El Corazón de Jesús nos llama a la unidad

TEXTO: Jn 17, 17-24

Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico, para que ellos también sean santificados en la verdad. Mas no ruego sólo por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en Mí y yo en Ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno: Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados eIMG-20190821-WA0020.jpgn unidad, para que el mundo sepa que Tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a Mí.  Padre, quiero que los que me has dado, estén también Conmigo donde Yo estoy, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.

REFLEXION:

El Corazón de Jesús nos llama a la Unidad, a ser Uno. Nos convoca a ser comunidad de fe, a ser familia, verdaderamente hermanos e hijos del mismo Padre. La Iglesia nos pide que oremos por la unidad de los cristianos y cada año dedica una semana especialmente a rezar por esa intención: la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Una semana que la Iglesia quiere que dediquemos a orar de manera especial por esa intención. Es, sin duda un anhelo del Corazón de Cristo, y el lugar o el momento más indicado para orar por esa unidad es en torno a la Eucaristía, adorando a la Eucaristía porque la Eucaristía es la expresión máxima para nosotros del Amor de Dios y “el amor – dice San Pablo – es el ceñidor de la unidad consumada.”

Yo antes, hace tiempo, cuando oía hablar de esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, me preguntaba: “Pero… ¿tan importante es esto para que la Iglesia dedique una semana entera a pedir -especialmente y con insistencia- por esta intención?” Y, después de darle muchas vueltas, he llegado a la conclusión de que efectivamente… ¡es muy importante! …porque esta unidad es el deseo supremo de Jesús en la Última Cena. Es un deseo intenso de su Corazón.

En su Oración Sacerdotal Jesús hace esta súplica que resuena permanentemente en el Corazón del Padre: “Que sean completamente uno para que el mundo crea; como tu, Padre, en mí y Yo en Ti, que sean completamente uno para que el mundo crea” (Jn 17,21).

En ese momento supremo, en que Jesús nos amó hasta el extremo, no le pide al Padre por nuestra santidad, no le pide al Padre ninguna otra cosa grande, sino algo aparentemente simple… digo aparentemente, porque Él sabía que no era fácil y que no iba a ser fácil. Pide el don de la unidad como signo de amor, de plenitud de amor y como testimonio de la autenticidad de nuestra fe. Nuestra unión en el amor es el reclamo para que el mundo crea. Si no nos amamos de verdad, como Él nos ama, nunca seremos completamente uno y nuestra vida no dará testimonio de fe y no llevara a otros a la fe.

¿Por qué es tan importante la unidad? Reflexionando y contemplando al Señor he llegado a la conclusión de que la unidad es el signo externo del amor, que es el que une de verdad, el que aglutina, el que apiña… El que hace uno es el amor; mientras que el odio es quien crea la división. Contemplando al Señor se ve claramente: el Padre, el Hijo y el IMG-20190821-WA0018.jpgEspíritu Santo son Uno; son la Unidad Perfecta, son el Amor Perfecto, son la Verdad, son la Vida… Mientras que el odio da lugar a la división, a la muerte, a la mentira, porque… acordaos de aquel pasaje, en Gerasa, en el que Jesús va expulsar un demonio y el mismo demonio le contesta: “Somos muchos, somos legión.” En el mal, en el demonio, en el pecado, no hay unidad, hay división; y, en consecuencia, confusión, muerte, odio… el enemigo es mentiroso y padre de la mentira… todo lo que sea dividirnos, separarnos, distanciarnos, alejarnos unos de otros… no es nunca de Dios, no es del Amor, sino del mal, del demonio.

Por esto ¡es tan importante esa Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos! Porque… ¡es muy triste que los que creemos en Jesús y reconocemos a Jesús como Hijo de Dios y Salvador del mundo estemos divididos entre nosotros! ¡Es muy triste que Jesús no nos motive lo suficiente para ser completamente uno y haya tantas confesiones cristianas distintas! ¡Es un contrasentido que haya tantas Iglesias distintas cuando Él dijo que solamente habría una Iglesia y cuando insistió en que fuéramos uno! ¡No tiene ningún sentido decir que creemos en Jesucristo, que somos cristianos pero de tal confesión o de tal otra…! Si lo pensamos despacio es un contrasentido aunque es una triste realidad. Sobre todo tiene que ser una espina dolorosa en su Corazón…

Y ¿por qué estamos divididos los cristianos? ¿Por qué no hay una sola Iglesia y una sola confesión cristiana? ¿Por qué? Porque a lo largo de la historia se nos ha ido enfriando el amor y no ha sido lo suficientemente fuerte el amor a Jesucristo para hacernos completamente uno en torno a Él. ¡Tenemos que hacer piña en torno a su Corazón y obedecer a su Mandamiento nuevo! ¡¡Obedecer a su precepto de amor!!

¡Qué importante es obedecer para permanecer unidos! Y la mayoría de las divisiones vienen de desobediencias a la Iglesia, de no querer acatar la autoridad del Vicario de Cristo en la tierra, de no querer reconocer esta autoridad que Jesús mismo le confirió. En definitiva: de negarnos a obedecer… porque cuando no queremos reconocer la autoridad de alguien es porque nos negamos a obedecer. Y ¡no obedecer al Vicario de Cristo es no obedecer a Cristo! Y volvemos siempre al mismo sitio: ¡no obedecer a Cristo es no amar a Cristo! Y empieza el Cuerpo a fragmentarse, a debilitarse… y, por último, a romperse.

Contemplamos ahora ese Jesús que nos ha llamado y nos llama, nos sigue llamando a la unidad. Ese Jesús que ante nuestros silencios, ante nuestros egoísmos, ante nuestras desobediencias, ante nuestra siembra a veces de división, de discordia, permanece en IMG-20180803-WA0040.jpegsilencio. Un silencio manso, sereno, humilde, pero dolorido y que nos repite sin cesar: “¡Amaos y sed uno! ¡Sed completamente uno para que el mundo crea, para que el mundo pueda creer!” Si nos amamos y alcanzamos esa unidad, haremos presente a Jesús en el mundo de hoy, le haremos de verdad Vida y nuestros semejantes le podrán ver en nosotros. Que cuantos se acerquen a nosotros… ¡vean a Jesús! Para que vean a Jesús es necesario que seamos completamente uno y el mundo podrá creer.

¡Miradle! ¡Contempladle! Pidamos la gracia de la unidad perfecta en el amor, de ser de verdad un solo corazón y una sola alma los que estamos aquí adorando su Cuerpo y reconociendo su Señorío en nuestras vidas.

ORACION:

Señor Jesús: concédenos la gracia de la unidad en Ti, en tu Amor, en tu Corazón. Que seamos de verdad Uno en Ti para que el mundo crea -por nuestro testimonio- que Tú eres el único Camino verdadero para la Felicidad auténtica e imperecedera. Amén.

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