Incultura general

Hoy me pregunto si la cultura en esta sociedad actual es un valor o un contravalor. Hace un tiempo hubiera contestado sin vacilar que es un valor, pero ahora miro a mi alrededor y… la verdad es que no sé qué decir: tengo la dolorosa impresión de que no se valora y de que se desprecia.

Hace unos días leí lo siguiente: “Uno de cada cuatro ciudadanos piensa que el sol da vueltas alrededor de la Tierra y uno de cada tres cree que tuvimos que pelearnos con los dinosaurios por un plato de paella. ¡Cómo para leernos un programa electoral, comprenderlo, votarlo y exigir su cumplimiento!”IMG-20180210-WA0024.jpg

Me quedé espeluznada, pero he de reconocer que, tristemente, es verdad: el nivel de incultura, sobre todo en jóvenes de treinta años para abajo es aterrador, pero lo más dramático es que -cuando intentas que ellos caigan en la cuenta de lo ignorantes que son y lo urgente que es remediar eso- te miran con cara de póker, se encogen de hombros, y se quedan tan tranquilos… Si acaso un poco perplejos cuando ven mi desconcierto y preocupación.

Nadie sabe nada, ni quiere saber. La mayoría de los jóvenes consideran que no es necesario saber nada, que para eso existe Google, donde uno obtiene la información que necesita en el momento preciso, con lo cual… en contra de lo que se podría pensar, el empobrecimiento intelectual y moral es bestial. Porque… no nos engañemos: la ignorancia intelectual va unida a la ignorancia o vacío moral y, los dos juntos y entrelazados, dan como resultado un raquitismo humano que es para preocuparse. Yo lo estoy, porque cuando intentas despertar a la gente de esto… no reaccionan y se extrañan.

Me asusta ver niños, adolescentes y jóvenes sin ningún interés por saber nada, por conocer, por formarse… sólo saben mover el dedo por la pantalla de su móvil buscando información fácil y no retienen nada en su memoria. Miran rápidamente la información que allí aparece para responder a la necesidad de ese instante, pero no asimilan nada, no se alimentan… un cerebro y un alma sin estímulos y sin contenidos, no piensan, no sienten, no se desarrollan, son débiles y carentes de fuerza.

Entiendo y asumo que no todo el mundo puede tener el mismo nivel cultural, pero sí que reivindico para todos, por dignidad humana, un nivel mínimo que garantice la autonomía de las personas, el que puedan usar -con un mínimo de criterio y responsabilidad- de su libertad, sin ser un hato de borregos fácilmente manipulable.

IMG-20180208-WA0135.jpg

Me escandaliza y me duele profundamente el borreguismo imperante y la pobreza intelectual y cultural de nuestra sociedad, que nos está conduciendo a una miseria moral y espiritual aterradoras. ¿No es pisotear un derecho humano básico el no facilitar y propiciar una educación integral y dejar a nuestros jóvenes reducidos a un paletismo brutal revestido de máscaras de progreso y ciencia cuando lo único que saben -en modo autómata- es pulsar un botón y repetir como loros lo que allí se dice? ¿no es un abuso y una lacra que sólo sepan hablar y opinar -en modo borrego, por supuesto- del caso Nóos, los EREs, el calentamiento global, el contrato millonario de tal futbolista y los hijos secretos de…? ¡Me parece tan patético…! ¿Qué está pasando? ¿Estamos educando y cultivando a nuestros jóvenes y niños o los estamos atrofiando en lo más sagrado, que es su libre albedrío, su capacidad de distinguir y optar entre el bien y el mal? Y sobre todo… ¿qué fin se persigue al proceder así? ¿que sean más libres y mejores personas, o más ignorantes, más débiles y más manipulables?

 

 

Un comentario en “Incultura general

  1. Por desgracia, tengo que decir que tristemente estoy de acuerdo con todo lo que dice la Madre Olga. Lo constato a diario y mucho me temo que lo que se busca con ello es un pueblo inculto, gobernado por cuatro espabilados que saben dar “pan y circo = internet y fútbol” igual que en la época romana.
    Todos sabemos cómo acabó aquel Imperio. Mejor no recordar las consecuencias y medios que se utilizaron.
    Uno siente que ya la segunda generación no entiende de lo que se le habla e incluso no discrimina si lo que se le dice corresponde o no a la realidad y la verdad. Es como estar hablando en otro idioma y mucho me temo que “la torre de babel” cada día se hace más presente.
    Hoy creo que no existe ya libertad de pensamiento. Hay un automatismo de comportamiento que responde a ideas inculcadas a través de medios de comunicación. Se forman cabezas inmaduras, que se comportan al ritmo de la moda y los intereses económicos que funcionan detrás.
    Sólo con experiencias fuertes en realidades duras, se puede espabilar esta sociedad adormecida. Hacer ver que no todo es como se pinta. No se pueden ocultar realidades diarias de pobreza, abandono, muerte y dolor, porque siguen existiendo en una vida material que no es eterna.
    Hace poco visitaba un hospital y nunca había sentido tanto el contraste entre la vida diaria y la realidad que se da en urgencias. ¿No sería bueno que todos pasaran de vez en cuando por ahí y vieran que además de una sociedad llena de “luces, modas, caprichos, alcohol…” existe otra con personas sufriendo, luchando contra el dolor, la limitación del ser humano, la muerte y la vida que nace”, para que comprendieran que el círculo vital abarca todo y tenemos que saber de “¿dónde venimos y hacia dónde vamos?”
    Uno se ve impotente. Sin fuerzas para despertar una juventud “drogada”. Cuando les pasa algo se sienten solos y desamparados “porque nadie sabe lo tienen”. Ni ellos, ni los que les rodean. No están preparados para los momentos duros y por otro lado, cada día faltan más los apoyos afectivos y familiares que cuidaban y arropaban en esos momentos de transición.
    Estamos en un momento de redención. En un desierto que hay que regar, cuidar y cultivar, con la esperanza de que los oasis vuelvan otra vez a multiplicarse y dar apoyo y alimento a los sedientos que buscan calmar su sed.
    Esta cuaresma, quizás sea un tiempo para poder buscar una Pascua redentora donde el hombre vuelva sus ojos hacia Dios y pueda recibir el abrazo del Padre que le acoge otra vez en su Iglesia.
    “¡Muramos al hombre viejo para resucitar al nuevo!”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *