El miércoles fue un día muy fuerte para mí en el sentido de que en el mismo día recibí la noticia de la muerte de tres personas conocidas: la madre anciana de una buena amiga, un sacerdote muy allegado al monasterio y el obispo de Astorga. Los dos primeros estaban enfermos y se podía esperar, aunque siempre impresiona, pero el Obispo de Astorga… la verdad es que ha sido un mazazo inesperado.
Una vez más llego a la misma conclusión de siempre: que no se nos olvide que la muerte es la única realidad de esta vida. Que en cualquier momento puede llegar y que nos va a visitar, nos guste o no. Y que, ante la muerte, todos somos iguales: jóvenes y viejos, hombres y mujeres, creyentes y no creyentes… La muerte no hace acepción de personas: es la única realidad de esta vida, lo único que sabemos que -indefectiblemente- nos va a suceder a todos. Todo lo demás… es incierto, pero la llegada de la muerte es absolutamente segura: otra cosa es que no sepamos dónde o cuándo, o en qué circunstancias… pero va a llegar sin duda ¿Estamos preparados para recibirla, o seguimos viviendo como si fuéramos a estar en este planeta para siempre?
Nuestro tiempo de vida es limitado, no lo olvidemos, y además… no sabemos de cuánto disponemos. Por eso es bueno aprovecharlo bien y no malgastarlo, ni caer en el error de pensar y vivir como si fuéramos a estar aquí siempre. Cada instante de nuestra vida nos es dado, nos lo regalan… y podemos emplearlo bien o malgastarlo, pero no podemos retenerlo como quien recibe una moneda y la guarda en el bolsillo esperando y planeando la ocasión más acertada para gastarla en algo que merezca la pena.
El tiempo sólo “sirve” para una cosa: para hacer el bien. Y al final… es lo que nos queda: el bien que hayamos hecho y el amor que hayamos dado. Cada segundo que yo deje pasar sin amar y sin hacer el bien, es un segundo perdido y malgastado que ya nunca voy a poder recuperar. Y no vale decir que ya habrá más ocasiones, o que lo dejamos para más adelante, porque el tiempo se pasa y los segundos de vida que Dios me ha asignado se “gastan” y ya no vuelven y tienen un límite.
¿Cómo he empleado yo mi tiempo? ¿y cómo voy a emplear el que me quede? Dice San Juan de la Cruz que “a la tarde de la vida te examinarán en el amor”. Entonces no van a servirnos de nada los logros profesionales, ni académicos, ni el éxito personal, ni la eficiencia en el trabajo, ni la buena posición social y económica, ni el prestigio… A la hora de la muerte eso no cuenta: para ese examen puntúan únicamente la bondad y el amor.
Y ahora me diréis que algunos no estáis seguros de que ese examen exista… ya contaba con esa objeción. Para los creyentes no hay discusión: tenemos pendiente un examen de amor en un cara a cara con Dios, y para los no creyentes os digo: tenéis pendiente ese mismo examen ante vuestra propia conciencia, que será vuestro propio juez. Podéis abandonar este mundo con la paz de haber vivido para la bondad y el amor, o con el pesar de haber pasado por la vida sin haber hecho lo mejor, que es amar, y rindiendo tributo al egoísmo.
Por eso propongo que busquemos un ratito y en paz, serenamente, pero también muy sinceramente, examinemos cómo aprovechamos nuestro tiempo. En qué lo empleamos y -como diría Santa Teresa- determinarnos a no malgastar ni un segundo más y a lanzarnos inmediatamente a hacer todo el bien posible. Si todos hiciéramos eso… ¡cambiaríamos de raíz el mundo!
enseñame,SEÑOR, danos tu sabiduría,para conocerte y conocernos,se que no se perderá ni uno solo,y ahí mi confianza,y gratitud,.muéstranos el camino,y que tu gracia nos vaste,cuida mucho a Madre Olga,amen.
Al leer éste artículo y hacer mi propia reflexión sobre “mi vida” veo que empleo mi vida a ser buena y hacer el bien a los demás.aunque de forma imperfecta porque me falta paciencia y el ego a veces me hace no ver las cosas…
La meta que quiero conquistar cada día es el amor, dejarme amar por Jesús y amarle en la interioridad de mi ser y en en los demás, aunque duela! Sin Cristo nada vale la pena! Y vivir por Él, con Él y en Él, es vivir por amor, con amor y en el amor.
Que así sea! ❤
Desde hace muchos años mi lema en esta vida ha sido: Vive el hoy y no el mañana pues no sabes si ese mañana llegará…y antes de dejar tantas cosas importantes por hacer, para mí lo más grande es el amar: a los míos, a mis amistades, a la gente que quiero y que rozo a menudo…
En dos semanas el corazón me ha dado un vuelco y me ha hecho detenerme a pensar. La semana pasada fallecía de golpe el hermano de una compañera: tenía 46años, dos niños de 10 y 12 años…se fue a trabajar , se despidió de su mujer e hijos y ya no volvió. Esta semana muere la madre de una amiga a la que tanto quiero. De nuevo me he planteado cómo pasa la vida en un suspiro, de estar vivo a no estarlo en cuestión de segundos. Me paraba a pensar con dolor y me decía a mí misma cómo estoy aprovechando cada segundo de mi vida. A veces nos empeñamos en cosas superfluas y sin importancia pero no nos damos cuenta de que nos estamos perdiendo grandes maravillas. Para mí de un tiempo a esta parte, me detengo en los pequeños detalles, quizá por mi defecto de ser muy observadora pero, esos pequeños detalles son los que más valoro: una sonrisa, una palabra de aliento, un detallino chiquinino como mandarte una simple carta cuando ahora las grandes tecnologías, nos tienen tan absorbidos…un simple escuchar a los demás, un poder facilitar la vida a los demás, un abrazo inesperado, una mirada tierna, un saber estar contigo a pesar de la lejanía, una simple llamada de teléfono preguntando cómo estás…y así tantas otras cosinas más… Y disfrutar de todo esto te puede parecer absurdo pero a mí es lo que me da vida, lo que me hace sentir que cada cosa vale una fortuna porque cuando llegue el momento en el que el Señor venga a recogerme, no me voy a llevar ninguna riqueza material, sin embargo, me voy a llevar muy dentro todo el haber aprovechado cada acontecimiento para hacer la vida más agradable a los demás, para regalarles un ápice de esperanza en medio de esta vida…
¡Cuántas veces me he planteado con lágrimas en los ojos, qué le voy a entregar al Señor cuando esté ante Él y no tenga nada porque mis manos están vacías! Entonces le abriré de par en mi corazón y le mostraré todos esos segundos que viví enamorada de la vida, y le llevaré a aquellas personas que conocí y pude ” pegarles” un poquino de amor incondicional a María y mi entrega desapercibida a su Hijo.
Hay que disfrutar de lo que el Señor nos brinda a cada uno mientras estemos en esta tierra pero siempre con los pies clavados aquí y el pensamiento siempre puesto en el cielo.
Tengo un amigo que siempre me dice que la vida no se puede vivir sin organizarse y yo siempre le digo que eso no es así, que si tú vives el hoy como si no hubiera un mañana, aprovechas mucho más el tiempo y te vuelvas de otra manera…No sé lo que pasará cuando acabe de escribir estas letras pero sí sé que si está noche me acuesto y ya no me levanto, habré hecho en ese momento, lo que debía hacer.
Por eso pienso que es muy importante decirle a la gente cuánto la quieres AHORA, o hablar con esa persona que hace mucho tiempo que quieres hacerlo y no encuentras el momento.HAZ un PODER pero AHORA. ¿Cuánto hace que te habías propuesto una lista de cosinas y no has cumplido ninguna de ellas por falta de tiempo?….
Y antes de finalizar todos estos pensamientos que se agolpan en mi mente con fuerza, te diré también que dejes preparada tu alma en este AHORA, que saques todas tus pelusas, esas manchas que llevas incrustadas desde hace tiempo, que abras de par en par las ventanas para que se ventile y que le abras la puerta aunque tengas que quitar mil cerrojos…porque Él está esperándote para fundirse contigo en un abrazo eterno y cuando llegues a su presencia, te dirá: ” Mujer, levanta y no peques más” y bailarás en el cielo con una alegría….
Hay un refrán que dice: “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”…Aprovecha cada instante con esmero e ilusión pero siempre con la meta de acercarle muchas almas, de amarle de verdad, de darse porque Él lo hizo por ti dando su vida en la Cruz y sigue haciéndolo cada día en cada Santa Misa. Sigue entregando su corazón en pedacitos de pan para estar con nosotros…¿ Y yo qué hago por ti, Señor? Entregarte cada segundo de mi vida, con amor.
Eso es lo importante: presentarse ante Dios con las manos vacías.
Vacias porque hemos vividos abandonados a su amor y nada más hemos necesitado.
Vacias de odios, de rencores y envidias.
Vacias de deseos y vanas necesidades.
Vacias de todo aquello que nos puede apartar de su Amor.
Manos vacías, limpias y claras porque sólo Él ha tenido cabida en nuestras vidas.
si si, pero habíamos quedado que ese juicio final es ante el PADRE mas amoroso de todos los padres. Cómo pues nos va a juzgar? A mí se me ha quitado el miedo por completo, me va a juzgar mi padre DIOS, el que sabe de antemano todas mis debilidades y todo mi empeño, aunque sea infructuoso, por haberle seguido de cerca, ya sé que con poco éxito, pero EL lo sabe ya desde antes de empezar…….