Lunes de la IV semana de Cuaresma, feria
- Is 65, 17-21: Ya no se oirán gemidos ni llantos.
- Sal 29: Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
- Jn 4, 43-54: Anda, tu hijo está curado.
Reflexión: La Cuaresma es una peregrinación hacia la alegría. Esta afirmación no es una ocurrencia personal mía, sino que toda la lectura de Isaías hoy nos está hablando de lo mismo: anunciándonos que se acaba el tiempo antiguo de la desesperanza y el llanto. Hay que mirar hacia adelante: “de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá gozo ni alegría perpetua…” Estas palabras han de colmar de esperanza y consuelo nuestro corazón y -a la vez- impulsarnos hacia adelante.
Tal y como nos dice el Evangelio es hora de creer en la Palabra sanadora de Jesús y ponernos en camino. Así seremos sanados en la raíz de nuestros males, que no es otro que el pecado que nos esclaviza y nos aleja del plan de Dios. Tenemos que confiar y no dudar nunca de la Palabra de Dios. Si obedecemos a la Palabra seremos sanados y ya no se oirán gemidos ni llantos.
Ponernos en camino inmediatamente, confiando en que lo que pedimos ya es realidad. Tenemos que confiar y ponernos en marcha sin esperar ver resultados y sin hacer comprobaciones. No tenemos ningún derecho a dudar de Dios.
Oración: Guíame Tú, Señor, en mi peregrinación hacia la alegría plena, la de mi encuentro Contigo confiando en tu Palabra y olvidando el pasado que me esclaviza y me aleja de Ti. Amén