La enseñanza cumbre de Teresita

Esta es la enseñanza fecunda de Teresita. Ella, durante muchos años, con un tacto exquisito y maravilloso, la infundió en sus novicias. Quién es discípulo de Teresita -los que queremos serlo- tiene que aceptar de corazón, con todas las de la ley, ser un niño y no pretender crecer nunca.

Hay que renunciar photo-1.jpga crecer, a hacernos mayores, a hacernos responsables, a madurar como quiere el mundo que maduremos, a ser gente capaz, inteligente… ¡Noooo! Hay que permanecer en esa simplicidad.

Pero renunciar a ese crecimiento humano nos cuesta mucho. Nos cuesta parecer simples, sencillos, no nos gusta nada porque entendemos la simplicidad como ser tonto.

El niño no es tonto. El niño es niño: es simple, es sencillo. No tiene doblez, pero no es tonto. Lo que pasa es que el niño no tiene recovecos, ni es retorcido en sus concepciones ni en sus pensamientos. Esa simplicidad nos da miedo porque nos parece debilidad, parece que nos quita caché de cara a la galería, que vamos mucho peor… Hay que ser una persona “madura”, “inteligente”, autónoma, “capaz”… que sabe lo que hace, que toma sus propias decisiones… que no necesita a nadie.

Y por supuesto, en tu porte exterior hay que ser sofisticado, complejo e interesante. Y ser un niño es ser simple, y ser llano. Nos parece que es algo despreciable, o -si no despreciable- al menos poco apreciado y carente de prestigio en la sociedad actual. Entonces hay que ser… cuanto más complicados y más sofisticados y más retorcidos mejor: porque a eso se le llama ser adulto.

Ser adulto en la fe es todo lo contrario. Es ser niño. Y el que pretende ser adulto en la fe, pues… no voy a decir que no se salve, pero nunca llegará al puesto de Teresita.

No sé si sabéis que Teresita le prometió a Celina, en cuanto llegara a Cielo, ella no iba a buscar, como la madre de los Zebedeos, el puesto a la derecha y el puesto a la izquierda. Le dijo a Celina: “En cuanto llegue al Cielo reservaré las dos rodillas de Dios: una para ti y la otra para mí”. Es era el sitio que ella quería.

Entonces… todos estos sofisticados e inteligenteIMG_20171201_155756_228.jpgs, adultos en la fe, responsables, maduros, etc., pues sí que se salvarán, pero estarán a la derecha o a la izquierda… o en el escaño que les toque. Pero estar en el regazo de Dios es patrimonio de los pequeños. Teresita está, no me cabe duda. Celina también estará porque ella se lo prometió, y toda la legión de almas pequeñas que le han seguido, estarán allí -como sardinas en lata- pero estarán.

Para llegar ahí tenemos que renunciar a todos esos valores que no son malos, pero que suponen un prestigio aún en lo humano y en lo espiritual. El alma verdaderamente pequeña desdeña todo eso, porque no le interesa estar bien considerado delante de Dios, ni delante de la Iglesia, ni delante de nadie.

Le interesa ser cuanto más pequeño mejor. En todo. Por supuesto en su actitud interior, pero también en las cosas exteriores lo más pequeño posible, lo más sencillo posible. Teresita en eso tenía una especie de obsesión o manía, hacia todo lo pequeño.

De hecho ella pidió que la llamaran Teresita. Ella pidió que la llamaran así. Llamadme Teresita. Y una de las cosas como a ella le gustaba denominarse a sí misma es como un pequeñuelo. Soy un pequeñuelo.

Y en cierta ocasión, cuando le preguntaron cuál era su fiesta litúrgica favorita contestó: La solemnidad de la Encarnación, porque ese fue el día en que Jesús en el seno de María fue más pequeño. Ese es el día en que Jesús fue más pequeño. Y esta es Teresita. Si queremos seguirla… por ahí tienen que ir los tiros.

Quien es discípulo de Teresita acepta sencillamente ser un niño pobre, vivir en los brazos de su padre para descargar en Él todo cuidado, toda ocupación y toda tarea. Teresita -acurrucada en los brazos de Dios o sentada en su regazo- afronta las tempestades sin temor, porque tiene el convencimiento absoluto, aunque no lo sienta, pero lo cree, de que su Padre le está dando a cada instante todo lo que necesita. El alma que sigue las leyes del abandono se asegura del éxito, porque en la conciencia de su pobreza absoluta se entrega a todas las victorias del amor misericordioso. Vencemos siempre apoyados en el amor misericordioso.

Un comentario en “La enseñanza cumbre de Teresita

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *