La vida del corazón entregado

 

Ese es uno de los problemas graves cuando nos topamos con la ofrenda, que queremos ver los resultados ya. Queremos la eficacia. Y Dios no quiere resultados ya, ni quiere la eficacia. Quiere una fe, una entrega y un abandono. Pero somos tan… que queremos ver ya. ¡Ya! Resultados. Además queremos ver los resultados que queremos ver, no los que Dios quiere:

– Es que yo quiero dejar de tener mal genio.

– Pero es que para Dios no es una prioridad que tú dejes de tener mal genio; quizás sea más urgente cambiar cualquier otra cosa que queda oculta, que está escondida en el interior.

– No, es que a mí lo que me gustaría es acabar con el mal genio que tengo.

– Ya, pero es que a lo mejor a Dios no le preocupa tanto el mal genio y quiere librarte de tus ideas preconcebidas.

Yo qué sé… Somos tan complejos, que cada cual tiene su historia. Y claro: como muchas veces Dios no hace lo que nosotros esperamos que tiene que hacer… Pues eso: nos sentimos como las novicias de Teresita, IMG-20180609-WA0228.jpgque nos han timado. Esto es una mentira. Normalmente los que intentamos timar a Dios somos nosotros cuando le queremos manipular y decidir lo que hay que hacer.

Las almas que se entregan al amor, en su vida nueva viven en lo infinitamente pequeño desde una perspectiva absolutamente nueva. Y es que lo pequeño, lo que muchas veces nos puede parecer sin importancia, sin valor, para Dios es precioso, porque eso tan pequeño, es aquello poquito que nosotros podemos ofrecer y hacer para mostrarle de alguna manera nuestro amor. Esa pequeñez es el signo visible de nuestro amor. Eso tan pequeñito para Dios tiene un valor infinito y es precioso.

Teresita dice: “Recoger cantando las flores de los pequeños sacrificios, las flores -de las pequeñas ocasiones- para entregárselas a Jesús, ese en nuestro oficio. Las almas entregadas no tienen otro cuidado puesto que ya no se pertenecen a sí mismas, y estas nadas, estas pequeñeces son las que atraen más y más hacia ellas el amor misericordioso de Dios”.

Dios se inclina ante esa pequeñez y se derrama más y más. El corazón que se ha entregado llega así, en todo momento, al fondo de las cosas. Trata de poner en cada acción toda la intensidad de amor que el Espíritu Santo quiere comunicarle. Es ya el Espíritu Santo el que ama en el corazón que se ha entregado, donde la intensidad de amor es inconmensurable.

Teresita nos dice, que cumpliendo a la perfección en el presente tu deber de estado, si deseas unirte lo más estrechamente posible a Dios, que te manifiesta en ese momento su Voluntad en esa cosa concreta que tienes que hacer ahora, que es tu deber, la cosa más pequeña e insignificante, independientemente de que te agrade muchísimo o no, se trate de una obra exterior o de una obra interior, IMG-20180609-WA0229.jpgsi vives con esa actitud… ¡estás viviendo en un acto de amor perfecto!

Es simplemente hacer lo que tienes que hacer, con toda sencillez, pero desde una fe profunda: lo haces porque Dios lo quiere y basta. No es porque te gusta o no te gusta, porque siento algo o porque no siento nada, porque es importante o es insignificante. Lo haces porque Dios lo quiere y esa es la manera de vivir y de demostrarle a Él el amor: haciendo en cada momento lo que hay que hacer. No hay que inventar cosas. Y yo sé lo que tengo que hacer.

Yo os puedo decir, ahora mismo, que no siento un amor que me desmaye de la emoción dándoos esta charla. Pero yo sé que, un miércoles sí y un miércoles no, a las siete y media de la tarde tengo que hacer esto. Y es el acto de amor más perfecto que puedo hacer en este momento. No vale irme a rezar otra cosa, o irme a adorar al Santísimo Sacramento. ¿Es malo? No. Es estupendo adorar al Santísimo Sacramento, pero yo ahora tengo que estar aquí haciendo esto. Luego el acto de amor más grande que yo le puedo ofrecer a Dios en este momento es hacer lo que estoy haciendo.

Siento una gran paz y una gran serenidad, porque tengo esa seguridad de estar haciendo lo que tengo que hacer y con eso le estoy agradando a Él y le estoy posibilitando que me ame. Y que haga en mí su obra.

Dentro de lo más ordinario, yo tengo fe en que ahora mismo estoy haciendo lo que Jesús quiere que haga y esa es mi alegría, y eso me basta. Si en un momento dado viene acompañado de algún consuelo, pues… ¡qué bien, qué estupendo! pero aunque no venga acompañado de nada, yo estoy aquí porque Él quiere que yo esté aquí ahora y eso es lo más importante, lo más grande del universo: que yo estoy aquí porque Él quiere que yo esté haciendo lo que Él quiere que haga. Y ahí descanso y tengo paz, ahí tengo serenidad, alegría, y sobre todo… tengo la posibilidad abierta de que Él obre en mí. De que Él haga maravillas. De que Él me conduzca, de que Él me guíe y de que Él me santifique.

¿No es esta la actitud más realista y la más eficaz, la que utiliza al máximo el don de Dios y lo hace de verdad productivo? No hay ya tiempo perdido, ni actos indiferentes, cuando se vive desde la ofrenda al amor. La vida se desarrolla, exteriormente sin cosa especial, pero el hombre interior crece, y el hombre interior es santificado.

3 comentarios en “La vida del corazón entregado

  1. Lo haces porque Dios lo quiere y basta.Que paz siento cuando hago esto.Muchas veces andamos buscando “por las ramas” como agradar a Dios.Como nos cuenta Madre,es tan sencillo,que nos parece que a Dios esas menudencias ,se Le pasan desapercibidas.Dia a día,El marcandonos el camino y usted ayudándonos a que no nos desviemos mucho.Un abrazo.

  2. Querida Madre Olga Marìa, muchas gracias por cada una de las reflexiones que de continuo voy encontrando en mi correo, las leo y las vuelvo a leer, pues son tarea para mì y mi crecimiento espiritual.
    Es un regalo muy grande que Dios nos hace, que si no lo aprovechamos para nuestra santificaciòn ¡¡ Ay de nosotros !!
    Siempre trato de poner toda la atenciòn posible desde el primer reglòn en que empiezo a leer, y a medida que voy avanzando me voy dando cuenta que debo llevarla a una reflexiòn mayor… y asì fàcilmente paso la semana completa con una sola de ellas tratando de “desmenuzarla” , voy confrontando sus palabras con mi vida personal, y siempre descubro virtudes vuestras que debo poner en pràctica, y otras cosas que debo urgentemente corregir … en fin.
    Me encanta cuando nos habla de Santa Teresita del Niño Jesùs, a pesar de que he leìdo varias veces “Historia de un Alma”, es ella misma quien se encarga a travès vuestro de ayudarme a profundizar en lo que me falta.
    Querida Madre Olga Marìa, quisiera aquì comentar algo con respecto a esa señora que la encarò no de buena forma porque quizàs ella no conoce el verdadero lenguaje o las palabras apropiadas para dirigirse a las personas, no me cabe duda de que algo debe haber cambiado dentro de su intrìnsica soberbia, ya que usted por su parte, como la Esposa de Cristo que es, debe haberle transmitido sin la menor duda ¡ mucho de El !, sobre todo una mansedumbre a la que no debe estar acostumbrada y por eso su reacciòn es alborotada.
    En nuestro mundo espiritual todo redunda para bien, pues todo es guiado sabiamente por Dios, y por mi parte trato de dilucidar que quizàs a ella le hacìa falta conocer el lenguaje del Amor, por eso Dios la puso delante suyo…. crèame querida Madre, que el mal rato vuestro pasarà, pero la sonrisa que le regalò usted a ella quedò grabada en su conciente e inconciente y le servirà por el resto de su vida, Dios se encargarà, porque El no hace milagros a medias.
    Gracias Madre Olga por todo lo que nos da a los que tratamos de ser mejores catòlicos, y por lo que le entrega al mundo entero, siento muy dentro de mi corazòn que Dios nos la manda a todos sin distinciòn, y le doy gracias a El por eso todos los dìas.
    Reciba un abrazo muy, muy fuerte
    En el corazòn de Jesùs y Marìa
    soy su siempre agradecida
    Marìa Eliana

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