Jesucristo ha resucitado

 

“¡¡Jesucristo ha resucitado!! ¡¡¡Aleluya!!!” Lo decimos tantas veces y de tantas maneras estos días que a veces no sé si nos paramos a pensar lo que de verdad significa esto.

Por supuesto, significa que Él murió y que, después de haber muerto, wp-1460529588981.jpgvolvió a vivir, vuelve a vivir, vuelve a estar vivo hoy. La Resurrección es esencialmente eso: Jesucristo, que es verdadero hombre muere, le dan muerte, muere físicamente; y tres días después, vuelve a la vida. Eso es la Resurrección, pero… es mucho más.

Que Él haya muerto y haya resucitado, significa que yo ya no voy a morir nunca… a no ser que yo quiera morir. Significa que, antes de la muerte y la Resurrección de Jesús, yo estaba condenada a muerte, a muerte eterna y no tenía ninguna esperanza de vivir. Y ahora, después de su muerte y su Resurrección, estoy viva y estaré viva para siempre, si yo quiero vivir. Ya no hay un pecado que, de una manera tiránica, me oprime y me empuja inexorablemente a la muerte.

Ahora hay un Dios y Hombre, Resucitado y Vivo, que me ha abierto el camino de una vida sin fin, de una felicidad infinita y eterna. Es tan sencillo como que yo quiera seguir este camino: si lo sigo, no moriré nunca; si lo sigo, no conoceré la tristeza sin fin; si lo sigo, podré sufrir a veces, mientras esté en este mundo, pero no seré infeliz, seré feliz siempre. ¡Todo eso es por su muerte y su Resurrección!

La Resurrección de Jesús es la puerta a mi propia resurrección: el principio, Él es el que me precede, el que va por delante siempre. La Resurrección de Jesús es el gozo de la eternidad que se nos da, que se nos entrega. Ya no reina la muerte, reina la vida; ya no es sin sentido y absurdo el sufrimiento.

Con su Resurrección, Jesús me ha transformado: de ser una huérfana desamparada, me ha llevado a ser una hija de Dios con un Hogar. Con un Hogar que es el Regazo mismo del Padre, la intimidad de los Tres, de la Trinidad, me ha admitido a su Familia, a la Familia de Dios.

Jesús me ha hecho hija de Dios, porque Él es el Hijo y Él va por delante. Yo no era nada, yo era una condenada a muerte. Y Él ha abierto las puertas de mi prisión, ha destrozado los muros de mi prisión, de mi pecado, y me ha llevado al Padre para ser hija, no sierva, sino hija… arboles-en-flor,-acera,-arbustos-174736¡Hija tiernamente amada por el Padre!… ¡Hija liberada de su condena a muerte!… ¡Hija llamada a vivir feliz ya desde ahora!… Y, sobre todo… ¡hija profundamente agradecida!

Jesús me ha dado la vida, la libertad y me ha dado lo más grande que Él tiene, que es el Padre; su gozo más profundo es ser Hijo del Padre: el Hijo. Y eso, que es lo más valioso para Él, ¡me lo ha dado por su Resurrección! Me ha hecho hija de Dios como Él, no exactamente como Él: Él es el Hijo Unigénito del Padre y yo soy hija por adopción, pero… ¡soy hija de Dios! Soy hija también de su Madre, de la Virgen… Y todo, todo -¡absolutamente todo!- es por su Resurrección.

La Resurrección de Cristo ha cambiado totalmente el curso de la historia. Ha cambiado totalmente, aunque muchos se nieguen a admitirlo, la faz del mundo, el camino que recorre la humanidad. Por la Resurrección de Cristo, la Buena Noticia ha sido extendida hasta los confines de la tierra. Y Él vive y con su vida va invadiendo cada rincón del mundo y cada instante de la historia.

A la luz de la Resurrección de Cristo adquieren su pleno sentido todas las Escrituras, todas las profecías. Todos los acontecimientos de la historia, prósperos y adversos, cobran sentido en la Resurrección… Y lo más grande es que, para encontrarnos con el Resucitado, sólo hay que abrir los ojos, abrir el corazón y vivir en esa actitud de apertura, de receptividad, de fe.

¡Vayamos a verle! ¡Vayamos a Galilea! “Id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, allí me verán”. Hagamos un precioso viaje a nuestra Galilea interior y allí le veremos. Allí nos está esperando Él para convertir nuestro desierto en un vergel, nuestro luto en danza, nuestra muerte en vida, nuestra tristeza en júbilo, nuestra oscuridad en luz, y nuestro sinsentido en esperanza.

¡Qué alegría!ELEMENTOS-DEL-JARDIN12 ¡Qué gozo saber que ya no voy a morir nunca, a no ser que yo escoja morir! ¡Qué gozo saber que Jesucristo ya ha muerto por mí, ya ha asumido mi muerte y ya ha resucitado, ofreciéndome la posibilidad de morir con Él para resucitar con Él! ¡Está vivo! ¡Está resucitado! ¡Su Corazón ha vuelto a palpitar para ya no detenerse jamás!

Y lo más grande del Resucitado -al menos para mí- es que está vivo ya, pero con el Costado abierto. Y esa Herida nunca más se va a cerrar, para que yo pueda vivir asomada ahí. Ese Costado Abierto, ese Corazón palpitante -eternamente joven y eternamente vivo, inmortal- de Jesucristo Resucitado, es el objeto de mi contemplación y la fuerza de mi vida. ¡Nunca más dejará de palpitar! ¡¡Nada ni nadie lo podrá detener ya!! ¡¡Está vivo!! ¡¡Ha resucitado!! ¡¡Ha vencido a la muerte!! ¡¡Ha vencido al mundo!!

¡¡Amén!! ¡¡Aleluya!!

2 comentarios en “Jesucristo ha resucitado

  1. Precioso disertacion sobre la logica de como por la Resurreccion de Cristo toda cadena de pecado ha sido rota y somos herederos de la Patrio celestial.Camino q recorrdmos como hihos de Dios y la Virgen.Gracias MOlga

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