La misma realidad muchas veces cambia totalmente dependiendo de cómo nos situemos para admirarla; os comparto un ejemplo que a mí me ha ayudado mucho a la hora de juzgar hechos, circunstancias y personas.
No vale mirar desde fuera y sin mojarse: ese “no mojarse” desautoriza desde ya tu opinión. Hay que meterse en el pellejo del otro para poder barruntar un poco sus sentimientos, sus agobios, sus preocupaciones, su intención… Hay que mirar las cosas desde dentro. Eso da una perspectiva y una visión diferente. El P. Raniero Cantalamessa utiliza una imagen bellísima refrendando esta idea: explica que si entramos en una de esas bellísimas catedrales góticas -que tienen unas vidrieras maravillosas- y contemplamos desde dentro de la catedral la vidriera, quedamos extasiados ante su belleza, ante semejante fiesta de luz, de color, de trasparencia, de brillo… Y nos parece la cosa más espectacular y más bonita. Viéndola desde dentro, se disfruta y se goza de la belleza de esa vidriera.
Pero esa misma vidriera, si la contemplamos desde la calle, desde el exterior del templo, es horrorosa. Primero no se sabe si es una vidriera o qué cosa es. Desde fuera se aprecia un conjunto negro de hierro, un montón de junturas de plomo… algo que parecen ser cristales pero… se ven de un gris oscuro feo y desabrido… todos iguales, no se aprecian colores, ni apenas formas… sólo un montón de hierros y tiras de plomo que parecen enmarañados y sin orden ni concierto… Así se aprecia una vidriera desde fuera.
Sin embargo, si un minuto después entras dentro de la catedral y la contemplas desde dentro, es cuando te admiras de la verdad de esa vidriera. ¿Por qué? Porque está creada para ser contemplada desde dentro del templo, no desde fuera. Si la contemplamos desde fuera, no vamos a percibir su belleza, sino lo fea que parece. Percibiremos únicamente lo externo, que nos desagrada, que… no tiene coherencia ni sentido, ni mucho menos belleza. Y, si la juzgamos desde fuera, nos vamos a equivocar totalmente.
Hay que entrar dentro de cada persona, dentro de cada templo vivo y tratar de contemplarlo como es en realidad, en su esencia íntima y más profunda. Huyamos de la superficialidad, que somos muy torpes y estamos muy acostumbrados a mirar desde fuera, a no ahondar, a juzgar a la ligera… y enseguida, dictaminamos: “¡Qué feo!… ¡No me gusta!… ¡qué cosa más espantosa!…” y nos quedamos tan convencidos…
Hay que entrar dentro, dentro de la historia de cada ser humano, con cuidado, con muchísimo respeto, de puntillas… Y desde dentro, con misericordia y amor, contemplar ese templo para disfrutar y asombrarnos de toda su belleza.
Eso tenemos que hacerlo siempre, con todos. No nos podemos permitir el lujo -que más que lujo, es necedad- de mirarlos desde fuera y decir que son feos: intenta entrar dentro de ese templo que es tu hermano, de puntillas, con suma reverencia, y admírate de su belleza interior. Y, si desde el exterior no ves esta belleza, no dudes que la tiene. El que tú no la veas no significa que no la tenga, sino más bien que a ti te falta amor para apreciarla.
Examinémonos en esto ¿cómo miramos a las personas? ¿y las circunstancias de la vida? ¿fríamente y desde fuera, o intentamos ponernos en el lugar de los otros, calzar sus zapatos y meternos en su pellejo? ¿intentamos que nos duela lo que a ellos les duele para poder mejor comprender?
Un abrazo fuerte y hasta el próximo viernes
- Olga María, cscj
Buenas noches M. Olga María. Estoy de acuerdo con usted. Pero me digo que cuando no miro mucho al Señor no encuentro sa mirada que trasforma mi mirada. Me acuerdo cuando una vez estuve 2 meses con enfermos de lepra. Esto me daba mucho miedo al comienzo. Pero cuando di el paso y encontré sus miradas… Ya no eran los enfermos que veía pero los amigos y su confianza dándome su amistad. Quiero pedirla perdón. Creo que viendo tanta dicha me digo que esto no puede ser verdadero. Pero la veo en las videos y usted est tant igual a usted misma que reconozco su verdad. Tiene un temperamento de fuego pero que ternura. Sobre todo me atrae su sencillez que no est de la cabeza inclinada piadosa, pero una persona clara y sin miedo. No me gusta dar compliments ni recibirlos… Le digo lo que veo. Veo las hermanas después la entrada… Y como no han cambiado. Lo que me da alegría es ver su amor por l’Eucaristia y el corazón de Jesús. Gracias de decirnos cada viernes su manera de ver la vida. Podría hablarnos de la paz y como guárdala en todo momento? Gracias. La abrazo después Francia. Aquí no hay vocaciones como ustedes tienen et las que veo en la ancianas clarisas de Lerma… Pero prefiero las carmelitas porque mi espíritu es Carmelitano. ana
¡Alabado sea Jesuscristo! Que realidad nos ha hecho ver M. Olga Maria vivimos tan apurados, que ya ni siquiera nos miramos a los ojos para hablarnos, por lo tanto no sabemos que le pasa a todo nuestro entorno. Y se mira a alguien , como saber quien es , que siente, que está viviendo . Gracias Madre Olga María, por sus comentarios y hacer que reflexionemos. Un abrazo.
Meterse en la piel del otro es un ejercicio que requiere una gran sensibilidad humana que no todo el mundo logra entender.
Es fácil juzgar desde fuera sin conocer… Cada uno tenemos dentro muchas cosinas, algunas muy buenas, otras no tanto ( porque somos humanos) pero todas….¡Todas! Deberíamos colocarnos en el lugar de los demás para saber comprenderles. Una actitud nuestra puede ser juzgada sin fundamento ( la mayoría de los juicios que hacemos es por este motivo) pero como digo yo muchas veces; cuando rascas un poquino y llegas al fondo, entonces entiendes….La vida no es sencilla y hay gente que pasa situaciones en la vida muy duras. Yo creo que todos, en algún momento de nuestra vida, nos hemos topado con esto. Una cosa que siempre me ha ayudado mucho es antes de hablar mal de nadie, de criticar su comportamiento, su forma de actuar, ha sido: voy a rascar más en esta persona para poder entenderla y ayudarla. Y…lo que no quisiera que me hicieran a mí, no quiero hacerlo a los demás.
Que gran verdad, pero a veces, cuán difícil es.
Gracias Madre Olga por sus reflexiones y hacernos recordar cómo ser dignos seguidores de Jesús.
Que difícil es ver las vidrieras desde dentro.Sí, con algunas personas,te paras y das tiempo a que surja esa persona que no se ve desde afuera,pero con otras ,o no te importa la suficiente,o pasas directamente y le sacas todos los defectos habidos y por haber,así es imposible ver nada más. Se intentará Madre,entrar y ver las vidrieras.Un abrazo.❤❤❤❤
Muy ciero madre, la perspectiva lo cambia todo. Y qué cuidadosos debemos ser a la hora de juzgar de alguna manera a nuestros hermanos! Cuando he juzgado apresuradamente, Dios se ha encargado de mostrarme mi completa equivocación. Me ha mostrado la otra realidad que no ví.
Abrazo grandote, gracias.
Gracias mi querida Madre Olga Maria.en usted siento la presencia del Señor,que me acerca mas a conocerlo.abrazo y siempre en mi corazon.