Tus ojos verán a tu Maestro

Sábado de la Primera Semana de Adviento

  • Is 30, 19-21. 23-26: Se apiadará a la voz de tu gemido
  • Sal 146: Dichosos los que esperan en el Señor
  • Mt 9, 35 – 10, 1. 6-8: Al ver las muchedumbres se compadeció de ellas.

 

Reflexión: El Señor está tan cerca, tan inclinado a mi pobreza, a mi clamor, a la sed de Él que me consume, que ya no tendré que llorar. Tanto desea Él consolarme y confortarme, que “se apiadará a la voz de mi gemido”.

Ya nunca quedará oculto a mis ojos. Su Presencia será tangible en mi vida. Me cuidará, me guiará, me sostendrá, velará mis pasos como el padre vela y vigila los pasos del pequeñuelo que está aprendiendo a caminar…

El pan medido y el agua tasada hacen referencia al Éxodo del pueblo de Israel y al éxodo personal de cada uno en esta vida. El pan medido y el agua tasada explican que el don de Dios en esta vida no puede poseerse en plenitud, porque aún no hemos contemplado sin velos el Corazón de Dios, que es nuestra Tierra Prometida, hacia la que peregrinamos, pero… “ya no se esconderá tu Maestro, tus ojos verán a tu Maestro”.

Nunca más estaré sola. Si me desvío, Él vela para que no me pierda; me colmará de dones, regalos y mimo… La Ternura y la Solicitud de Dios desbordarán… Si yo deseo que Él venga, infinitamente más desea Él venir a redimirme, venir a mí… Por eso hará fiesta y hasta el sol y la luna –el Ardiente y la Cándida- lucirán de otra manera.

Oración: ¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven a mí! Ven a mi pobreza y redímela, ven y cura a esta enferma, resucita a esta muerta, limpia a esta leprosa… Compadécete de mí y ven a mi vida para que tu Luz brille en mí y pueda cantar al mundo entero tu Bondad.

 

 

Un comentario en “Tus ojos verán a tu Maestro

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *