El miedo

(Publicado en La Nueva España, el 9 de diciembre de 2016)

Existe una realidad humana intangible, sutil, lábil, escurridiza… y bastante subjetiva e irreal, pero que está ahí y nos condiciona la vida: el miedo. Unos somos más miedosos que otros, pero -en definitiva- todos vivimos con algún miedo y eso nos frena y nos paraliza de alguna manera, nos ata a la hora de volar alto y vamos arrastrándonos a trompicones y trabados.

La cuestión no es qué me da miedo, o a qué tengo miedo, pues todos tenemos miedo a algo o a alguien… Más bien a algo que a alguien: si se teme awp-1480801095783.jpg una persona se la puede evitar, alejarse de ella, vivir al margen… pero las realidades vitales que nos causan temor no son tan fáciles de evitar: el dolor, la muerte, la soledad… Están ahí y hay que aprender a afrontarlas y a integrarlas en la vida. Aceptarlas no es rendirse, es más bien un signo de madurez: hay que plantarles cara y dejar de huir, por mucho miedo que nos causen.

De acuerdo: pero ese impulso interior irracional que llevamos dentro, esa angustia por un riesgo que sentimos que nos amenaza -independientemente de que ese riesgo sea o no objetivo- eso que llamamos miedo… ¿cómo se maneja? ¿cómo se controla? ¿cuál es el antídoto para el miedo? Frecuentemente caemos en el error de pensar que lo contrario del miedo es el valor, que frente al miedo tengo que ser valiente, decidida, intrépida… y que con eso el tema miedo queda controlado en mi vida. Pues no: las cosas no van por ahí. El antagonista del miedo no es el valor, sino la confianza.

Volvámonos a la mejor escuela, que es la de los niños: si un niño está asustado y tiene miedo de algo, no le vas a sacar de su estado de miedo a base de decirle que saque pecho, sea valiente y se trague como sea su sensación de miedo. Eso es imposible y no va a funcionar. Y -si en un momento dado- nos tragamos nuestros miedos, eso no va a durar, porque no tiene consistencia. Si me trago los miedos… van a seguir estando ahí y no los voy a digerir nunca. Creo que mejor que tragarlos es “desmontarlos”, pulverizarlos… y esto sólo es posible con la confianza.

Volvamos al ejemplo del niño: cuando tiene miedo de algo ¿cómo logramos que lo vaya venciendo? ¿obligándole a que se enfrente con valor y coraje a ello, o mostrándoselo poco a poco y tratando que se familiarice con ello para que vaya cobrando confianza y vaya desapareciendo el recelo? No tengo la menor duda: el miedo se vence con la confianza, no con el valor.

Por eso creo que es tarea importante ponernos serenamente ante aquello que nos produce temor y no salir corriendo, sino poco a poco ir familiarizándonos con esas realidades: muerte, dolor, enfermedad, wp-1481131587207.jpgsoledad… todo eso que en nuestro corazón nos agobia y asusta. No podemos hacer desaparecer el sufrimiento que va unido a esas realidades, pero sí el miedo, que es un sufrimiento vano y subjetivo que sobreañadimos.

La muerte de un ser querido -por poner un ejemplo- nos causa dolor por lo que supone de separación, y eso es normal, y es real, y es objetivo. Pero si a eso le añadimos años de sufrimiento previo por el temor a que esa persona pueda morir… ¡menudo culebrón! Empieza a sufrir cuando suceda, cuando la muerte de esa persona sea realidad y experimentes de verdad el dolor de su ausencia, no años antes pensando ya que se puede morir… ese sufrimiento, causado por el miedo a que esa persona muera, es bastante absurdo e irracional.

Creo que -en este caso- sería bueno empezar a mirar la muerte de frente y familiarizarse con ella y asumirla como parte de la vida, con madurez y sin dramatismos, con serenidad y sin miedo. Y así, poco a poco con todo lo que nos cause miedo.

Ya sabeis: contra el miedo confianza. Y ahora que estamos en Adviento… ¡contra el temor la esperanza de la venida de Jesús!

4 comentarios en “El miedo

  1. Construir confianza !qué buen propósito para acunar la espera», gracias Madre por poner como base el hilo conductor para mi meditación.

  2. Miedo a la enfermedad,esa es mi lucha,bien sabe Dios que lo intento,cada día. Con su ayuda Madre estoy abriendo puertas que no sabia ni que existían.Un abrazo.💕💕💕💕

  3. Por gracia de Dios,poco a poco por ese trato continuo de amistad con Aquel que me ha hecho experimentar su Amor muy afectuoso,he aprendido a Confiar en EL como una niña en su Padre,que no me sucedera nada que este fuera del Querer Divino para mi bien eterno.

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