Santa Teresa viviéndolo en primera persona

Ahora vamos a ver, para guardar el paralelismo, cómo vive esto Santa Teresa, cómo vive ella esta nueva experiencia.

Hay varios factores que convergen en esta experiencia de vida de San José de Ávila y que la hacen excepcional y única. En su momento fue algo totalmente nuevo e inaudito para muchos e incomprensible para otros.IMG-20191025-WA0168.jpg

El primer factor que la hace rompedora es   -esto ya no podemos recuperar- la presencia y las catequesis orales de la Madre Teresa. Vivir con ella fue privilegio que tuvieron unas pocas y esto ya… a no ser que Dios haga un milagro, no es recuperable.

Imaginaos lo que debió ser el privilegio impresionante de vivir al lado de esta mujer excepcional, tan llena de Dios, tan unida a Él, con tanto sentido común, tan predilecta de Él… Estoy convencida de que la Santa fue predilecta de Dios  -todos los santos, evidentemente- y es verdad que ella estaba enamorada de Dios en todos los sentidos, pero yo estoy convencida de que Dios estaba perdidamente enamorado de ella. O sea: Él se quedó pasmado de lo bien que le había salido la tal Teresa de Ahumada y se prendó de ella. Él –a juzgar por las cosas que hizo con ella y las que le dijo- yo veo que Dios estaba profundamente enamorado de ella. De verdad era preciosísima a sus ojos y la colmó de gracias… Yo cuanto más la leo y más la estudio y más lo miro, más digo: “Es que esto…” Lo que hizo con ella… con ella hizo cosas impresionantes Dios ¿no?

Es una opinión personal, pero yo siempre digo que Dios, después del Corazón de la Virgen     -el Corazón de la Virgen es el Corazón de la Virgen, y no se toca- el corazón más querido y al que colmó y mimó como ningún otro, fue el de la Santa. El corazón de Santa Teresa, por lo pronto, lo traspasó no sé cuantas veces. Había un designio y un amor de Dios especialísimo hacia esa criatura que le correspondió de una manera también muy especial ¿no? Y cuando peleó tanto por ella, que le costó veinte años conquistarla -veinte años ¿eh?, a Dios, que de un plumazo la podía haber conquistado– y El insistía e insistía… pues por algo sería. Yo pienso que Dios tiene también sus caprichos. El Señor los tiene y ella era especialmente querida de Dios, esto no lo dudo.

Bueno pues… el privilegio que tuvieron las monjas de vivir con ella, es algo que hizo con aquella comunidad y aquella vivencia, sobre todo al principio, porque luego, con el follón de las fundaciones, también la cosa fue distinta y la misma Santa lo dice y lo escribe. Aquellos cinco primeros años que vivieron en San José tuvieron que ser de verdad algo único. Lo que ella dice en el Camino: “un cielo si le puede haber en la tierra”, algo excepcional. Yo no sé si aquellas doce benditas que vivían con ella se daban cuenta de verdad del privilegio que estaban teniendo… no lo sé.  Pero sea como fuere, eso ya no se pude volver a dar.

Otro factor importante también a tener en cuenta es que -en la elaboración de las Constituciones- se tienen en cuenta, entre otros muchos, los datos aportados por el fluir de la vida, la experiencia de la vida, el día a día… Y es evidente al final, ese clima de fervor, clima especial, único y de unidad profunda que se daba en los comienzos de la Reforma y que queda como un reclamo para las generaciones venideras, para nosotras, por ejemplo.

Estos factores, en su conjunto, no se van a dar en las comunidades posteriores. Lo vemos, lo intuimos, lo olfateamos, nos morimos de envidia y nos aguantamos… O sea, no hay más opciones, no… ¡no!

Son muy precisos los datos sobre la experiencia de los cinco primeros años en San José. La Santa nos describe en Fundaciones 1, 1: “como los más descansados de mi vida, cuyo sosiego y IMG-20191025-WA0167.jpgquietud echa harto de menos muchas veces mi alma.” No me extraña, porque a partir de que salió de Ávila para Medina, empezó con un trajín que ya fue un no parar. Paró cuando se murió y porque se murió, si no… yo creo que tampoco. Esos cinco primeros años disfrutó de esa vida, fraguó esa vida, ahondó muchísimo en muchas cosas, avanzó espiritualmente muchísimo y a partir de ahí… se acabó y a correr ¡¡a correr!! Y ella dice que los echa de menos.

Basta fijarse en los términos del lenguaje que ella utiliza: contento –es una palabra muy teresiana- sosiego, quietud, alegría, descanso… o expresiones que hablan por sí mismas: esto es un cielo, un rinconcito de Dios… De las hermanas dice que tienen almas de ángeles; todo un anuncio de buena noticia jalonado de bendiciones, de gratitud y de alabanzas a Dios. Podemos leer párrafos que confirman esto que acabo de decir en Vida capítulos 35 y 36 y el primer capítulo de las Fundaciones, el inicio.

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