(Hora Santa, 2 de agosto de 2018)
Es bonito escucharte, Señor, cuando me llamas y me dices que me levante, que para Ti soy hermosa y me estás esperando. Es bonito oírte cómo me llamas, desde el fondo del corazón, a levantarme y volverme hacia Ti, a vivir siempre en ese ejercicio de ponerme en pie y volver el rostro a Ti.
¡Tantas veces me caigo…! Tantas veces me vengo abajo, tantas veces me dejó abatir, tantas veces estoy cansada… Y el cansancio y el abatimiento me distraen de Ti, me llevan apoyarme en mí, en mi egoísmo y mis cosas… y Tú me llamas desde dentro y me dices: “¡Levántate, amor mío, hermosa mía, ven! Mira que ha pasado el invierno, que han cesado la lluvia, que es el tiempo de las flores, del amor y después vendrá la poda”.
Esta noche, Señor, yo te digo que… ¡que no dejes de podarme nunca! Sé que, cuanto más me podes, brotaré después con más fuerza. Sé que todos estos brotes inútiles que no van a dar fruto en mi vida, que van a gastar mi energía, mi fuerza, mi vitalidad… sin dar fruto, sin hacerte a Ti más presente en mí… todos esos brotes… ¡es preciso que los podes! Y también es preciso que me recuerdes que la poda es necesaria, para poder florecer después con mayor belleza y mayor exuberancia.
Recuérdamelo, ¡porque soy muy pobre y se me olvida! Soy muy pobre y solamente sé quejarme y protestar cada vez que recortas algo, cada vez que me arrancas algo. Sabes que protesto, sabes que… que me quejo. ¡Sabes que es así! y que va a seguir siendo así, porque soy muy pobre…
Bien, pues… ¡Tú no me hagas caso! Continúa tu trabajo, continúa tu labor de podarme y embellecerme para ser más Jesús, para ser más Tú y menos yo.
“Hoy se cumple esta palabra y mi vida a pesar de las oscuridades”, a pesar de las dudas, a pesar de los miedos, “a pesar de todas las luchas en el camino, renuevas mi corazón, lo sanas, lo llenas de vigor”, me abrazas mientras me podas… y “me sorprendes con la fuerza de Tu Amor primero”.
Cada día me vuelves a enamorar, cada día me enamoras más y más. Me renuevas, renuevas la ilusión y renuevas el amor, como si fuera la primera vez que me enamoras. Bendigo y alabo al Padre, que ha hecho que Tú hagas nuevas todas las cosas, hagas nuevo nuestro amor, hagas nueva nuestra historia, nuestra ilusión… hagas nuevo nuestro desposorio, nuestro compromiso.
Tú “me has enseñado dónde y cómo encontrarte”. Siempre y en cada circunstancias, estás Tú haciendo nuevas todas las cosas. También en esas circunstancias en que solo siento el rigor de la poda y el dolor del despojo. Llegas a mí y me enseñas, aunque a veces me resista un poco o proteste, porque se me olvida.
¡No es que no te quiera, Señor, no es que no confíe…! Es que soy así de pobre y así de pequeña y… pierdo la perspectiva real de tu Amor. ¡Tenme paciencia! ¡Sigue enseñándome dónde y cómo encontrarte!
Recuérdame que yo siempre soy preciosa tus Ojos, que para Ti soy bella, hermosa, digna… que estás enamorado, que no te cansas de esperarme… que por mí das la vida en un continuo presente, que cada Eucaristía es por mí, sólo por mí.
Que lo mismo que a mí me gusta decirte que “aunque no hubiera cielo, yo te amara; y, aunque no hubiera infierno, te temiera”, a Ti te gusta regalarme diciéndome que solo por mí, aunque no hubiera nadie más, Tú te volverías a encarnar. Sólo por mí, aunque no hubiera nadie más, Tú volverías a hacer vida la redención. Sólo por mí, aunque no hubiera nadie más, por mí sola, vienes a la Eucaristía cada día. ¡Sólo por mí!…, ¡¡para mí!!… como si no hubiera nadie más en este mundo porque, como dice san Juan de la Cruz, “Tú eres mío y todo para mí”. ¡Y no es una frase bonita! Tú me lo dices y yo sé que es verdad. Aunque no hubiera infierno, me hubieras redimido, por la alegría de demostrarme tu Amor y de saberme hija de tu Padre.
Y, “si paso por las aguas caudalosas, tú estarás, no me ahogaré jamás”, me sostendrás siempre, me auxiliarás en todo momento. “Si atravieso el fuego, no me quemaré”, Tú me rodearás y “no me dejarás quemar”. Y mi fuerza está aquí: ¡en la certeza de Tu Amor inamovible, Tu Amor incondicional, Tu Amor eterno, Tu Amor omnipotente, que está loco por mí!
Por eso te bendigo, te alabo, te doy gracias, porque este Amor Tuyo, loco, apasionado, omnipotente… ese Amor Tuyo me lleva a confiar y a descansar. ¡Gracias, Jesús!
Hermoso no existen las palabras para describir cada una de las maravillas que salen del corazón de Madre Olga un encanto de alma consagrada al Señor
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Linda, hermana. Que bonito todo lo que escribe.
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Podame bello y tierno Jesús, para embellecer mi alma y corazón!
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Cada una de tus palabras, estimulan en mí la búsqueda de cada día, con el corazón abierto y esperanzado… gracias por compartir
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Se nota el amor al señor en sus palabras .Al leerla yo siento mi espíritu como…si le fueran quitando vueltas de atadura , porque sus reflexiones son comprensibles para los que digamos de alguna manera fuimos tocados de otra forma para servir a Dios nuestro Señor .Usted habla de forma diferente, dentro de su espiritualidad , más mundano , más con el hoy y eso se agradece . El caer y levantarse es continuo, el preguntarte porqué, que hago mal , muestra exigencia y nuestro egoísmo , siempre pedir y con prisas ansiosos dónde estás porque no me escuchas, tantas preguntas , todo tan deprisa que no escuchas que te dice .Ya te oí , espera aún no a llegado el momento y un día en el silencio de la noche te escuchas y le escuchas y te das cuenta que El es discreto , no mete ruido es transparente y te das cuenta que…En el silencio Te busca y en el silencio Lo encuentras. Dios las bendiga
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