El amor es…

¿Sabemos lo que es el amor? ¡Ahí está! ¡Miradlo! ¡Contempladlo en el pesebre! Aprendamos de Jesús lo que es el amor: cómo se ama al Padre y cómo se ama a los hombres. Aprendamos de Él, que es manso y humilde de corazón. No quiere que aprendamos de Él sus predicaciones, sus milagros, sus vigilias, sus caminatas… Quiere que aprendamos que es manso y humilde de corazón. Es lo que tenemos que aprender de Él: la mansedumbre y la humildad. Y vivir en el Corazón de Cristo y por el Corazón de Cristo, es vivir esa mansedumbre y esa humildad. Y hacer de ellas nuestra seña de identidad, nuestra divisa, nuestro modo de vida… La mansedumbre y la humildad: ambas son la quintaesencia de la caridad.

cropped-cropped-img_2289.jpgEl amor: el amor cuando es verdadero tiene que tomar forma, y la forma que toma el amor en el Corazón de Cristo es la mansedumbre y es la humildad. “Se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos” ¡Eso es el amor! Lo demás son tonterías, falsificaciones, sucedáneos. El amor es salir de nosotros mismos, y tomar la condición de esclavos.  Esclavos de todas y cada una de las criaturas que nos rodean, de los seres humanos que nos rodean; vivir para  servirles como Jesús vino a servirnos. Y servir en aras del amor hasta dar la vida, hasta morir, porque no hay amor más grande que dar la vida.

El amor más grande fue el de Jesús, y llegó a su culmen, a su cota más alta, en la Cruz. Y entonces, sólo entonces, cuando ya había vencido al pecado, cuando ya había llegado al colmo del amor, cuando ya había cumplido en todo la Voluntad del Padre, cuando ya había obedecido, su Corazón nos fue entregado, no antes. Desde el instante de la Encarnación, en que ese corazón empezó a latir, hasta su último latido en la Cruz, estuvo ininterrumpidamente amándonos, apasionadamente. Y entonces es cuando ya el Padre -cuando Jesús ha consumado su sacrificio, cuando nos ha redimido, cuando nos ha salvado- entonces el Padre nos muestra por el Costado abierto, el Corazón del Hijo: roto, traspasado, destrozado. ¿Para qué queremos un corazón intacto, sin estrenar, sin un rasguño? ¿para qué sirve? Es un trasto inútil. Tenemos que tener el corazón como el de Jesús, hecho jirones, destrozado, roto, de tanto amar a Dios, -al Padre y su Voluntad- y de tanto amar a los hombres. Y por último… morir. Eso es tener un corazón samaritano.

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