,te Bendigo mi SEÑOR en toda la Naturaleza y en tu Amor por Nosotros tus Hijos.