Cuestionarse

Un dicho hebreo cuenta que al principio Dios creó el signo de interrogación y lo depositó en el corazón humano. Cuando lo leí hace unos pocos días, me hizo pensar… IMG-20171111-WA0058.jpgy me acordé de los niños y sus interminables “¿por qué?” y “¿para qué?” Los niños son seres en crecimiento fisiológico, pero sobre todo crecimiento psicológico, intelectual y moral. Y, como creyente, lo trasladé al consejo-exhortación de Jesucristo, que nos manda hacernos como niños.

De pronto he caído en la cuenta de lo importante que es en la vida cuestionarse, y que uno sólo se hace viejo cuando ya no se cuestiona nada y parece que ya se lo sabe todo y no le queda nada por descubrir. Ese no es adulto…. es viejo, en el peor sentido de la palabra viejo. Pienso que en nuestro modo de cuestionarnos en la vida hay etapas, como la vida misma, y me he hecho un esquemita que os comparto. Lo propio del niño es cuestionar de todo y sobre cualquier tema, de una manera inocente, pero también egocéntrica y compulsiva, sin profundizar demasiado en nada porque aún es demasiado pequeño… es como el que tiene hambre y come, y prueba de todo y le alimenta para poder seguir desarrollándose… el niño pregunta y ¡¡está vivo!!

El adolescente pregunta, pero las más de las veces utiliza sus preguntas para rebelarse y demostrar su disconformidad, su insatisfacción, su crisis vital y su malestar. Sus preguntas no le llevan a crecer, sino más bien las utiliza como elemento de protesta; no le alimentan vitalmente, pero expresan su interior: expresan que está vivo, aunque ahogándose dentro de sí mismo.

El adulto pregunta serenamente, cuestiona, se interroga e interroga a otros sobre todas las cuestiones fundamentales de la vida humana, y alimenta su existencia y crece y va llegando a esa plenitud interior llena de serenidad llamada madurez, en la que uno descansa y es feliz, con ciertas respuestas halladas y buscando -sin cansarse y sin perder la paz- las que no se han encontrado aún. Este no deja de preguntarse, de preguntar a otros y de buscar respuestas en cada circunstancia de esa escuela inmejorable que es la vida cotidiana.photo.jpg

Y por último nos queda el viejo del que os hablaba más arriba, que ya se lo sabe todo y vive casi en estado vegetativo -más bien sobrevive- porque nada le cuestiona, ni le ilusiona, ni le interesa… ya se lo sabe todo y -efectivamente- sólo le queda morirse; es lo único que le queda por conocer: la propia muerte.

Esto que os he contado relacionándolo con las etapas de la vida humana, no tiene por qué corresponderse con el momento biológico, porque yo conozco niños que son viejos y no les interesa nada, y personas mayores con la vitalidad de espíritu y la ilusión de un niño, y también personas adultas, de mediana edad, con la inmadurez y la rebeldía de un adolescente. ¡En fín…! Que de todo hay en la vida.

Propongo detenernos y examinarnos un momento: ¿Qué cosas me pregunto yo en la vida? ¿Qué realidades son las que me hacen cuestionarme? Y… ¿en que punto de la “vida de las preguntas” estoy yo? Espero que todos lleguemos a la madurez y la estabilidad de quien ha puesto en marcha los interrogantes de su corazón con paz, esos que son innatos, y se ha servido de ellos para vivir y ser feliz hallando respuestas y planteando nuevas cuestiones, sin cansarse nunca de buscar.

Un comentario en “Cuestionarse

  1. Creo estar en esa etapa de mi vida que podría llamar: Adulta, madura, da igual como se llame, pero desde luego vieja no , y no por la edad porque unos añitos tengo , sino por el significado que le da.Tengo ganas de aprender cada día , no hay edad para dejar de buscar personas y cosas nuevas que nos enriquezcan y nos abran horizontes en cualquier dirección. Un abrazo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *