20 de diciembre, feria
- Is 7, 10-14: Mirad: la virgen está encinta
- Sal 23: Va a entrar el Señor, Él es el Rey de la gloria
- Lc 1, 26-38: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.
Reflexión: “Aquí está la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra”. La actitud de la Virgen es la que ha dado lugar a la alegría y la esperanza del Adviento.
Volvemos a lo de siempre: el gozo solo nos invade cuando aceptamos incondicionalmente, y sin cuestionamientos absurdos y cansinos, los planes de Dios, lo que nos pide hora, en este momento concreto de nuestra vida, y lo que nos pueda pedir en el futuro.
Adviento y Navidad son los días de abandonar la lógica, la sensatez, lo “razonable” y lanzarnos por los caminos de la pequeñez, de la ternura, de la ilusión y de la gratuidad. No hay otra senda para llegar a Belén.
Tenemos que ser esclavos del Señor de la ternura, de lo pequeño, de lo indefenso… del Señor de los lirios del campo y de las aves del cielo. Es la hora de ponerse en marcha para salir al encuentro de Aquel que viene rodeado de humildad y pequeñez: una cueva, unos animales, un pesebre, unos pastores, en la oscuridad de la noche… y a la omnipotencia de Dios encerrada en la fragilidad de un recién nacido. Esto es Navidad, y esta es nuestra vocación: ser esclavos de este Señor.
Oración: Enséñanos a elegir bien a nuestro Señor, el Señor de nuestra vida; y ayúdanos a ponernos en tu presencia y pronunciar con la Virgen las palabras preciosas que hacen posible la Navidad: “he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
Si Madre: !Es Navidad! y esta vivencia escapa a nuestras lógicas, el llamado es a dejarnos permear por el misterio profundo y sublime que, si aceptamos, también se sucede en nosotros. Gracias por sus líneas de reflexión. Saludo navideño.