Dame las lágrimas de Mónica

IMG-20180125-WA0002.jpgTardé te amé, Belleza infinita. Tarde muy tarde te he amado. ¡Qué tarde anduve, y que tarde ando! ¡qué lenta soy, y cuánto tiempo perdido! ¡Cuántas ocasiones desperdiciadas!, ¡cuánta gracia malgastada! ¡Cuánta vida abortada!, ¡cuánta gracia frustrada!

Tarde te amé, y tarde te amo Señor, Amor mío, Vida mía, Tesoro mío, Rey mío. ¡Qué torpe soy!, ¡qué lenta soy!, ¡qué tonta soy!, ¡cuántas veces busco fuera, y Tú estás dentro! ¡cuántas veces me estás llamando, y no te escucho!

¡Grítame más fuerte!, ¡rompe mi sordera!, ¡tritura la dureza de mi corazón!, pulveriza mi soberbia, mi amor propio, mi egoísmo. Y como dice San Agustín: “si mi amor es poco, ¡haz que te ame más!”

Quiero amarte, digo siempre que quiero amarte, pero ¡siempre tarde!, ¡siempre a destiempo!, ¡siempre torpe!.

¡Tantas veces vencida por mi egoísmo! ¡Ayúdame!, ¡dame la fuerza de tu gracia!, porque sin ti… ¡nada puedo!

¡Dame la fuerza de tu gracia, para vencer al mal a fuerza de bien!, ¡para vencer al odio a fuerza de amor!, ¡para vencer al egoísmo a fuerza de generosidad!

¡Para vencer la dureza de corazón, de tantos y tantas, a fuerza de compasión, de ternura, de misericordia!

Dame la fuerza de vencer la impureza, a fuerza de pureza y de humildad de corazón. Concédeme un corazón limpio, pobre, pequeño, humilde! Para reparar todas las impurezas del mundo. Concédeme un corazón compasivo: rompe la dureza de mi corazón, la intransigencia, la inflexibilidad, y haz un corazón semejante al tuyo: tierno, paciente, compasivo, que sepa amar, que sepa perdonar, que sepa facilitar la gracia, ¡no controlarla!… ¡no recortarla!… ¡no limitarla!…k-bl-gjilf

Concédeme la gracia, de ser un instrumento de tu ternura, de tu perdón, de tu misericordia. Que nada ni nadie, pueda apartarme de ti ni de tu amor. Que nada ni nadie, pueda endurecer las entrañas maternas que Tú quieres que palpiten en mí.

Que nada ni nadie, pueda impedirme ser madre: madre de todos aquellos que van perdidos, solos, desorientados, asustados, desesperanzados…

Hazme -hoy te pido esa gracia Jesús- como Mónica, la madre de Agustín. ¡Dame la perseverancia y la fe de Mónica!, ¡dame las lágrimas de Mónica!, ¡dame la capacidad de orar y de perdonar todas las fechorías del hijo que le diste a Mónica! Que no me canse de seguir, a esos hijos tuyos que están extraviados… que no me canse de seguirlos y de velar sus pasos, aunque sean pasos extraviados, de velar desde mi oración, desde mis lágrimas ¡para que vuelvan!

Y que esos muertos en vida, esos cadáveres ambulantes que han matado la vida de la gracia, sean de nuevo engendrados, gestados en la oración y dados a luz a la vida de la gracia, como Agustín, lo fue por su madre. Y aquél gran pecador, por la oración y las lágrimas de su madre, es ¡el gran santo!, ¡el gran Agustín!wp-1457890611060.jpg

Concédeme la gracia -concédenos la gracia a todos los que estamos aquí- de ser madres de todos nuestros hermanos extraviados. Que no sean hermanos, que sean hijos y nos duelan como tales.

¡Concédenos la gracia, de ser “mónicas” suplicantes, perseverantes, fuertes, constantes… que arranquen milagros y engendren santos! Sin Ti nada podemos, pero en Ti… ¡lo podremos todo! En Ti, podemos resucitar a esos hijos nuestros que yacen en la sombra de la muerte. Y no permitirás Señor, que se pierdan para siempre.

¡Tarde te he amado yo!, pero te he amado. No es tarde para ellos, nunca es tarde para volver a Ti, a tu amor, a tu corazón. ¡Nunca es tarde!

 

 

 

2 comentarios en “Dame las lágrimas de Mónica

  1. Gracias madre Olga Må
    Me uno a ésta petición y deseo para el Carmelo Samaritano:
    “¡Concédenos la gracia, de ser “mónicas” suplicantes, perseverantes, fuertes, constantes… que arranquen milagros y engendren santos!”
    Amen

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