Comunión de ideales

Santa Teresa dice y quiere y pretende que sus hijas se comuniquen principalmente en lo espiritual, que nos entusiasmemos mutuamente con los grandes valores, con los grandes ideales, que colaboremos unas con otras para fundar y formar un ámbito de confianza, de intimidad, de fraternidad, donde cada una podrá sentirse realizada en lo humano y en lo espiritual.

Todo esto, traducido al lenguaje del siglo XX -no lo he dicho yo en una frase de más o menos bien puesta, que me ha quedado estupenda, por cierto- es una síntesis de todo lo que la Santa dice en las Quintas Moradas, en el capítulo 3 sobre todo en el número 11; en el número 7 del capítulo 7 del Camino de Perfección y en  el capítulo 5 de Fundaciones… todo eso queda resumido en esa frase tan estupenda -que me ha quedado muy bien– en que dice la Santa, cómo la comunidad es el ámbito donde nos tenemos que realizar humana y espiritualmewp-1577658858636.jpgnte, y donde tenemos que vivir nuestra consagración.

Esta manera de concebir la comunidad en aquel tiempo, siglo XVI, era ciertamente muy original porque ahí la comunidad servía para poco era simplemente el grupo de gente con el que estabas… pero como os decía estos días pasados, cada cual vivía un poco a su aire, sin mala voluntad, pero es que era lo habitual, era lo que se acostumbraba, cada cual vivía a su aire según le parecía.

Santa Teresa dice que no, que no estamos aquí para vivir a muestro aire sino para ser uno, para lograr esa unidad, para ser un solo corazón y una sola alma. ¿Qué pasa? Que esto ya en el siglo XXI está más trillado que trillado, nos hemos cansado de oírlo, pero en su momento fue algo muy innovador. Era fruto de la experiencia de un alma que es la de Santa Teresa, que había dialogado muchas horas con el Señor y al llevar muchas horas con el Señor, pues el Señor le contaba sus cosas: lo que le gusta, lo que no le gusta, lo que quiere hacer y lo que no quiere hacer… se lo contaba a ella y ella nos lo tradujo muy bien.

Hoy, por ejemplo, no concebimos una comunidad donde no exista el diálogo entre sus miembros y se afirma que, para ser verdaderamente hermanos y hermanas, hay que conocerse. ¡Sí y no! Porque yo conozco también muy bien a mis adversarios y no son mis hermanos, ni mucho menos mis hermanas; ni ganas tengo de que me digan que son mis hermanos y mis hermanas, no me faltaba más que tenerlos aquí viviendo en comunidad. ¡No!

Conocerse es una cosa y darse palmaditas a las espaldas y jugar un rato al parchís es otra. Y saber todo de ti, en que año naciste, donde naciste, qué estudiaste… qué viaje hiciste y patatín y patatán… eso es saber, pero ¡eso no es conocer! ¡Dios no nos conoce así!

Dios nos conoce en el Amor, en el trato íntimo y esa palabra bíblica “conocerás al Señor” (Os 2, 22) no es a base de datos, es la unión de la intimidad, de lo más íntimo, que eso es lo no nos solemos dar en comunidad: “¿voy a contar yo mis cosas? ¡Ay, no! Luego… qué van a decir? Luego todo el mundo sabe lo que pienso, luego van a decir que encima no soy coherente, que digo las cosas y pero no las vivo así debajo no las digo.”

Pues que eso es una actitud, hummm… bueno, pues que no construye nada, que hace con que la persona se repliegue en sí misma, viva para sí misma y no aporte nada.

Porque… claro: si yo solamente voy compartir en comunidad lo que yo después voy a demostrar que soy coherente en la vida… pues entonces… ya no digo ni “perri” porque… ¡anda que no os digo yo cosas que luego no vivo! Pero tendré que decirlas porque si es algo que el Señor quiere y que el Señor ha puesto en mí corazón para que os lo comparta y para que os lo participe… yo simplemente os lo cuento, no os estoy diciendo que yo lo haga. O ¿qué creeis? ¿que cuando comentemos el Castillo Interior es que yo ya estoy en el Castillo Interior en las Séptimas Moradas, al final del todo? ¡¡No!!

Pero una cosa es lo que tú compartas, lo que tú des, lo que tú querrías, lo que tú anhelas en tú corazón y otra cosa es que…

-“anhelo llegar hasta aquí arriba pero chica, voy por aquí abajo”

-Bueno pues… tú deseas llegar hasta allí arriba, pues por lo menos cuenta tus deseos, tus anhelos, tus ideales y luego se hace lo que se puede…

Son dos cosas bien distintas: una cosa es lo que uno vive y otra lo que uno puede, ¿no? Y no tenemos que tener ese miedo, ¿no? Pero…

-“¡no, no! Que no nos conozcan en realidad. Porque además el que se da a conocer, se queda a la intemperie, se hace vulnerable.”

-Pues fíjate: ¡qué cosa! Casualmente es lo que el Corazón de Jesús ha hecho: mostrar Sus puntos flacos, Su fragilidad, hacerse vulnerable… y no ha tenido miedo.

-“Pero si yo lo que quiero es asegurarme, no me doy a conocer porque no darme a conocer me protege.”

-No me protege, me aísla, pero bueno, ese aislamiento lo entendemos como protección y es un error y eso no construye comunidad, ¿eh?

Por mucho que luego seas muy simpática en el recreo, cantes muchas canciones, cuentes muchas anécdotas y seas una hermana estupenda porque ayudas a todas y encima… pero de lo tuyo, de verdad, ¿qué das? “¡Ay! No, porque me da vergüenza!” Pues te aguantas, yo iba a decir. Pues esa no es razón. De lo que tú tienes dentro, de lo que de verdad es valioso en ti, ¿qué das? Esa es la gran pregunta, ¿no?, y lo que de verdad construye comunidad es eso. Eso es lo que de verdad construye, no dar dinerillo suelto, calderilla… eso cualquiera lo da. ¡No! Dar de verdad toda mi riqueza. “Es que no tengo tiempo para esas tonterías…” El hecho de haber sido llamada y haber sido vocacionada, ya es una riqueza, si no no estarías aquí. Y el hecho de haber perseverado el tiempo “x” -cada uno el que lleve- en la vocación, también es una riqueza. No vale decir “yo no tengo nada que dar”. Eso es mentira.

Santa Teresa conocía muy bien todo eso que os acabo de decir. Ella no quería para nada que sus monjas nos convirtiéramos en islotes, aunque tuviera cada una que vivir la soledad y el silencio. Pero no se trata de una soledad que centra a la persona únicamente en Dios y la aísla del resto. No es esa soledad. O un silencio que aísla y distancia de los demás, sino que se trata de una soledad que -recogiendo a la persona en el interior- la enriquece con valores que después comunica, que después comparte. Se trata de un silencio creativo y fecundo, porque ha escuchado primero, para convertirse después en obras que enriquecen a la misma comunidad.

Por eso no hay que extrañarse de que la comunidad ideada por Santa Teresa -la que ella piensa, la que ella concibe, el estilo de comunidad nuevo- esté caracterizada por momentos fuertes de soledad y de silencio y que, al mismo tiempo, exija una gran capacidad de diálogo. Parece un contrasentido pero no lo es.

Un alma llamada a hacer el camino de la oración no puede vivir su vocación en solitario. No es lo mismo soledad que solitariedad. Solitariedad significa aislamiento, significa ser un islote. Y soledad significa presencia de Dios activa: busco la soledad porque en la soledad encuentro a Él, pero no estoy sola nunca. ¡Estoy con Él! Mientras que la persona solitaria es la que, de verdad, está sola y aislada.

El alma llamada a hacer el camino de la oración necesita compartir, comunicar, conversar… sobre lo que está viviendo y tratar con quien se siente llamada a vivir lo mismo, a hacer el mismo camino y desde las mismas coordenadas. Y esas personas –evidentemente- son los tempFileForShare_20191009-175431.jpgmiembros de la propia comunidad principalmente ¿no? No el vecino de enfrente, o la de la comunidad del Monasterio de no sé donde y que sí… está haciendo lo mismo que tú, pero… evidentemente, las primeras con las que tengo que compartir son las que están más cerca: eso que el Evangelio llama prójimo, próximos, las que están más cerca y las que están viviendo el mismo camino que yo.

Dice la Santa Madre: “No sé yo porque no se ha de permitir que en comenzar de veras a amar a Dios y a servirle, deje de tratar con algunas personas sus placeres y trabajos, que de todo tienen los que hacen oración. Por eso aconsejaría yo a los que tienen oración, en especial, al principio, procuren amistad y trato con otras personas que traten lo mismo. Es cosa importantísima aunque no sea sino ayudarse unos a otros con sus oraciones cuanto más que en muchas ganancias.”

Esto hay que entenderlo muy bien, porque como dice la Santa Madre que en los principios tenemos que compartir y ayudarnos… en el Noviciado todo el día “rajando”. ¡Pues no! Porque para “rajar” de algo… hay que tener algo de que “rajar”, algo que merezca la pena. Ella habla de ayudarse y de hablar del itinerario de oración, de la vida espiritual, no de mi prima, de mi sobrina, del vestido, de la labor y de las pelusas que entran por la ventana. ¡No! Eso es vano. Que de verdad, si alguien tiene algo que compartir y hablar con una hermana, sea de Dios. “Ésta ha de ser vuestra conversación –así nos lo dice la Santa Madre– y vuestra manera de tratar”. No hay que ser ñoñas pero hay que ser espirituales, no que hay que ser es mundanas y perder el tiempo. Porque como soy muy estupenda y soy muy “guay” y soy muy cercana y soy muy comunicativa con mis hermanas… todo el día hablando y la monja de al lado está diciendo: “¡Ay, por Dios! Que se calle cinco minutos…!”magazine-unlock-01-2.3.815-_a7037c9ac7a4424eb1a5c2b5b6b005c6.jpg

Vamos hablar de lo que de verdad… “¡Oye, ¿te has dado cuenta en el Evangelio de esta mañana? Pues yo estaba medio atontada y de repente me ha venido esta luz, he entendido esta idea y me ha ayudado un montón.” Y ¡eso es compartir! Pero eso normalmente no lo hacemos.

“Crece la caridad con ser comunicada y hay mil bienes que yo no os osaría decir sino tuviese gran experiencia de lo mucho que va en esto” (Vida 7, 20-22). Santa Teresa sabe que la comunión entre las hermanas no puede reducirse solo a conversar entre ellas, a respetarse, a facilitar la comunicación mutua salvando las reglas de la buena educación. Eso no es el diálogo, eso no basta. Ella quiere formarlas en el diálogo fraterno. Por eso llega a crear un lenguaje propio de expresión, marca unos temas a tratar con frecuencia y sobre los que debemos conversar, estableciendo además una serie de principios a tener en cuenta para que la comunidad funcione y crezca en armonía.

4 comentarios en “Comunión de ideales

  1. Lo que propone la Santa es verdaderamente un ejercicio exterior e interior. De crecimiento en el conocimiento propio y sencillez/humildad.

  2. Muchísimas gracias Samaritanas,por vuestra Vocación de Hnas y también de ser madres muy madres de todos los que andamos por ahí corriendo como ” pollos descabezados”. Gracias M.Olga por compartir sus reflexiones,las suyas y las de sus Hnas. y devolvernos un poquito de sentido común a todos.

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