Adoración en una noche de Pascua

(Adoración durante las jornadas del confinamiento por el Covid)

Señor Jesús, en esta noche pascual, noche de vida, noche en que Tú has triunfado, te contemplamos, te adoramos, te proclamamos nuestro Rey y nuestro Señor, y repetimos el júbilo de la Iglesia: ¡Oh qué noche tan dichosa!wp-1587285246960.jpg

Todavía resuena en nuestros corazones el gozo del pregón. Pero, a veces, Señor, nuestra fe es frágil, es débil… y en esta situación que estamos viviendo, Tú lo sabes Señor, nos acecha el cansancio, nos tientan la tristeza, el desánimo, la desconfianza… el enemigo se aprovecha de todo para llenarnos de dudas, de miedos, de agobios. La incertidumbre de todo lo que estamos viviendo y lo que va a pasar, quiere turbar nuestro gozo, nuestra alegría pascual, desfondarnos y llevarnos a un callejón de desaliento, miedo, desconfianza…

Señor Jesús Resucitado: yo te pido esta noche que, como hiciste recién resucitado, te hagas presente en muchos hogares, en muchos cenáculos, donde hay gente encerrada, agobiada, angustiada… ¡hazte presente!, hazte presente de la forma y manera que Tú quieras, pero… ¡muéstrate, revélate!, que escuchen tu voz diciendo el saludo de la Pascua: Paz a vosotros, soy Yo, ¡no temáis!

Te necesitamos así, Señor, necesitamos que confirmes nuestra fe frágil y vacilante, necesitamos tu presencia viva, resucitada, palpable. Perdóname, Señor, por esta osadía de pedírtelo así, ¡pero es que te necesitamos! Es más, me atrevo a decir, que necesitamos tocar, besar, como Tomás…

Señor, déjanos acercarnos a tu Corazón, y si nosotros no somos capaces de acercarnos, acércate Tú e invítanos a tocar. Concédenos la gracia, del modo y manera que Tú quieras, de palpar tu Corazón vivo y resucitado, palpitante y lleno de amor, como Tomás lo hizo, a través de la llaga de tu Costado.

Confírmanos en nuestra frágil fe, llénanos del gozo y la paz de quien toca literalmente tu amor; descongela para siempre nuestra frialdad, nuestra incredulidad, en contacto con tu amor, con el fuego que hay en tu Corazón. Tú has muerto y resucitado Señor, para sostenernos, para darnos esa fuerza, esa fe, esa vida, no nos dejes languidecer y sostennos, fortalécenos, afiánzanos. wp-1587285190280.jpg

Somos tan débiles, Señor, y ¡necesitamos tanto de Ti! Líbranos también Señor, de todos esos profetas de desventuras que andan por ahí angustiando a tu pueblo, confundiéndolo, engañándolo, diciendo que todo esto es un castigo por nuestros muchos pecados.

Señor, es verdad que somos muy pobres, es verdad que somos pecadores, es verdad que a veces actuamos como si Tú no existieras y que nuestro mundo y nuestra sociedad, con frecuencia, te deja de lado, es verdad. Pero, también sé que, porque eres infinitamente justo, eres infinitamente misericordioso con nuestra miseria, ¡no dejes, no permitas, que almas atormentadas que no te conocen, atormenten y angustien a tu pueblo!

Tú nos purificas, Señor ¡claro que sí! porque eres el Pastor Bueno que nos quiere limpios y preparados para disfrutar el abrazo de Dios. Pero, Tú nos has mostrado Señor, viendo tu Corazón, que no eres un Dios vengativo que ame la maldad; Tú nos has mostrado que te preocupan las lágrimas de los que están angustiados, que no afliges al afligido, que no apagas el pábilo vacilante, que no eres un Dios cruel.

Por eso te pido, Señor, que hagas callar para siempre a todos esos que engañan a tu pueblo, lo angustian, lo asustan y lo mueven por el miedo y no por el amor. ¡Apártanos de esos malos pastores, presérvanos, haz que cesen sus mentiras!

Llévanos por el camino recto, por el de la verdad, por el de la verdad de abrazar esta Cruz con esperanza pascual, confiados en tu misericordia y tu bondad, sabiendo que aunque caminemos por cañadas oscuras nada hemos de temer porque Tú vas con nosotros, haznos escuchar tu voz continuamente, oyéndote decir: “No temáis, soy Yo, esta tempestad no os va a hundir. No tengáis miedo, porque Yo he vencido al mundo, no he muerto en la Cruz para perderos, y se lo he pedido a mi Padre: que no se pierda ninguno de los que me diste”. Recuérdanoslo, Señor, recuérdanoslo.

Necesitamos oír tu voz, experimentar tu abrazo, tu presencia, la ternura… y la compasión de tu Corazón y la fuerza de tu Resurrección. Fiados en tu Palabra, Señor Jesús, seguiremos adelante aunque sea torpemente. Sostennos Señor, muéstrate, sobre todo a todos aquellos que no creen que estás vivo.

Tú sabes el modo y la manera, Señor, pero… manifiéstate, hazte presente, toca corazones, cambia vidas, enamora almas de Ti como solo Tú sabes hacerlo.

Descubre tu presencia, y máteme tu vista y hermosura; mira que la dolencia de amor, no se cura sino con la presencia y la figura.

4 comentarios en “Adoración en una noche de Pascua

  1. Tu estás con nosotros Señor, gracias por tanto amor y misericordia, saber que estás vivo nos llena de esperanza, sin Ti se nos va el aliento, por Ti mi vida entera, ya que siempre fue tuya.
    Te amo mi Dios, eres la esencia de mi ADN.
    Sólo somos en esta vida samaritanos, sabiendo que Tu, amor, caminas con nosotros ♥️

  2. ¡Alabado sea Jesucristo! Amor es lo que nos das, si Señor. Mi corazón a veces va por otro lo más fácil y entretenido, pero aquello no es verdadero. Madre nuestra, que bella y profunda reflexión, gracias, por participamos de ella. Desde San Felipe. Chile. Le saludo afectuosamente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *