Consecuencias del corazón teologal

Participamos de la misma inmutabilidad de Dios, porque lo inmutable de Dios es que no cambia su esencia. Mi esencia es vivir abandonada siempre. Eso produce un equilibrio, una paz… en definitiva: una madurez, que no va a dar ninguna otra cosa en esta vida. Y si me habitúo a vivir de esa manera, esto se transforma en un clima estable en mi interior. Y son pocas las cosas que me pueden perturbar. Y si me perturban… va a ser en la superficie, como si dijéramos, en la corteza. Pero en lo hondo del corazón, en el corazón teologal, no entra la angustia, no entra el miedo, porque está Dios. Está el amor de Dios, y está la confianza. Y el amor de Dios y la coIMG-20180908-WA0331.jpgnfianza destierran totalmente el miedo.

Esto nos lleva también a un amor más puro, porque es más conforme al de Dios. Y nos lleva a una cosa importantísima: amar todo lo suyo, y amar con predilección lo más pequeño, hasta lo más pequeño de lo suyo, hasta el más pequeño y débil de los suyos.

El amor que brota del corazón teologal es un amor que no busca nada, sino únicamente la posibilidad de darse. Llegará un momento en que dejaremos de desear ser amados. Cuanto más amados seamos de Dios, por la ofrenda, por la ternura que está derramada en nosotros, y por la vivencia del abandono, menos desearemos ser amados de nadie y más imperiosa será en nosotros la necesidad de darnos, de entregarnos a Dios.

Se va creando un vacío de algo que es muy tremendo en la vida del hombre, pero que es una realidad: el afán, muchas veces desordenado, egoísta y desajustado, de ser amados -es nuestra prioridad, que nos quieran- y llega un momento en que esa prioridad pasa a un segundo plano. Ya no te importa tanto que te quieran o no te quieran; lo que importa es que tú puedas querer a todos más y más.

Por fín salgo del centro de mi vida y le dejo el sitio a Dios. En el centro de mi corazón está Dios, amándome y empujándome a darme, a derramarme, a entregarme, a amar. Ese es el corazón teologal. Un corazón en el que está Dios, en el que “manda y gobierna Dios” y yo ya… mi voluntad humana está rendida y no desea, no busca, no ambiciona ser amada. Solamente desea y busca y persigue ocasiones de entregarse, ocasiones de amar.

Así pues, en el corazón teologal convergen las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y el amor. Todo converge hacia ese interior purificado de nuestro ser -en el que Dios reina de manera estable, permanente, siempre- que es el corazón teologal.

Nuestras facultades están aquí ya como -a ver si lo sé explicar, que una cosa es entender algo y otra cosa es saber explicarlo- poseídas por el Espíritu Santo. El corazón teologal es el signo claro, la seguridad absoluta, de estar poseídos por Dios, por su gracia.

Es impresionIMG-20180908-WA0308.jpgante esto, porque lo mismo que se puede estar poseído por el demonio, poseído por el mal, que se puede estar poseído por el bien, se puede estar poseído por Dios, por la gracia.

Esta posesión de Dios -estoy poseída por Dios, soy pura posesión de Dios, pura pertenencia de Dios-, esto es el corazón teologal. Esto es la unión con Dios, de la que santa Teresa nos habla en las moradas quintas, y en definitiva es la santidad, es el punto más alto de santidad a que podemos llegar por nosotros mismos, por nuestra determinación.

A partir de ahí, ya… es Dios quien actúa, ya no somos nosotros; pero la santidad a que estamos llamados es ese corazón teologal, esa actitud que nos describe Teresita cuando dice que “la santidad no está en tal o cual práctica, sino que es una disposición del corazón que nos hace pobres y sencillos, conscientes de nuestra debilidad pero confiados hasta la audacia en su bondad de Padre”. Pues esa definición que ella da de la santidad, es la actitud, -no está en tal o cual práctica, sino en una actitud del corazón- del corazón que ella describe magistralmente, es el corazón teologal.

Y es la santidad más alta a la que podemos aspirar en este mundo: llegar a tener un corazón según Dios. El corazón teologal es un corazón según Dios. En el que impera Dios y que está poseído por Dios. A esto lleva el Caminito, con sus dos sendas, con sus dos hitos del camino: la ofrenda al amor misericordioso y la vivencia del abandono.

Las facultades -decíamos- están poseídas por el Espíritu Santo, que nos lleva -esto ya es un clima de vida muy deseable- cuando el espíritu Santo se apropia de todas las facultades: memoria, entendimiento, voluntad, imaginación, sentidos interiores, sentidos exteriores, todo lo que nos constituye como personas, cuandoIMG-20180912-WA0088.jpg el Espíritu Santo se apodera de todo eso, nos lleva a una atención suave y continuada, a la presencia activa del Padre, en nuestro interior, y a una relación íntima y cálida y continuada, ininterrumpida, con Cristo.

Llega un momento en que la persona ya no habla de Cristo, vive siempre con Cristo.

Llega un momento en que la persona no tiene que dirigirse en un momento dado a Dios, porque está siempre en esa atención continuada e ininterrumpida.

Eso, no hay que desmoralizarse, porque yo misma, cuando lo leía, me desmoralizaba, sobre todo cuando leía lo de Teresita, que nunca había estado más de tres minutos seguidos sin pensar en Dios. Yo decía: “pues a veces yo… paso horas sin pensar demasiado en Dios”. Esto es como todo: nosotros podemos hacer algo, pero poco.

Otra cosa es que el “algo” que hay que hacer, hay que hacerlo: prepararnos para esa atención amorosa. Tú te dispones a que Él te coja, y Él se va adueñado de todo tu ser.

Insensiblemente, poco a poco… te va transformando interiormente y llegas a vivir en esa atención suave, casi imperceptible, sin estridencias, de Dios en ti. Dios se te hace tan íntimo, tan cercano, tan cotidiano, tan habitual… que está siempre contigo.

Una expresión de san Agustín dice que Dios es más íntimo a mí que yo mismo. Pues esta presencia es una presencia continuada y consciente, y es consecuencia del corazón teologal. Eres consciente de estar en esa presencia. Pero es una presencia suave, sin estridencias: es como la brisa suave que el profeta Elías percibió en la gruta. En el huracán o en el fuego o en la lluvia… ahí no estaba Dios, porque no podríamos vivir siempre eIMG_20180908_223352_396.jpgn medio del huracán o del fuego o de la lluvia, porque sería imposible.

Puede haber momentos de una presencia fuerte de Dios en nuestra vida, pero habitualmente será una presencia suave. Si no… nuestro natural humano no lo podría resistir. Nos moriríamos del susto, o del gozo, o de lo que Dios quiera darnos. A veces de sustos y a veces da gozos. Disgustos es lo único que no da, pero sustos sí, y alegrías tan grandes, tan grandes, tan grandes… que no se pueden soportar también.

Si viviéramos en un continuo “subidón” la naturaleza humana no lo podría tolerar: sería lo más contrario a la paz… El corazón teologal nos lleva a una presencia suave, pero continua, de Jesús.

Esa es una de las cumbres más altas a la que han llegado grandes místicos por caminos excepcionales, y Teresita nos invita a todos a llegar por el caminito.

El caminito que de diminutivo tiene el nombre, porque es para almas pequeñas, pequeñas pero fuertes, pequeñas pero libres. De hecho, ella tiene una expresión: “soy un niñito que es un guerrero”. Y peleó hasta el último minuto.

5 comentarios en “Consecuencias del corazón teologal

  1. Que divino mensaje!!! Cuanto amor espiritual, muy admirable y emotivo, quedo chiquitita y a la vez me siento gigante en mis sentimientos, difícil de expresar todo lo que uno desearía con palabras. Gracias “Carmelitas Samaritanas del Corazón de Jesús”, por hacernos sentir infinito amor por la voluntad de DIOS.

  2. Esta presencia de Dios en nosotros,me recuerda la canción de : Salomé Arrecibita “Me tocas”La primera vez que la oí,me impresionó mucho,la tengo bajada y la escucho muy amenudo,me da muchísima paz.Un abrazo.❤️❤️❤️❤️

  3. de lo mejor que he leído en toda mi vida. Un diez sobre diez a su autora.
    solo me hago una pregunta: A esto se puede llegar?. Yo lo deseo y lo procuro con toda mi alma, pero: de verdad se llega?, es que, con toda certeza, no nos podría pasar nada mejor ni de lejos……

  4. hace ya años…Asamblea Carismatica. No recuerdo el sacerdote que predicaba,pero lo hacía con el corazón. PERCIBÍ, ala vez que una ausencia desensaciones,solo una dulzura interior y lagrimas en mis ojos…podria decirse, si no fuera un atrevimiento, que se semejaba a la Transfiguración del SEÑOR, no se cuanto duró, pero posteriormente me puse en la fila de los que querían confesarse -mi pecado erala soberbia, nunca hasta entonces había sentido la soberbia como un pecado-, todo tenia que pasar por el filtro de mi razón y mi razón era la que me guiaba…casualmente el sacerdote confesor, me confesó el mismo pecado, tambén con lágrimas en los ojos. ESO FUE PARA MI NACER DE NUEVO,,, y aun me queda mucho por crecer…en el AMOR UNO VIVE EN EL CORAZÓN DEL OTRO MAS QUE EN EL SUYO PROPIO, por eso creo que estamos destinados a esa transformación: nosotros en EL y EL en nosotros… GRACIAS Madre por llevarme a recordar esta experiencia que aun hoy,pese a los desiertos, está viva en mi solo porque Jesús es quien se ocupa…

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