Una vez más tuvimos adoración y la capilla se llenó… Fue particularmente hermoso el tiempo de sentirnos y sabernos comunidad de fe que adora a Dios «en espíritu y verdad». Aunque sea una gotita de agua en el océano, sabemos que el valor de la oración es infinito. Y el valor de estar un ratito con Él no tiene parangón con ningún tesoro de este mundo.
Me siento feliz, conmovida y doy gracias. Doy gracias porque os confieso un secreto: durante muchos años yo he soñado eso, éste era mi sueño: todos unidos en torno al Corazón de Jesús. Y entre todos, hacemos realidad un sueño que, en realidad no es mío, es del Corazón del Señor: ser un grupito pequeño y estar con Él.
Los sentimientos son muchos y muy variados, pero ante todo de gratitud, de mucha alegría y gratitud. Gratitud, porque veo que el Señor no deja de llamar y que, a pesar de los ruidos y de las dificultades del ambiente que nos rodea, todavía hay almas buenas y generosas que tienen la sensibilidad de onda suficiente para captar la llamada del amor y venir a estar con Él.
Al fin y al cabo la única alegría verdadera, auténtica de esta vida que no se pasa y no caduca es estar con Él. Y este estar con Él es lo más importante y lo de menos son las manifestaciones externas: hacerlo de una manera o de otra, si en una adoración cantamos más o cantamos menos, estamos más tiempo de rodillas, o sentados, o como se pueda… Al final, lo importante es estar con Él. ¿Cómo estaban los discípulos cuando le vieron resucitado? Como podían: desde sus pobrezas… con sus miedos… con sus dudas…
Yo quiero aprovechar para contestar algo que me han preguntado ya unas cuantas personas y voy a tratar de explicar, aunque no es fácil, porque es algo que no se ha programado, sino que -como todo lo que pasa en la capilla- sucede, acontece, lo mueve le Espíritu y Él sabe. No es asunto mío, ni de las hermanas, ni de nadie: ¡es cosa del Señor y de su Espíritu, es algo que brota de su Corazón y va sucediendo!
Como digo hay varias personas que me han preguntado y comprendo la pregunta. Por eso voy a intentar aclararla, porque además puede ser que haya más personas que lo piensen y no se atrevan a preguntar.
¿Por qué, estando el Santísimo Sacramento expuesto, vamos a los pies del Corazón de Jesús? Hay gente que no lo entiende, les choca, no lo comprenden, les parece raro, incluso a algunos les parece irreverente…
Bueno… ¡no es nada de eso! Comprenderéis que si remotamente pudiera ser irreverente, un desamor al Señor, bajo ningún concepto se haría. Nos pasa que somos muy pobres. Yo admiro que haya personas tan estupendas y tan fuertes y con una fe tan férrea, que les basta mirar al Señor en la Hostia Consagrada y… ya. ¡Y bendito sea Dios! Cada uno tiene su camino. Digo que lo que importa es estar con Él, cada uno como pueda o como el Espíritu Santo le mueva.
Pero hay otros que somos más pobres y somos como Tomás: que necesitamos tocar, besar, acariciar, llorarle encima… Y evidentemente, si se pudiera hacer con el Cuerpo de Jesús, no iríamos a la imagen de madera que está al lado. Pero hacer eso sí que sería una irreverencia, no se debe de hacer. Escuchamos lo que Él dice a María Magdalena “no me toques” y obedecemos. Y vamos a su imagen de madera y ahí y… como somos incrédulos como Tomás… pues nos deja tocar y besar y acariciar… ¡¡hasta arrancarle la pintura ya a base de besos y caricias…!! Se deja hacer de todo y por eso lo hacemos: para que, si alguien tiene esa necesidad de expresar con algo sensible su sentir, lo pueda hacer, pero sin ninguna intención de hacer de menos al Santísimo.
Distinguimos perfectamente la imagen de madera de Jesucristo vivo y resucitado en el Santísimo Sacramento. Y porque lo distinguimos perfectamente, no nos atrevemos a tocar. Pero a veces nos pasa que tenemos necesidad de exteriorizar, de mostrar de una manera sensible, a veces no por fe, sino con el testimonio -que también es una llamada- de dar ese testimonio de salir de mí, de mi apuro, de mi vergüenza, de mi «corte», del «que van a pensar»… Con frecuencia hemos experimentado la llamada fuerte a deshechar todo eso, despreciarlo y decir: “No, yo salgo ahí y demuestro… que todo el mundo vea mi amor al Señor. No me avergüenzo del Evangelio, ni me avergüenzo de Jesús, y lo demuestro como se puede”.
Con esto no se hace de menos a nadie. Repito: cada cual libremente que adore al Señor como se sienta movido, como el Espíritu le mueva. Lo importante es estar con Él, lo importante es amarle a Él. Las formas, todas, cuando son desde el amor, son válidas y respetables.
¡Bendito sea el Señor que nos ha llamado a estar con Él! Al final, eso es lo que importa: ¡estar con Él! Y que derramemos a sus pies nuestra vida y nuestros talentos. Eso que parece desperdicio, pérdida de tiempo, es lo mejor, la ganancia más grande, lo único que importa.
JESUS-EUCARISTIA, SIEMPRE ESTA PRESENTE. A NUESTRO LADO. JESUS MAS QUE NUNCA ESTA PRESENTE EN ESPIRITU. LAS ADORACIONES EN ESTE TIEMPO SON MUY MUY NECESARIAS. JESUS ESTA PRESENTE Y NOS HABLA EN EL AS ADORACIONES Y EN LA EUCARISTIA. OJALA EN MI PUEBLO, PUDIERA EL SACERDOTE HACER QUE ESTE PRESENTE EN LA ADORACION SEMANAL Y NOS LO PUDIERA TRANSMITIR EN TODA EUCARISTIA. DESEO Y PIDO POR UN SACERDOTE CONVERTIDO. MUCHAS GRACIAS POR TODO LO QUE OFRECEN POR INTERNET. UN ABRAZO!!
Amén