Lunes de la Tercera semana de Cuaresma, feria
- 2 R 5, 1-15: Muchos leprosos había en Israel, sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.
- Sal 41: Mi alma tiene sed del Dios vivo, ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
- Lc 4, 24-30: Jesús, igual que Elías y Eliseo, no ha sido enviado únicamente a los judíos.
Reflexión: “Se abrió paso entre ellos y se alejaba”. ¡Qué duro suena esto: que Jesús se aleje. Pero si intentamos despeñarlo de nuestra vida con nuestra furia cada vez que Él intente corregirnos de nuestros errores… se abrirá paso y se irá. Él es Señor y nadie le quita la vida. Él la entrega.
Además tengamos en cuenta que Dios actúa en cosas sencillas y con medios pobres, no espectaculares. No nos engañemos buscando cosas excepcionales y fuera de lo común. La cuestión está en obedecer a lo que Dios nos va diciendo a través de la Iglesia; una obediencia fiel, sencilla y confiada que precisa que dejemos de lado preguntas “lógicas” y razonamientos propios, como Naamán: “Yo me imaginaba…”, “yo pensaba…”, y por supuesto, cuando la actuación de Dios no coincida con nuestros “criterios” no podemos marcharnos furiosos.
Si somos dóciles y obedientes podremos quedar limpios y sanos, y afirmar: “Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel”. Esta confesión sólo puede hacerla el que, previamente, ha quedado libre por la obediencia.
Oración: Lávame, Señor, lava mis pecados y sobre todo mi rebeldía y obstinación. Líbrame de mí misma y de mi orgullo. Enséñame a obedecer y a descubrirte en lo sencillo. Amén.
El dejarnos corregir es una gracia grande que debemos pedir, pues nos resulta difícil aceptar que otros nos digan lo que está bien o lo que está mal aunque nosotros mismos sepamos que estamos equivocados, antes que nada debemos despojarnos del orgullo, mientras más humildes mejor dispuestos estaremos.
Para ello es importante la confianza en El, mientras más me apego a El, mayor capacidad tendré para aceptar todo lo que disponga en mi diario vivir, no puedo perder de vista que sea cual sea su querer siempre es lo mejor para mí aunque yo no acabe de darme cuenta, debo confiar en El, y obedecerle ojalá con mis ojos cerrados, es decir sin cuestionar. No quiero que El se abra paso y se vaya de mí simplemente porque no acepto que El me corrija,
Maravillosa oración, madre Olga María, muchas gracias.
Un abrazo cordial
M.Eliana
Hermosa oración que me llega al corazón, lo esencial es fiarse de Dios y aceptar sus proyectos para con nosotros !!
Él sabe lo que nos conviene y nos llevará por camino seguro.
La letanía de la humildad, d.n.i. del cristiano. Gracias Madre Olga María