Una fe viva y dinámica

Teresita no se conforma con establecer a las almas por encima de sus impresiones sensibles. No se detiene ahí, solamente ahí. No. Pretende hacer de esta fe desnuda una fe viva, una fe dinámica. Así como se empeña en despojar al alma de todo, en desnudarla de todo, también se empeña en nutrirla con un alimento verdadero, no con sucedáneos, con golosinas, que esos son los consuelos, sino un alimento sólido, que de verdad nutra. No que sea agradable al paladar, y nos atiborremos, porque como está rico… lo que hacen los niños: si una cosa les gusta… ¡la tripotera del siglo! Y a lo mejor lo que están comiendo es una cosa que no alimenta nada.heiliger-geist

De lo que nos gusta nos inflamos y, sin embargo, lo que de verdad es alimenticio, y nutre y es importante… como no nos guste, ni un bocado. Entonces pretende que seamos adultos en nuestra fe. Porque quiere que tengamos una fe bien fundamentada y que nos nutra.

Ella cuenta con que hemos entrado en este camino de Dios con un deseo sincero de amarle, y quiere que nos convenzamos -es importantísimo- de que todo, todo, todo, absolutamente todo lo que nos acontece, todo -¿entendéis la palabra todo?-, todo quiere decir que no excluye nada, absolutamente todo viene del amor.

No hay mala suerte, no hay mala uva del que está al lado, no hay mala pata, no hay casualidad, no hay coincidencias… no hay más que una sola cosa: el amor operando en mi vida. Por adversas que sean las cosas.

A esa pureza de fe nos quiere llevar Teresita. La fe inquebrantable en un amor puro y continuo siempre. Nada de lo que acontece en mi vida acontece si no es por un designio de amor de Dios.

Que no lo entendamos es otro tema. Pero nada de lo que sucede en mi vida, aunque sea la barrabasada más gorda, deja de ser un designio de amor de Dios, y ella nos va a enseñar cómo se hace eso, como se logra vivir en ese convencimiento.

Ella cuenta con que hemos entrado en este camino de Dios con un deseo sincero de amarle, y quiere que nos convenzamos -es importantísimo- de que todo, todo, todo, absolutamente todo lo que nos acontece, todo -¿entendéis la palabra todo?-, todo quiere decir que no excluye nada, absolutamente todo viene del amor.

No hay mala suerte, no hay mala uva del que está al lado, no hay mala pata, no hay casualidad, no hay coincidencias… no hay más que una sola cosa: el amor operando en mi vida. Por adversas que sean las cosas.

A esa pureza de fe nos quiere llevar Teresita. La fe inquebrantable en un amor puro y continuo siempre. Nada de lo que acontece en mi vida acontece si no es por un designio de amor de Dios.

Que no lo entendamos es otro tema. Pero nada de lo que sucede en mi vida, aunque sea la barrabasada más gorda, deja de ser un designio de amor de Dios, y ella nos va a enseñar cómo se hace eso, cómo se logra vivir en ese convencimiento.

Luego hay que practicarlo. Es como los deportes. Ya me sé la teoría y ahora hay que entrenar. Pero tengo la seguridad de que en mi vida, porque está en manos de Dios y soy un asunto de Dios, todo lo que sucede es amor. Y está movido por el amor. Y si no es amor, es porque yo no quiero que lo sea. No porque no pueda ser. Esto lo afirma Teresita, que es Doctora de la Iglesia, ¿eh? Si alguien duda… la santa más grande de los tiempos modernos y doctora de la Iglesia universal.IMG-20180430-WA0028.jpg

Todo nos es dado como en medio para llegar a Dios. Además tiene una fundamentación bíblica siempre, ella era apasionada de la Palabra de Dios. “Creemos que todas las cosas concurren al bien de los que aman a Dios, que son llamados según su eterno deseo”. Todas las cosas. Todo concurre en bien de los que aman a Dios.

Si nos establecemos en esta fe, está asegurada toda nuestra vida espiritual, no nos tumban jamás. Ya te pueden caer bombas; tienes una vida espiritual bien fundamentada, sólida, y nada te va a hacer tambalear, por mal dadas que vengan las cosas.

Si tú tienes claro este principio, nada te va a hacer vacilar nunca. Y si no tenemos esta fe el horizonte se nos puede descuadrar muchas veces y entrar en nuestra vida la desesperación, en autoengaño, o en la mediocridad. De aquí la suma importancia de la dirección dada por los guías espirituales en esta hora decisiva de la oscuridad.

Es muy difícil llevar a un alma, habituada a juzgar según sus sentidos y a engañarse con facilidad, a sucumbir a las impresiones del último momento, es muy difícil llevar a estas almas -que están habituadas a vivir así- y que de pronto se encuentran con su propia verdad desnuda, y ese momento llega en la vida a todo el mundo, antes o después, -si nos os ha llegado, va a llegar… el momento en que ves tu verdad desnuda, con toda su crudeza-, pues es muy difícil llevar a esta alma que tiene ante sí esta visión, privada de consuelos sensibles y obligada a caminar en una noche árida y oscura, es muy difícil guiarla, si no tiene esta fe sólida.

Y yo he visto gente con una vida espiritual bastante hecha, con una buena formación, que cuando se han topado con su pobreza se han espantado y no ha habido manera de sacarlas adelante. Y es que somos así. Tendemos a escondernos de nuestra realidad detrás de una capa de maquillaje. Entonces viene Dios, que lo sabe hacer muy bien, te desmaquilla del todo, te pone un espejo delante y te dice: “esta eres tú”. El susto suele ser… Y hay gente incapaz de asumirlo:

– Esta no soy yo…

– Esa eres tú.

– Pues yo nunca me he visto así

– Porque nunca te has mirado como de verdad eres. Pero hoy no eres más fea ni más horrible que ayer. Es que te estás viendo como de verdad eres, que es algo que no habías querido mirar.

Y, una de las objeciones que se suele poner es:

– Y ¿cómo me va a querer Dios siendo así?

– Porque Dios te está viendo así desde toda la eternidad. Y nunca se ha asustado. Eres tú la que te estás asustando ahora. Pero Dios te ha visto así siempre. Eras tú la que no te veías.

Y hay quien que no es capaz de asumir este paso, de aceptar esa visión de sí mismo. Que no pasa nada, que no eres peor que el resto.

Otra cosa es que el Señor hace que tú te veas a ti misma y no veas la miseria de los de alrededor. Entre otras cosas porque a ti la miseria de los de alrededor no te interesa. Te interesa asumir la tuya propia desde esa confianza.

Si no somos capaces de asumir eso es porque nos falta fe en el amor, porque no nos creemos que Dios nos pueda querer siendo tan espantosos. Es que Dios te ha querido así y desde siempre. Y te ha llamado a su servicio así, desde siempre.

Te ha querido siempre así, nunca te ha maquillado; te has maquillado tú sola. Él ya sabe cómo eres y no pasa nada. La cuestión es que ahora seas tú capaz de aceptarte a ti misma y de creer que de verdad Dios te ama así. Y esto nos cuesta mucho. Es muy difícil a nuestra naturaleza humana asumir que Dios nos quiera siendo como somos.

Es la prueba más difícil, la que requiere mayor abandono y la más importante porque sobre ella se fundamenta todo. Si yo estoy convencida de que Dios me quiere me importa un pito todo. Apoyada en esa certeza conquisto el mundo.

Si no tengo seguridad de que Dios me quiere, a la primera de cambio me caigo con todo el equipo, mientras que si tengo esa seguridad atravieso las llamas y lo que haga falta. Esa es mi fuerza: la fe en el amor que Dios me tiene.

Y ¿por qué de repente tenemos esta visión horripilante de nuestra realidad? Pues eso también me viene dado. Todo, todo, todo lo que nos pasa, hasta el susto ese, me viene dado. Es el amor el que ilumina sobre él mismo, sobre el amor mismo y el que ilumina sobre mí misma.IMG-20180112-WA0152.jpg

Y eso es una virtud que tiene nombre: se llama humildad. El ser capaz de soportar esa visión se llama humildad. San Agustín lo dice muy bonitamente, cuando dice: “Que te conozca Señor a Ti y que me conozca a mí”. Y la visión de Dios es el que es, en contraposición con la visión de mí misma, que soy la que no soy, no tiene que crearme espanto. Es, simplemente, la realidad. Se llama humildad.

Contemplar esa realidad con sosiego, con paz, con gozo, y gozar en que Él es el que es y yo soy la que no soy. Esa realidad la ilumina el amor. Y ahí tenemos que descansar, porque conociendo a Dios, su bondad, su belleza, su amor su justicia, porque es infinitamente justo es infinitamente misericordioso. Conociéndole a Él, cuando contemplo mi miseria descanso. Porque me veo absolutamente necesitada y dependiente de Él y Él es amor en acto puro.

¿Sabéis cuando he estado agobiada dónde he descansado mucho? En una idea que me llenaba de paz y de confianza: Dios es amor en acto puro. Es dinámico siempre. Está amando siempre. Y al mismo tiempo sabemos que Dios es omnipotente, omnisciente, todopoderoso… el que todo lo conoce, conoce todo lo que me pasa, todo lo que necesito, todo lo que acontece, todo lo que va a acontecer y al mismo tiempo es amor en acto puro: no puede hacer otra cosa que amarme. Si no estaría negándose a sí mismo en su esencia. Es amor y no puede hacer otra cosa más que amarme.

Y ese amor todopoderoso… es que me sostiene. Entonces, ¿qué me puede angustiar? ¿Qué miedo puedo tener? ¿De qué voy a dudar? Solamente, para mostrarse a Sí mismo Dios permite este estado de prueba, esta oscuridad. No es un sádico, ni mucho menos, que goza haciéndonos sufrir y poniéndonos delante la visión de nuestra miseria para que nos espantemos: ese no es mi Dios.

Pero El sabe que es necesaria esa visión de nosotros mismos y que asumamos nuestra propia pobreza para que Él pueda revelársenos a Sí mismo en toda su grandeza, en toda su plenitud. Para que podamos conocerle de verdad, primero es necesario nuestro conocimiento propio, por eso quedamos sumidas en esta oscuridad.

No es porque Dios nos haya quitado la luz. Al contrario: es más bien que el amor, la luz de Dios, el amor de Dios, ilumina como nunca, con una potencia inusitada, nuestra vida. Y… ¿qué nos pasa si nos ponen un foco de 3000 watios de frente? Hombre… pues con 3000 watios vemos mucho mejor que con 60 watios. ¡¡No!! Con 3000 watios no ves nada, nada, nada. Tienes muchísima más luz que con 60, pero no ves absolutamente nada. Es como si estuvieras absolutamente a oscuras. No percibes nada, no ves nada, nada, te quedas ciega por la intensidad de la luz.

Pues eso es 1231143-bigthumbnaillo que Dios hace con nosotros. El amor entra en nuestra vida en tromba. Invade -san Juan de la Cruz utiliza una palabra muy fuerte- embiste el alma. Ese chorro de luz embiste el alma y te quedas… a verlas venir. Purifica. Purifica muchísimo. Pero de entrada no ves nada. Y cuando la vista se te va acostumbrando a ese chorro de luz… ¡lo que ves es polvo! Es como el sol, cuando entra en la penumbra, por un hilito. Es un rayo de luz que destaca muchísimo en la penumbra, y lo único que ves es polvo flotando en la luz.

– ¿Yo estoy respirando todo eso?

– Hace una hora que has estado respirando ese polvo.

Estaba ahí, solo que hasta que no entra ese chorro de luz y lo ilumina no te das cuenta del ambiente que estabas respirando. De la cantidad de polvo que está tragando.

La luz de Dios ilumina, pero sobre todo, purifica. Y claro… si en ese momento sólo nos quedamos con el chorro de luz, con la porquería, con que no vemos nada y lo que vemos nos mata del susto… pues nos podemos desesperar.

En este momento, más que nunca, es cuando no podemos perder de vista el amor. Porque si perdemos de vista el amor queda comprometido todo lo que hemos caminado hasta ahí.

Esta purificación resulta insoportable, pero si no perdemos de vista el amor, la luz se hará pronto total, definitiva, revelando al amor como misericordioso; y es aquí a donde nos quiere llevar Teresa. Hasta donde ella llegó.

Ella descubrió que el amor de Dios es, ante todo, misericordioso. Esta es la enseñanza suprema de Teresita. Y empieza a darnos unos consejos para poder soportar la prueba. Dos, principalmente: que mantengamos una mirada de fe sobre el amor, de fe, no de sensibilidad, de fe; y que aprendamos -y esto es lo mejor de todo- a transformarlo todo en amor. Porque todo lo que sucede en nuestra vida es amor. Pero hay que aprender a transformarlo en amor. A vivir en el amor.

3 comentarios en “Una fe viva y dinámica

  1. Doy gracias a Dios por haberme dado la oportunidad d recibir todas sus reflexiones sus vivencias ,x este nuevo cambio d luz q llego al Carmelo y x enseñar d manera diferente al mundo la presencia d Jesús no como un padre q juzga si no cómo es en realidad un padre q desde su posición acepto q para q el ser humano lo acepte debe ponerse en su lugar y amarlo desde su lugar no será tarea fácil para el hombre q siempre lo vio como un inquisidor y no como lo extraordinario q es… Dios siga iluminando su espíritualidad

  2. Que el amor me ayude a sobrellevar a mis enemigos.amen.
    El dom., 20 de mayo de 2018 02:37 AM, Grita al mundo escribió:
    > Madre Olga María posted: “Teresita no se conforma con establecer a las > almas por encima de sus impresiones sensibles. No se detiene ahí, solamente > ahí. No. Pretende hacer de esta fe desnuda una fe viva, una fe dinámica. > Así como se empeña en despojar al alma de todo, en desnudarla” >

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *