El amor a la comunidad por encima de las limitaciones y pobrezas de la misma

 Hay pasajes teresianos -por ejemplo en el Libro de la Vida en el capítulo 7 en los números de 3 a 5- que denuncian abusos y relajaciones en los monasterios de aquel tiempo. Ella, aunque hace esta denuncia, sale en defensa de su Monasterio con delicadeza, porque ella siempre quiso mucho al Monasterio de la Encarnación y a las monjas. Ella no se fue de ahí porque les tuviera manía, porque… ¡No, no, no! Sino porque Dios le pidió una cosa muy concreta que le costó pescozones sin cuento. Ella salió de allí cumpliendo la Voluntad de Dios, no porque tuviera manía a las monjas de la Encarnación o porque estuviera mal, porque de hecho, en el momento en que el Señor le pide la Reforma, es cuando ella estaba tan a gusto y tan bien instalada. Justo entonces le dijo el Señor: “¡Fuera! ¡A fundar!” y ella dijo: “¿Qué? Esto va a ser un lío”. De hecho, ella lo dice: “…todo van a ser desasosiegos y sinsabores…” Y el Señor dice que sí, que estupendo. ¡Que se aguante y que lo haga! ¡Punto!

IMG-20191009-WA0083.jpgEn una comunión le dice: “¡Llevarlo adelante con todas las fuerzas!” “Pero es que… –si a Dios no se puede convencer– pero es que todo van a ser desasosiegos, trabajos, incomprensiones, no lo van a entender… se van a enfadar, les va a parecer que…” “¡Llevarlo adelante con todas las fuerzas!” fueron las palabras que el Señor le dijo.

Quiero decir con esto que ella amó siempre al Monasterio de la Encarnación y de hecho cuando, después de la Reforma, la impusieron como Priora del Monasterio de la Encarnación, se desvivió por ellas y… le dio la vuelta a aquello totalmente: se dejó de pasar hambre, cosa que hasta entonces había sido imposible. Era una monja que tenía mucho sentido común y organizó aquello, puso orden, y al final estaba todo el mundo tan contento porque, para empezar, ya no tenían hambre: ¡llevaban setenta años muertas de hambre! Porque ella, en su gran sentido común, entendía que primero había que estar bien en lo material para poder proveer a lo espiritual. Empezó alimentando el cuerpo y después ya les llevó de confesor a San Juan de la Cruz, que tampoco estaba nada mal y aquello… ciertamente cambió. No pasaron a ser Descalzas hasta el siglo XX, pero espiritualmente las enriqueció muchísimo porque además amaba a esa comunidad.

Ella defiende su Monasterio aunque dice que hay muchos abusos, dice: “Esto no se tome por el mío porque hay tantas que sirven muy de veras y con mucha perfección. No es de los muy abiertos y en el se guardaba toda Religión.” O sea, ella deja a salvo la fama del Monasterio de la Encarnación cuando escribe el Libro de la Vida (V 7, 3). Pero al mismo tiempo en que las disculpa y las defiende es realista: Santa Teresa es realista. Solo un dato entre muchos: acaba ella de integrarse en al Fundación de San José y ante la posibilidad de que le mandasen regresar a la Encarnación -como sucedió- escribía que “le sería desconsuelo por muchas causas que no hay porque decir. Una bastaba: que era no poder yo allá guardar el rigor de la regla Primera y ser de más de 150 el número” (Fundaciones 2, 1). En la Encarnación no se guardaban la Regla Primitiva y eso es de lo que ella se queja, y por lo que dice que le cuesta volver a la Encarnación.

Y hemos visto el marco jurídico, hemos visto la realidad, las dificultades que había y ahora vamos a ver -en medio de todo ese lío jurídico y de circunstancias- cómo vive Teresa esta realidad -porque la vivió “solamente” 28 años– y en medio de ese caos ella vivió un montón de tiempo y recibió una cantidad de gracias impresionantes.

O sea que… Luego, volvemos a insistir en que el resto nos puede ayudar más o menos, pero el itinerario de cada uno es el itinerario de cada uno. De hecho, ella oraba cuando quería y no oraba cuando no quería; y recibió gracias muy grandes: su primer éxtasis fue en la Encarnación, la Transverberación fue allí… un montón de palabras sustanciales que escuchó, de visiones que tuvo, fueron en la Encarnación… muchísimas mercedes de Dios tuvo allí, muchas, muchas.

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