Hay momentos en la vida en que todo se hace penoso y cuesta arriba y te duele todo, hasta el aliento: respirar duele, cada latido del corazón, pestañear, tragar saliva… ¡todo duele! y duele el alma, duele lo más íntimo. Simplemente estar en este mundo, permanecer en él… resulta difícil y parece que la vida es un puro sufrir, un puro dolor. Yo creo que -antes o después- todos llegamos a un momento así y… en contra de lo que podáis pensar… hay que dar gracias a Dios, porque es un gran momento, aunque mientras uno lo está pasando no es capaz de verlo así.
¿Por qué digo esto? ¿Porque soy una rara que disfruta sufriendo a lo tonto? Pues no: no me considero una rara, ni disfruto ante el sufrimiento propio ni ajeno, pero sí trato de ser realista, y eso significa asumir que el dolor y el sufrimiento son parte de la vida y para poder vivir en paz y en plenitud hay que saber asumirlos e integrarlos en la vida, de suerte que nos sirvan como un trampolín que nos lance hacia adelante y no como un obstáculo insalvable para la felicidad.
El dolor no es una suerte, y no hay que cometer imprudencias para que vengan a nosotros desgracias sin cuento, pero tampoco es signo de fracaso o de que todo vaya mal. Es parte de la vida, como también lo es la muerte. Es indicativo de que estamos en este mundo y formamos parte de él. Y-aunque a muchos no les guste oírlo- es una escuela necesaria para nuestro integral desarrollo humano.
Hay que pasar por esa escuela para crecer y ser más persona, porque quien pasa por esta vida in haber sufrido está incompleto, no es persona en plenitud. Y me atrevo a afirmar que nunca sabrá lo que es de verdad el gozo y la alegría si no ha sufrido antes, porque todo se aprende y se saborea mejor desde los contrastes. El dolor sufrido en todas sus fases: rebeldía, rebote, impotencia, aceptación e integración en la propia existencia, es el que nos otorga el máster de humanidad que todos necesitamos para ser felices en profundidad. La riqueza y la calidad humana que posee la persona que ha sufrido no se consigue de ninguna otra manera.
Es triste, pero cuando pierdes a alguien querido, valoras más a los que te quedan. Cuando te visita la enfermedad y ves cerca la posibilidad de la muerte, valoras más no perder el tiempo y cada amanecer y cada inspiración de aire llenando tus pulmones se convierten en un regalo que antes no apreciabas. De pronto que no te duela la cabeza es algo maravilloso y hasta ese momento nunca habías valorado que todos los días te levantabas estupendamente y sin dolor de cabeza. Te parecía tan normal, que nunca reparabas en ello y mucho menos lo agradecías…
Por eso insisto en que el sufrimiento es una escuela y es positivo, porque nos sacude de nuestro adocenamiento y nos obliga a abrir los ojos y agudizar nuestra sensibilidad para vivir de verdad y dejar de vegetar. El dolor nos resitúa y corrige nuestra escala de valores, que con frecuencia se nos descoloca y nos hace descender a una dorada medianía en la que somos capaces de permanecer durante años sin inmutarnos y sin vivir, sin vibrar por nada, sin llorar y sin reír, simplemente haciendo bulto.
Sé que no es fácil, pero os invito a mirar el dolor con respeto y sin rabia y a valorar su parte positiva. Hay que luchar siempre por combatirlo y aliviarlo ¡por supuesto! Pero sabiendo que -en esta vida- indefectiblemente nos va a visitar. Y cuando llegue, será bueno saber acogerlo y aprovecharnos de su visita, entre otras cosas… porque las espinas… sufre más quien las pisa que quien las besa.
Querida Madre: Muchas, muchas muchísimas gracias! El New post de hoy parece estar dirigido a mi personalmente. Ha llegado en uno de esos momentos en los que ya no puedo más. … Triste… cansada…. sintiéndome menos que una cucaracha….. . Tus palabras de aliento me han calado muy hondo. Tienes razón. Tengo que dar gracias a Dios por todo lo que estoy pasando. Porque si no fuera así estaría viviendo una vida sin alicientes y alejada de Dios probablemente. Y necesito tanto sentir a Jesús cerca de mi… Podría seguir y seguir…. Hasta aburrirte con mis problemas y eso no quiero hacerlo por nada del mundo. Permíteme, con todos mis respetos, decirte que eres para mí mi Ángel bueno. Que sin haberte visto nunca en persona te quiero muchísimo. Siento mucha ternura al verte y al escucharte. Porque leerte es como escucharte. Un abrazo enorme. Y gracias otra vez. Maríasun.
El El vie, 21 jul 2017 a las 20:56, Grita al mundo escribió:
> Madre Olga María posted: “Hay momentos en la vida en que todo se hace > penoso y cuesta arriba y te duele todo, hasta el aliento: respirar duele, > cada latido del corazón, pestañear, tragar saliva… ¡todo duele! y duele el > alma, duele lo más íntimo. Simplemente estar en este mundo, pe” >
Difícil salir de muchas situaciones que sin la ayuda de Dios sería imposible. Pero ahora con usted Madre Olga se hacen más livianas las dificultades, con todo lo que escribe y nos habla nos da esa paz que se necesita para los malos momentos. Ese camino que nos habla con sus honduras , y sus altozanos es más fácil llevarlo con su ayuda. GRACIAS.Un abrazo.
muy trágica se nos ha puesto esta vez, madre olga.
Bonitos sus comentarios, pero ninguno como aquel que titulaba “Esposa de Cristo”. Me dejó impactada, no sé si porque era el primero que leía o porque ese “desposorio” hubiera sido mi mayor deseo, creo que ya irrealizable. El caso es que no se me ha olvidado todavía, sin embargo no lo tengo porque entonces no los guardaba. ¿es mucho pedir que nos lo repita? Gracias por ése y por todos.