¿Crees tú en el Hijo del hombre?

IV Domingo de Cuaresma, solemnidad (ciclo A)

 

  • 1S 16, 1b.6-7.10-13: David es ungido rey de Israel.
  • Sal 22: El Señor es mi pastor, nada me falta
  • Ef 5, 8-14: Levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz.
  • Jn 9, 1-41: Fue, se lavó y volvió con vista.

 

Reflexión: Lo que me impresiona de este relato es que el ciego de nacimiento había oído hablar de Jesús, pero nunca le había visto. Se fió de Jesús que quiso curarle con algo que parece lo más contrario a lo que pueda curar unos ojos, como es el barro… El ciego no comprende y no le ha visto nunca, aunque había oído hablar de El, pero se fía. Confía y es curado y entonces ya… puede VER a Jesús.

Es fundamental confiar y abandonarnos si queremos ver a Dios, si queremos que la LUZ entre a raudales en nuestra vida. La verdadera conversión a la que tenemos que aspirar en esta Cuaresma wp-1482571607158.jpges a la confianza absoluta en Dios, y en este Domingo de Laetare ese es el verdadero motivo de gozo y alegría: la confianza en Dios, que hace que la Gracia actúe en nosotros y transforme nuestra vida. Sólo confiando dejaremos de herir su Corazón y podremos verle. El es la Luz, pero mi ceguera precisa ser sanada. Libre de mi ceguera podré verle; libre de mi desconfianza -que es la peor ceguera- podré establecer una relación personal y continua, auténtica y viva, con Jesús. Y yo misma podré argüir con todos aquellos que niegan a Jesús, pero si no le conozco personalmente… ¿Qué testimonio voy a dar?

Oración: Dame fuerza para con fiar en Ti, Señor Jesús. Cúrame con el barro del camino (las cosas de todos los días) tocado por tu Humanidad (tu saliva) y haz que te vea cara a cara. Que pueda verte, Señor; mirarte a los Ojos y dejarme mirar por Ti. Amén

2 comentarios en “¿Crees tú en el Hijo del hombre?

  1. «si no le conozco personalmente… ¿Qué testimonio voy a dar?» Cuán cierto es esto, como la Samaritana, quien sólo tras un Encuentro con Jesús, pudo dar su testimonio y ser creída. Ahora nosotros tenemos Su Palabra, Su presencia en los sacramentos, la Eucaristía, el Sagrario, la Custodia, los hermanos… y en tantas ocasiones no Le vemos, ni Le sentimos presente,ni le acogemos, no Le creemos Su Palabra, no Le escuchamos..somos ciegos. Y en tantas ocasiones ¡sordos y mudos!. Y lo peor, desconfiados de quien se nos ha dado Todo.
    – Danos Jesús, esa confianza y abandonarnos en Tí, que esperas de nosotros, en este tramo que aún tenemos por delante de tu subida a Jerusalén, Queremos seguirte. Quiero Seguirte porque me lo has pedido. Porque me amas, y es la razón mas convincente para que Te siga. La única.-

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