Muéstranos al Padre (XXVII)

La obediencia más perfecta

La obediencia más perfecta –esto es para subrayarlo– no está en ejecutar a la perfección la orden recibida, sino en hacer propia la voluntad de quien ordena. Repito: -y no hay que explicar nada, hay que grabarlo a fuego en el corazón y pedirle a Dios que sea vida en cada una porque es lo más difícil pero… ¡sería el culmen de la santidad!– “La obediencia más perfecta no está en ejecutar a la perfección la orden recibida, sino en hacer propia la voluntad de quien ordena.”

¡A mí esto me ha hecho pensar muchísimo! Porque yo obedezco a Dios nuestro Señor en mil cosas del díafoto-artistica-de-atardeceres.jpg a día: la observancia de nuestras Constituciones es una obediencia a Dios, la observancia de los Mandamientos de la Iglesia es una obediencia a Dios y hay que hacerlo… Pero mi pregunta es: “¿Mi corazón desea exactamente aquello que Dios desea? ¿He llegado ahí?” Porque si es el amor perfecto, es llegar a desear lo que Él desea, llegar a tener en mi corazón lo que Él tiene en el suyo, que su Voluntad sea la mía, que no tenga yo ya voluntad propia, sino la de Dios… Eso me ha hecho pensar muchísimo: si yo ejecuto las cosas e intento hacer las cosas bien porque veo que es Voluntad de Dios, que cumplo una serie de cosas de las Constituciones, de nuestra vida. Que cumplo los Mandamientos de la Ley de Dios, que cumplo los Mandamientos de la Iglesia, que sea una buena católica, una buena monja… intento hacerlo, pero ¿deseo de verdad lo que Dios desea? Ésa es la perfección de la obediencia y el sentido último: no hacer las cosas lo mejor posible –que hay que hacerlo ¿eh?– sino que de verdad desee lo que Dios desea para mí, lo que Dios desea de mí.

Esa ha sido la obediencia de Jesús. La obediencia del Hijo no ha sido una obediencia fácil, sino la obediencia más difícil que se pueda imaginar; tanto como para costarle sudor de sangre –ninguna de las que estamos aquí hemos sudado sangre de momento ¿no?– Pues el Hijo de Dios ha obedecido según la naturaleza humana; ha tenido que llevar a cabo una obediencia así de perfecta con una voluntad como la nuestra.

¡Ese es otro escollo del tema! Porque hay gente que te dice “¡Claro, como era Dios…!” ¡No, no! Es que era hombre, nuestra fe dice que es verdadero Dios -cierto, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Verbo Increado, el Verbo eterno de Dios es Jesús- pero que es hombre igual que tú y que yo: en todo igual que nosotros. En todo, ¡todo! -todo significa todo- menos en el pecado. img_cual_es_el_significado_de_las_rosas_azules_26192_origSignifica que tenía frío, que tenía calor, que sudaba, que tenía hambre, que tenía sueño, que se dormía… que se cansaba, que se aburría… que lloraba, que reía, que se alegraba, que se entristecía… ¡y que le costaba a obedecer!

Humanamente a Jesús le cuesta a obedecer y ¿cuál es lo grandioso? Que lleva a cabo la obediencia más perfecta de todos los tiempos con una voluntad como la mía: sin pecado, pero como la mía. Él tuvo que doblegar su voluntad para unirla a la del Padre como tengo que hacer yo, con la diferencia de que lo que a Él se le pidió es “un poco más difícil” (ironía) de lo que se me pide a mí. ¡Él tuvo que obedecer con una voluntad igual que la mía porque es verdadero hombre! Y dice la Carta a los Hebreos que “aprendió obediencia a fuerza de sufrimientos”, no nació aprendido. Jesús tuvo que aprender a obedecer como tuvo que aprender a hablar, a caminar, a comer, a rezar… Tuvo una madre, como he tenido yo, que le enseño a hacer todas las cositas cuando era pequeñito y le llevaba de mano y le levantaba del suelo cuando se caía y le enseñó a coger una cuchara… Y un padre que le enseño a trabajar, le enseño su oficio… tuvo que aprender en cuanto hombre. Tuvo que aprender como cualquier niño y obedecer a sus padres le costaría, como a cualquier niño y obedecer al Padre le costó como nos cuesta a cualquiera de nosotros, con la diferencia, eso sí, de que la vocación de Jesús es infinitamente más difícil que la de cualquiera de nosotros y tuvo que realizar la obediencia más perfecta de todos los tiempos, con una voluntad humana como la mía. ¡Es que nunca podremos calibrar bien hasta donde nos ha amado, hasta donde le ha llevado el amor!

Y en ningún momento –y a mí esto me impresiona mucho- vemos a Jesús cuestionando al Padre. “¿Por qué tengo que redimir al mundo colgado de esa cruz si Tú puedes hacer que el mundo sea redimido con un acto de amor mío, con una oración mía, con una sola lágrima mía puede ser redimido el mundo…?”

El plan del Padre es ir hasta la cruz y pasar por el sepulcro, y Él va y en ningún momento vemos que se esté resistiendo. Le dice al Padre: “Si es posible, Abba, si es posible, aparta de mí esto, este cáliz”. Pero no le dice: “recórtalo un poco, cámbialo, así no me gusta, no quiero la cruz, mejor…” Solamente: “Si es posible, apártalo”, Jesus-Cristo-por-Simon-Deweypero no le reclama nada. ¡Nosotros reclamamos a Dios tantas cosas -yo por lo menos- al cabo del día…!  Y esto y lo otro… “no me parece”, “¡y esto tan…!”  Y “¿por qué tiene que ser así?” Y venga y dale… ¡Somos así, le regateamos a Dios!

En ningún momento Jesús le pide cuentas al Padre de por qué no ha inventado la Redención de otra manera. Y sabemos que hizo este acto de obediencia con una voluntad humana igual que la mía. Es que eso es impresionante. No sé si alguna vez lo habéis pensado, yo no había pensado así de despacio, como cuando estaba escribiendo todo esto. ¡Sí!  Una se sobrecoge ante Dios, cuando piensa despacio todo esto… dices: “¡las hormigas son gigantes a mi lado!” “¿de qué me quejo? ¿Por qué protesto a todas horas?”

 

 

3 comentarios en “Muéstranos al Padre (XXVII)

  1. Ay madre! Vengo renegando con este temita de la obediencia últimamente, porque tengo desacuerdos con mi párroco sobre el «estilo» de la catequesis. Me encantó el humor que lleva este artículo, con toda su ironía, porque pone en evidencia que exageramos. Siempre pienso en los cristianos perseguidos cuando tengo ganas de dar un portazo e irme de la parroquia, pero en la obediencia de Jesús no había pensado, porque es Dios y siempre supuse (mal) que era más simple para El, que ya vendría «alineado» con la voluntad del Padre cuando nació. Me quedo pensando en todo esto, gracias! Paula Date: Wed, 13 Apr 2016 04:55:58 +0000 To: leyespaula@hotmail.com

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