Para volar alto hay que soltar lastre, y sólo volando alto podremos tener perspectiva para ver las cosas como son en realidad, como las ve Dios, desde el punto de vista de Dios…
En la vida muchas veces hay que tomar decisiones dificiles y lo más difícil en esos momentos no es tomar las decisiones, sino tomarlas con libertad, sin filtros oscuros que nos enturbien la mirada y nos quiten la paz y, en consecuencia la serenidad y la libertad precisas para ver la realidad como es, no como uno la siente.
El único «filtro» verdadero y válido, las únicas gafas que nos sirven, son las de Dios, para intentar ver las cosas como El las ve, pero… reconozco que es difícil acostumbrarse a las dioptrías de Dios. Cuando uno se pone sus gafas… al principio se siente mareado y muy inseguro… Se ve todo raro y extraño: la realidad que nos circunda aparece a nuestros ojos deformada y nos sentimos inseguros, vacilantes y extraños porque no estamos acostumbrados a verla así.
El secreto está en no volvérselas a quitar por incómodo que uno se sienta y fiarse de que las cosas son como se ven traves de las gafas de Dios, no como yo las veo sin gafas o con otras gafas cualquiera… Cuando uno se pone las gafas de Dios… hay momentos en que resultan tan molestas que se las quiere quitar aunque sea solo un ratito para «descansar» y ver las cosas «como siempre». Esa es la gran tentación: quitarse las gafas.
Quitarse las gafas es lo mismo que mirar hacia atrás. En determinados momentos de la vida -y yo me encuentro ahora en uno de esos momentos- si uno mira hacia atrás le parece que todo antes era mejor y más sencillo. Evidentemente eso no es cierto, porque cada momento de la vida tiene sus luces y sus sombras, pero uno no siempre puede verlo con sus propios ojos y se necesitan la óptica de Dios y sus gafas.
Mi padre, que era un hombre sencillo pero muy bueno y con gran hondura y sentido común, me decía muchas veces: «hija, mirar para atrás… ¡nunca! ¡ni para coger impulso! Si lo haces corres el riesgo de darte de bruces con lo que tienes delante…» Es una gran verdad: las nostalgias del pasado muchas veces nos impiden apreciar la belleza de lo que está por delante. Ilusión, confianza en la Providencia y las gafas de Dios: eso es lo que necesitamos para enfrentar el futuro.
Si una vez que se ha empuñado el arado,hay q ir»pa lante»
¡Qué dificil se me hace ver cuando al hilo contra hilo no le encuentro su sentido! ¡Qué dificil se me hace creer, pero sé que soy tu hija y que todo lo que haces, está bien¡ ¿Qué tramas mi Señor con todo esto?.. Liberame del miedo de no ser yo quién lo haga y dime de nuevo que no tema y no desvíe mi mirada. Sí…de Tu mirada.
Con esa mirada limpia y clara se ve con las gafas más especiales, con esos ojos son los que debemos mirar en adelante dejando el pasado a un lado y viviendo el presente con empuje.
A veces queremos ponernos esas gafas pero no nos atrevemos, otras veces al ponerlas se empañan un poquino y otras, ni siquiera con ellas puestas,vemos nada porque estamos cegados por tantas cosinas materiales,la sociedad,etc…
Desde que estoy con ustedes, diariamente, amo mucho más a Dios padre, Dios hijo y Dios Espíritu Santo
Que razón tienes Madre!!! el mirar para atrás solo nos hace entrar en un estado de pánico y de inseguridad… Mirar solo para adelante es Confiar en Su Providencia Amorosa,y esperarlo todo de EL;porque lo que no entendemos El si lo sabe.Inés.
Tiene razón Madre,que incómodas son a veces las gafas de Dios,pero como las gafas que ponemos habitualmente,al principio cuesta un montón acostumbrarse a ellas,pero luego ya no nos las podemos quitar.Con las gafas de Dios pasa lo mismo,aunque a veces no nos gusta lo que vemos,no se puede ver ya con otras.Un abrazo.❤️❤️❤️❤️