El movimiento en la práctica

En la práctica Teresita, al inculcar a sus hermanas el hábito de este vuelo a Dios, porque es un vuelo raudo, rápido, obrará con mucho tiento, porque ella sabe que no es fácil. Lo primero que hace, muy pedagógico -y suele sentar muy mal para el que lo padece, pero el que lo hace sabe lo que está haciendo y sabe lo que tiene que hacer- es dejarlas a sus propias fuerzas. Porque si siempre llevan a alguien que las sostiene de la mano, corremos el riesgo de que crean que pueden algo de sí mismas: ¡No! Solitas. Las dejas solas, abandonadas a sus propias fuerzas. Y con esto pueden pasar dos cosas: o se “estrompan” del todo, o recurren a Dios porque no tienen a nadie más. Pero si tenemos un asidero… no vamos a Dios ni en broma, esto está claro. Como tengamos dónde agarrarnos no vamos a Dios.

El buen guía espiritual, el buen superior, lo que hace es retirarse muchas veces a tiempo.

Como no tienes a nadie que te de la mano para sacarte del agujero, no te va a quedar más remedio que agarrarte a quien hay que agarrarte. Porque mientras tengas una mano de carne y hueso a tu lado no te molestas en buscar la Otra Mano que es la que de verdad hay que buscar. Y eso está más que comprobado.

Normalmente somos así: queremos tocar, tocar. Tener un agarradero. Entonces hay veces que hay que apartarse. Como los niños cuando empiezan a andar… Hay algunos que cuando empiezan a caminar se caen. Luego les pasa que cogen miedo y ya no quieren andar. Hay que soltarles y decir: “tú solito”. ¿QuIMG-20180728-WA0020.jpgé pasa? Que dan un paso y miran hacia atrás a ver si estás. Dan otro paso y… vuelven a mirar a ver si estás. Somos así. ¿Qué hay que hacer? Dejarles solos, y si les dejas solos y se ven en la necesidad… ¡vaya que andan solos si quieren algo que les interesa! Caminan y se olvidan del miedo.

En la vida espiritual hay que hacerlo así. Teresita lo hace. Fuerza a sus hermanas a recurrir a Dios, porque no pueden esperar nada de sí mismas ni de nadie. Es sanísimo vernos solas. Es muy sano. Es doloroso, pero es una de las cosas más sanas que nos pueden pasar en esta vida, porque entonces nos damos cuenta de la realidad de las relaciones humanas, aún de las mejores. Y recurrimos al Único que de verdad sacia siempre y no defrauda nunca, que es Dios. Pero como tengamos a alguien al lado… no damos ese paso. Y por eso muchas veces Dios permite que nos veamos en situaciones de extrema soledad: para que saltemos a Él.

El único consuelo que ella les aporta es forzarlas a esa necesidad imperiosa de Dios. Parece cruel, pero es el mayor regalo que les puede hacer: empujarlas a Dios apartándose ella del todo. Sor Genoveva, que utiliza el método de educación de Teresita, porque lo padeció en su propia carne y en su momento se rebotó, porque no entendía que su hermana del alma, que había sido su alma gemela la dejara tirada en la cuneta y no le hiciera ni caso, era lo que ella entendía: “pasa de mí y no me hace ningún caso”.

Había momentos en que se rebotaba. Y sor Genoveva dice: “En lugar de evitarnos nuestros combates destruyendo su causa cosa que para ella hubiera sido fácil, nos obligaba a mirarlos de frente”. Con lo cual… se mosqueaban más con ella, porque… si lo puede quitar, ¿por qué no lo quita?

La respuesta de Teresita hubiera podido ser: “Yo no quiero estar toda la vida quitándote combates, sino que tú los mires de frente y tú se los ofrezcas a Dios. Porque yo no voy a estar siempre para socorrerte, ni nadie va a estar siempre para socorrernos. Tenemos que acostumbrarnos a afrontar nuestra propia vida, solos, delante de Dios”. Por eso Teresita se apartaba.

Un ejemplo de monjas:

Teresita, siendo la hermana más pequeña, como sabéis fue maestra de novicias de Celina aunque era más mayor que ella. Celina era más mayor aunque entró más tarde. Y Teresita fue forjadora de Celina.

Cuando IMG-20180303-WA0214.jpgtenía conflictos, follones o quejas iba a la ayudante de la maestra, que era Teresita, con su queja consabida: “Hoy es sábado y mi compañera de oficio encargada de llenar el arca de madera esta semana, no ha pensado en hacerlo, cuando yo siempre pongo en ello tanto cuidado cuando me toca. Teresita -dice- trataba de familiarizarse con la misma cosa que a mí me indignaba. La hacía propia y mostraba que a ella le parecía muy mal también. Sin tratar de hacer desaparecer de mí el negro cuadro que yo le pintaba -porque lo pintaba como un negro cuadro, una injusticia, la cara que tiene la otra que no se molesta en cumplir con su trabajo… – y ponérmelo bonito, o de justificar la actitud de la otra hermana, me obligaba a considerarlo más de cerca, y parecía ponerse de acuerdo conmigo para afear los detalles del cuadro”. Y decía: “Está bien, admitámoslo. Estoy de acuerdo en que la hermana tiene toda culpa que tú le atribuyes”. Con lo cual la otra ya se descuadraba.

Obraba así para no desairarme” -era caritativa hasta en sus correcciones- “y trabajaba después sobre esa base” -de que es verdad, todo esto que dices es cierto; una injusticia mayúscula, un drama griego, un abuso inadmisible…- “Poco a poco llegaba a hacerme amar mi suerte. Hacerme hasta desear que mis hermanas se comportaran mal conmigo. Que me faltaran con sus desatenciones, que mis compañeras cumplieran imperfectamente con sus oficios. Que se me riñera a mí, en vez de reñirlas a ellas, y que se acusara a mí de haber hecho mal lo que era de mi incumbencia. Llegaba a convencerme de todo eso. En fin, –dice Celina- yo llegaba allí disgustada y acababa haciéndome sentir y concebir en mi interior los sentimientos más perfectos. Después, cuando estaba ganada esta victoria de hacerme desear mi suerte y que me pareciera que lo que era una injusticia era estupendísimo, empezaba a citarme ejemplos ignorados de virtudes ocultas de la hermana a la que yo había ido a acusar. Muy pronto el sentimiento que yo sentía de esa hermana se cambiaba en admiración y llegaba a pensar que efectivamente esa hermana y todas las demás eran mucho mejores que yo”.

Esto es toda una filigrana. “Pero si ella sabía, al final de todo, que la famosa arca de madera había sido llenada por una hermana, después de la visita que yo le había hecho, se proponía decírmelo aunque observación hubiera aniquilado al primer golpe mi combate. Siguiendo el plan que acababa de trazar, cuando ya llegaba a ponerme en una disposición perfecta -hacerme desear mi suerte y admirar a la hermana- me decía sencillamente: Yo sé que el arca está llena”.

Eso es pedagogía pura y lo demás son tonterías, porque hubiera dicho desde un principio: IMG-20180724-WA0126.jpg“Mira, no me vengas con historias porque el arca está llena.” La otra se hubiera ido más rebotada todavía. No, no. Ella se armaba de paciencia y hacía todo eso y al final ponía la guinda: “Yo sé que el arca está llena”. O sea: te has equivocado de entrada y todo tu enfado es un castillo en el aire, un absurdo total…

Una de las cualidades asombrosas del ser humano es la capacidad que tenemos de montar películas. Somos todos cineastas de primera categoría. ¡Hay gente que monta cada película! Sobre una palabra que le han dicho, que le ha parecido, que no es. Pero en la imaginación no os podéis ni imaginar qué guiones cinematográficos montamos. Y lo más grave es que nos los creemos y sufrimos muchísimo inútilmente la mayoría de las veces, y hacemos sufrir a los demás. Y eso hay que pararlo. Teresita en esto es maestra.

Eso es una obra maestra pedagógica, una lección inolvidable de una maestra espiritual inigualable: la paciencia y no dejarse llevar de un impulso cuando viene una a protestar, cosa que no es tan fácil. “Algunas veces -dice Celina- nos dejaba la sorpresa en un descubrimiento análogo y se aprovechaba de la circunstancia para mostrarnos que la mayoría de las veces libramos combates absurdos por razones que no existen y que son puras imaginaciones”. Y es verdad. Eso nos pasa a todos.

Un comentario en “El movimiento en la práctica

  1. Que difícil es llevarlo a la práctica.Los primeros momentos del “rebote”cualquiera que sea el motivo,no pasan así como así.Luego,vas pensando en ello y cada vez le das menos importancia.Pero claro,en ese momento ya te caíste con todo el equipo.Pero bueno:El sabe,nos caemos y nos levantamos continuamente.Un abrazo.

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