Preparándonos para la unión

Teresita -es muy importante lo que voy a decir ahora- nos enseña a no juzgar nunca de nuestro grado de unión con Dios por los sentimientos de fervor o de aridez que se tengamos. Nunca podremos saber si estamos unidos o no a Dios en virtud de los fervores o los aburrimientos que tengamos. Ese no es criterio.

Santa Teresa, Nuestra Madre, dice: “No querría para mí otra oración sino para que nos hiciera crecer en las virtudes”. Ahí es donde sIMG_20170716_160248_050.jpge mide la vida espiritual, por los frutos. Y la oración que tiene esa persona y su unión con Dios: por la humildad, por el dominio, por la sencillez, por la sinceridad, por la servicialidad… Esos son los frutos. Esa es la persona que de verdad tiene una vida espiritual.

En la unión mística puede ser el plan de Dios, gustar la presencia de su agrado y el gozo de su intimidad. Pero ella se esfuerza por hacernos comprender lo verdaderamente importante y sustancial.

Lo primero es intentar que nos ocupemos únicamente en adherirnos en espíritu y de voluntad al amor tal y como se presenta a nosotras en todas las circunstancias de la vida: lo que ya hemos visto de transformarlo todo en amor y aprender a detectar el amor en todas las circunstancias.

Y después se esfuerza por hacernos comprender que la unión con Dios -esto es muy importante- no es otra cosa que una perfecta conformidad de miras, de deseos, de voluntad… en que el alma termina por olvidarse totalmente de sí pensando únicamente en Aquel a quien ama. Se llega a un momento en que tú importas un bledo y el que importa es Dios. Esa es la unión con Él: ponerle a Él en el centro, centrarte en Él y olvidarte por completo de ti.

En la unión mística, se puede, si le place al Señor, gustar la presencia de su agrado y el gozo de su intimidad. En la unión práctica y secreta ella es verdaderamente de Él, sin ningún salario, sin ninguna recompensa, en la pureza de un amor más poderoso que la muerte y vive por entero de su gracia. Esa es la unión práctica.

La mística, pues si nos la dan… es estupendo, pero no tiene pinta que los que estamos aquí… Entonces vamos a centrarnos en lo que es seguro que podemos tener, que es la unión práctica, en la que verdaderamente somos de Dios sin esperar nada a cambio.

Esta unión práctica no está tan oculta al alma que no reporte por lo menos algunos momentos -a ver como lo explico- de unas gracias místicas mínimas, que indican que Dios se complace en este amor oscuro, en este amor tan en fe.

Y en esta unión en que no hay grandes manifestaciones, al menos en lo habitual, sí hay un mínimo de pequeños destellitos que nos dan la pista de que vamos por el buen camino. Y entonces tenemos la “seguridad” de que Dios se complace en este amor oscuro, en este amor vivido en fe.

¿Cómo suelen pasar estos destellitos que aparecen a veces? Pues es una especie de certeza en la inteligencia. Hay veces que sabes algo y no sabes cómo lo sabes, pero lo sabes. Lo tienes ahí. Una especie de certeza en la inteligencia, de cierta blandura o ternura en la voluntad y un movimiento íntimo del alma en el que el alma no siente, pero sabe, de alguna manera intuye, estar poseída por Dios hasta sus raíces. Teresita dice: Jesús se oculta, pero se le adivina, se le intuye, se sospecha que está ahí… Se oculta, pero se le adivina.

Cuando un alma generosa ha comprendido que acá abajo se trata de obrar en la fe, cuando desea esta unión sólida, se ha realizado en ella un gran progreso.

Dios, dándose, encuentra resonancias más puras. El alma desea a Dios, a Jesús, por Él mismo y no por ella. No por su gusto, no por su consuelo, sino por Él mismo. Entonces es una búsqueda mucho más pura, más en fe, más verdadera, más libre del egoísmo que podía colarse en el consuelo, en la satisfacción.

Llegados a este punto, se tiene la impresión de que Teresita, secundando la gracia, ha sacudido todo lo accesorio entorno a las almas, para no dejar subsistir en ellas sino el más puro y el más auténtico deseo del amor por el amor en sí mismo. Sin ningún otro fin. Todo lo inútil, todo lo superfluo, todo lo vano… ha caído como por sí mismo por la fuerza de este vuelo hacia lo trascendente.

El deseo sobrenatural es algo tan ardiente que nada llega a satisfacerle y Teresita puede escribir en nombre de todas sus hermanas: “Comprendiendo que la sed que te consume, ¡oh Jesús!, es una sed de amor, querríamos, para colmártela, poseer un amor infinito”.

Y cómo poseer ese amor infinito es lo IMG-20180401-WA0068.jpgque nos va a explicar Teresita en el siguiente capítulo, que es la ofrenda al amor.

El modo de apropiarnos de ese amor infinito que nos permita calmar la sed de Jesús es ofrecerse al amor, porque nosotros por nosotros mismos no podemos nada. Y esto es lo que ya veremos a partir de ahora, porque todo esto no ha sido nada más que ponernos en situación para llegar aquí.

El fin es amar a Dios con el mismo amor con que Él nos ama. Esa es la ofrenda. Primero nos ha explicado cuáles son las exigencias de la infancia evangélica, después nos ha enseñado cómo la fe en el amor es el fundamento de esta infancia, y ahora nos va a decir cómo hay que hacer para poder apropiarse de ese amor.

Y cuando ya nos hayamos apropiado de ese amor… ella nos va a enseñar cómo el hecho de habernos apropiado de ese amor nos va a llevar a una vida completamente nueva, porque el amor te transforma la vida de raíz.

Y nos va a enseñar lo mejor de lo mejor de lo mejor que le puede pasar a uno en esta vida, que es aprender el movimiento de abandono. Pero es imposible abandonarse si no estás movida, poseída por el amor. Teresita nos enseña a apropiarnos del amor para que el amor nos posea a nosotros y después nos enseña el movimiento del abandono que nos lleva a la unión transformante que santa Teresa nos enseña en las Moradas séptimas y san Juan de la Cruz en la cima del Monte. A ese mismo amor Teresita nos va a llevar por este caminito que estamos aprendiendo.

Ese amor que transforma acaba convirtiendo el corazón de la persona en un corazón nuevo, en lo que llaman un corazón teologal, un corazón evangélico, un corazón que se conforma en todo con el de Cristo.

 

2 comentarios en “Preparándonos para la unión

  1. Este caminito que estamos aprendiendo.Cada día me fijo en cosas que antes pasaba de largo.Resulta que esas cosas no sabía yo que podían llenarme de tal manera,que ahora no podría pasar de ellas.La sonrisa de las personas mayores que acompañamos y que nos demuestran su cariño.Me siento plena.Este es el principio,espero que El Señor ,me vaya marcando la ruta.🙏❤️🙏

  2. Señor hazme un instrumento de tu paz.
    El jue., 31 de mayo de 2018 03:44 PM, Grita al mundo escribió:
    > Madre Olga María posted: “Teresita -es muy importante lo que voy a decir > ahora- nos enseña a no juzgar nunca de nuestro grado de unión con Dios por > los sentimientos de fervor o de aridez que se tengamos. Nunca podremos > saber si estamos unidos o no a Dios en virtud de los fervores ” >

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