Santa Teresa y la Comunidad

Mirando y contemplando nosotras la vida de Santa Teresa, contemplamos la cuestión de su vida comunitaria desde dos planos diferentes, desde dos perspectivas diferentes: una nos mostraría las dos experiencias básicas de comunidad que tuvo la Santa -primero en la Encarnación y después ya en la Reforma- y ahí hubo un antes y un después. Y por otro lado, también veríamos su pensamiento en torno a la comunidad religiosa y concretamente en torno al Carmelo femenino. Aunque las directrices y las ideas que da sirven para la Vida Consagrada en general pero, lo que sí es cierto, es que ella en principio escribió para sus monjas, para sus hijas, cómo concebía ella que tenía que ser nuestra vida comunitaria.IMG-20191009-WA0080.jpg

Vemos primero la primera experiencia que tuvo, que fue entre los años 1535 y 1562. Tuvo lugar en el Monasterio de la Encarnación que es donde ella ingresa; Santa María de la Encarnación de Ávila –este es el nombre completo de este Monasterio– es el Monasterio de Monjas Carmelitas en el que ingresa a sus veinte años doña Teresa de Ahumada, en concreto el 2 de noviembre de 1535.

Y ¿por qué precisamente aquí? ¿Por qué ingresó aquí y no ingresó, por ejemplo, en las Agustinas de Santa María de Gracia donde estaba Doña María de Briceño, a quien tanto quería y que había sido su maestra y donde había estado de colegiala interna? Pues Santa Teresa nos dice “que era al que yo tenía mucha afición –el Monasterio de la Encarnación– y adonde estaba aquella mi amiga”, Juana Suárez. (Vida 4, 1)

La fundación de Santa María de la Encarnación de Ávila comenzó en 1479 siendo un Beaterio Carmelitano que se regía por un Estatuto especial. El definitivo edificio fue inaugurado “casualmente” el 4 de abril de 1515, el día que bautizaban la niña Teresa de Ahumada (ese día se inauguró el Monasterio de la Encarnación).

A partir de aquí, la Comunidad cambia su estatuto jurídico para convertirse en un Monasterio bajo la autoridad de la Orden. Sabemos que el Monasterio de la Encarnación estaba sujeto al provincial de la Orden, que el pobre no lo sujetaba… Pero bueno, jurídicamente estaba sujeto. Otra cosa es que luego no hacía carrera de las monjas allí…

Cuando Teresa de Ahumada ingresa en el monasterio, este se regía -no es totalmente seguro pero casi tenemos esa seguridad- por las Constituciones de la Encarnación de Ávila. La Regla la profesaban mitigada y eran unas Constituciones propias para ese Monasterio. Eran unas monjas de profesión solemne, de rezo coral, y el voto de clausura no existía, no estaba en vigor en esa época: “en la casa en que yo era monja –dice la Santa en el Libro de la Vida, capítulo 4– no se prometía clausura”. No era obligatoria, había muchos Monasterios que no tenían clausura. IMG-20190817-WA0111.jpgLas mismas Agustinas de Santa María de Gracia tenían chicas como internas y de hecho, por ejemplo, las Clarisas fueron muy novedosas en su momento porque Santa Clara puso un voto de clausura; tienen -o tenían ahora no sé si lo tienen- un cuarto voto: profesan pobreza, castidad, obediencia y clausura. Eso fue algo muy innovador que Santa Clara impuso como distintivo de las Clarisas. Pero las Carmelitas no lo tenían, en el tiempo de la Santa, no había voto de clausura.

Y ¿cuál era el marco comunitario, desde el punto de vista jurídico, en que se movía la Encarnación de Ávila? Esto que os voy a contar puede parecer un poco rollo, un poco paquete, pero es importante tener un conocimiento de la situación para poder valorar mejor lo novedoso de la Reforma, que a nosotras no nos parece novedoso porque llevamos viviéndolo así toda la vida y “como toda la vida se ha hecho así”… ¡Pues no!, hasta el siglo XVI no se hacía así, se hacía como os lo voy a contar ahora en la Encarnación. Y esto era la generalidad de los monasterios femeninos.

Santa Teresa con su Reforma dio un giro muy importante a la vida religiosa femenina española y luego mundial –se extendió al mundo– pero en ese momento, ella creó un estilo muy nuevo en cuanto al estilo y también en la forma jurídica. Y es importante que veamos un poco lo anterior para que seamos capaces de valorar lo novedoso y lo original del carisma teresiano.

Las Constituciones de la Encarnación, junto con la Regla del Carmen, fueron los primeros textos legales de la Orden que conoció y estudió la novicia Teresa de Ahumada; fue lo primero que le dieron en su Noviciado. Presentan un programa de vida religiosa de gran exigencia, de cuya lectura podemos entender e intuir las siguientes cosas que voy a enumerar.

Presentan estas Constituciones una comunidad estructurada verticalmente en torno a la autoridad y las normas: la Priora estaba arriba, luego estaba el Consejo, luego viene una serie de cargos y oficios… estaba todo muy estratificado. Son escasos los factores que ayudan al conjunto de monjas a sentirse comunidad convocada: vivían todas juntas pero sentirse comunidad es otra cosa.

EIMG-20190819-WA0242.jpgsta encuentra su identidad casi exclusivamente en los actos litúrgicos y corales – era lo que de verdad compartían todas juntas porque ni siquiera todas comían juntas. Por eso parece una aclaración innecesaria que la Santa Madre diga: “tendrán la refección en común. “Pues ¡qué tontería! Pues ¿dónde vamos tener la refección?” Pues es que ¡no siempre era en común! Cuando ella lo dice y lo puntualiza es por algo: es porque ella lo había vivido durante muchos años de otra manera diversa.

En la plasmación del carisma propio del Carmelo –no del Carmelo teresiano, del Carmelo, del profeta Elías, del Monte Carmelo, de la Virgen María– que es un carisma orante, la oración mental no figura en las Constituciones. La que hacía oración la hacía y la que no la hacía pues no la hacía. Estaban obligadas al rezo del coro, pero no a la oración propiamente mental, a la oración. Por eso, Teresa cuando oraba, oraba a su aire -porque quería orar- y en su celda. Y como ella lo hacía y muchas monjas no lo hacían… pues todas creían que era un monja estupenda porque oraba y todo, que no era lo normal entonces. Santa Teresa pone en las Constituciones de las Descalzas que haya dos horas de oración mental al día. “Y ¿eso es novedoso?” ¡Novedosísimo! En el Monasterio de la Encarnación no estaba prohibido, pero nadie te obligaba a hacerlo.

En el estilo de la relación interpersonal de las hermanas predominaba el tono formal, de muchísimo respeto y muchísima reverencia. No había un trato familiar cercano, no se estilaba eso en la vida religiosa.

La Priora está un plano distante, superior, muy por encima del resto de las hermanas y es garantía de observancia regular. El oficio de la Priora es la guarda de la honestidad y el buen cumplimiento de las normas. O sea: una especie de gendarme de lujo con un status propio. Así se concebía el oficio de Priora.

Se prescribe un silencio de carácter ascético y no se contempla ningún momento de reunión comunitaria, de recreación, ni de cosa que se le parezca. Cuando Santa Teresa hace la Reforma pone el mismo tiempo de recreación y de compartir y de estar juntas, que el estar con el Señor a solas en la oración. ¡La vida teresiana es de un equilibrio impresionante! ¡Equilibrio! ¡Lo pone en el mismo nivel, le da la misma importancia! ¡Obligan lo mismo las dos horas de oración mental que las dos horas de recreación! Tú no te puedes marchar del recreo o dejar de acudir a un acto de recreación, porque tienes la misma obligación ante Dios que de ir a la oración. Santa Teresa lo pone al mismo nivel y le da la misma importancia. En la Encarnación, también estaba en un mismo nivel: no había ni oración, ni momento de compartir en comunidad. Lo que ella hace es completamente nuevo y original.

Las Constituciones de la Encarnación programaban una vida común con escasos elementos de cohesión fraterna -prácticamente ninguno- no se tiene en cuenta el factor número –podían ser tropecientas mil, no había límite- ni existen criterios en las condiciones para la admisión al hábito, como por ejemplo, que la persona sea idónea para vivir el comunidad. ¡Vamos…! Si lo piensas despacio, si no había ni comunidad ¿qué más le daba que la candidata fuera idónea o más rara que un perro verde? No tenía importancia, daba igual: una más.20190810_095319.jpg

En ese marco legal muchas carmelitas sirvieron –según nos dice la Santa, porque es otro de los rasgos preciosos de Santa Teresa que jamás critica la vida de la Encarnación, al contrario, la  justifica, la defiende– “con mucha perfección al Señor”. Solo que estas leyes obedecen a la mentalidad de una época con unas carencias muy sensibles en torno al sentido de la comunión fraterna.

A esto, que os he contado que es un poco la situación jurídica del Monasterio de la Encarnación, que ya era complicada, se añaden otras circunstancias que no estaban reflejadas en ninguna ley pero que eran la vida misma, la vida que sucede. Una cosa es la ley y otra cosa es la realidad.

3 comentarios en “Santa Teresa y la Comunidad

  1. Buenas noches madre Olga un saludo desde la Ciudad de México. Espero que se encuentre bien usted y todas las hermanas.Que Diosito le siga dando la paciencia para seguirme guiando año y a muchas otras personas.
    El miér., 16 de octubre de 2019 10:57 AM, Grita al mundo escribió:
    > Madre Olga María posted: “Mirando y contemplando nosotras la vida de Santa > Teresa, contemplamos la cuestión de su vida comunitaria desde dos planos > diferentes, desde dos perspectivas diferentes: una nos mostraría las dos > experiencias básicas de comunidad que tuvo la Santa -primero” >

  2. Conocer para entender y entender para amar. Gracias, Madre Olga María por esta contextualizacion tan clara y , espero, eficaz para entender la esencia del carisma teresiano.

  3. Madre Olga Maria.
    Que hermosas reflexiones tiene usted sobre Dios y nos hace ver y sentir que Dios es super humano. Recien la semana pasada atravez de you tube pude escucharla.
    Le escribo desde Ecuador en America del Sur.
    Me llamo la atencion su sonrisa y esa paz que irradia. Luego ya segui buscando sobre su congregacion.
    Que hermoso regalo que Dios atravez de usted nos da a toda la humanidad.
    El espiritu santo siempre a inspirado en la Iglesia carismas que acojan a todos sus hijos.

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