Dios no me pide ya nada

De una carta de Santa Teresa del Niño Jesús a su hermana Celina:

“Después de haber leído tu carta fui a la oración, tomando el evangelio pedí a Jesús hallar un pasaje para tí, y he aquí el que me salió: “mirad la higuera y los otros árboles cuando comienzan a tener hojas tiernas juzgáis que el verano está próximo, del mismo modo cuando veáis acontecer estas cosas sabed que el reino de Dios está cerca”

Cerré el libro había leído bastante, en efecto, estas cosas que suceden en tu alma prueban que el Reino de Jesús se halla establecido allí. Ahora quiero decirte lo que sucede en mi alma, que es sin duda lo mismo que en la tuya. Dices la verdad Celina, “las frescas mañanas” pasaron para nosotras, ya no quedan flores que cortar, Jesús las ha cogido para sí. Tal vez algún día haga brotar otras nuevas, pero mientras tanto ¿qué de hemos hacer? Celina, Dios no me pide ya nada. Al principio me pedía una infinidad de cosas, pensé por algún tiempo que puesto que Jesús no me pedía nada, habría de caminar ahora dulcemente en la paz y en el amor, haciendo solamente lo que El me pedía en otro tiempo; pero tuve una inspiración: Santa Teresa dice que es necesario mantener el amor, la leña no se haya a nuestro alcance cuando estamos en las tinieblas, en las sequedades, pero ¿no estamos obligadas al menos a echar en él algunas pajitas? Jesús es lo bastante poderoso para entretener El solo el fuego, sin embargo, gusta de vernos echar en él algún alimento, es una delicadeza que le agrada y entonces arroja Él en el fuego mucha leña, nosotras no lo vemos pero sentimos la fuerza del calor del Amor.

 Yo lo he experimentado, cuando no siento nada, cuando soy incapaz de orar, de practicar la virtud, entonces es el momento de encontrar pequeñas ocasiones, nadas que agradan a Jesús más que el imperio del mundo, más aún que el martirio sufrido generosamente. Por ejemplo: una sonrisa, una palabra amable cuando tendría ganas de callarme o de mostrar un semblante enojado, etc. Celina ¿lo comprendes? No es para tejer mi corona, para ganar méritos, es para complacer a Jesús. Cuando no tengo ocasiones quiero al menos decirle con frecuencia que le amo. Esto no es difícil y alimenta el fuego. Aun cuando me pareciese que está apagado este fuego de amor, me gustaría echar en él alguna cosa y Jesús podría entonces reavivarlo. Celina temo haber dicho lo que no debiera, tal vez creerás que hago siempre lo que digo: ¡oh no, no soy siempre fiel! pero no me desanimo nunca. Me abandono en los brazos de Jesús. La gotita de rocío de Jesús se hunde más y más en el cáliz de la flor de los campos y allí encuentra el la todo lo que perdió y aún mucho más”

img-20151031-wa0877.jpgÉsta carta la he comentado ya muchas veces, cuanto más la leo -y la releo muchas veces porque Teresita es alguien muy querido y muy mío y esta carta es de lss que con más frecuencia repito- siempre que la leo, dentro del corazón resuena la voz del Señor que me dice: “Esa es la Verdad, absolutamente la Verdad”. Me impresiona mucho, es una de sus cartas más desconocidas: en ella expresa con gran claridad cómo tiene que discurrir la vida espiritual de cualquier cristiano y más la de una mujer que vive consagrada y entregada a Cristo.

La primera frase que me impacta muchísimo y que me chocó la primera vez que la leí es: “Dios no me pide ya nada”. A veces llegamos a un punto en la vida espiritual en que decimos: “yo creo que ya he hecho todo lo que Dios me ha pedido en mi vida entonces… ¿qué tengo que hacer ahora?” Lo dice claramente: cuando Dios no nos pide nada especial, nada fuera de lo normal, de lo común, del discurrir ordinario de nuestra vida, lo que sí está claro es que hay simplemente que amar. La vocación a amar es continua, constante, perenne, perpetua y eterna para todo cristiano y más para una mujer consagrada al Señor. Amar, sólo amar y siempre amar, es una asignatura que yo nunca aprendí en ningún lugar, pero que es la asignatura del cristiano, la asignatura del discipulo de Jesús, la asignatura del discípulo que quiere ser amado, la asignatura de quienes vivimos, rezamos, oramos, celebramos la Misa, lloramos y gozamos a los pies del Corazón de Jesús. Amar, siempre amar y sólo amar. Para nosotras siempre añadida esa llamada: “Dame de beber”, “mujer, dame de beber”.

meaning-baptism-in-fireDice Teresita que la Santa Madre afirma que siempre es necesario mantener el amor pero que la leña -las grandes cosas- no siempre está a nuestro alcance… principalmente porque somos pobres, pequeñitos, sin fuerzas; pero por debilucho y sin fuerzas que sea uno siempre podrá levantar una pajita del suelo y arrojarla a las ascuas del fuego del amor. Y dice ella, con esa claridad, esa lucidez y esa audacia que tenía: “Jesús se contenta con eso” está esperando justo “eso”, ese pequeño movimiento, ese levantar la paja del suelo y arrojarla al fuego… y hacerlo es como desatarle a Él las manos para arrojar Él leña en cantidades ingentes y avivar el fuego del Amor como sólo Él lo sabe avivar. Pero la iniciativa tiene que ser nuestra.

Os he dicho muchísimas veces que Jesús no nos va a imponer nada por la fuerza, nunca va a violentar nuestra libertad, nunca va a entrar en nuestra vida arrollando, tumbando la puerta del corazón, sino que se va a quedar ahí esperando a que le abramos. Y si no le abrimos se quedará ahí toda la noche, cubierto por el relente y el rocío y si cae la helada… soportará la helada y si muere de pena y de frío a nuestra puerta… morirá de pena y de frío, enamorado, pero nunca tumbará la puerta. Siempre esperará a que le abramos.

Y esto de las pajitas… muy bonito el símil, muy interesante la comparación pero así en la vida práctica… ¿cómo? ¿ qué tengo que hacer? Muy fácil: lo poquito que puedes con mucho amor, con mucha entrega y con mucha alegría. Hay una cosa que caracterizó a Teresita y que me gustaría que caracterizara a cada una de las hermanas que componemos esta comunidad y acada uno de los lectores de mi blog: la sonrisa. Dicen -quienes convivieron con ella- que caracterizaban su trato la amabilidad, la afabilidad, la dulzura y el semblante siempre sonriente. Esto no es ninguna tontería: la persona que las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año, tiene buena cara, sonríe, acoge con la mirada a todo el que se acerca… ¡es heroica! Por que esto es dificilísimo. Esa constancia en sonreir… ¡es ,uy dificil! Y esa es la «pajita» que todas podemos arrojar y que a Jesús le agrada muchísimo. Tenemos que ser personas que muestren la sonrisa de Dios.

Cuando muchas veces estamos delante del Señor, delante del Santísimo Sacramento, contemplándolo y adorándolo y sabemos por la fe que ahí está Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Jesucristo Resucitado, permanecer en su presencia no puede ser un tiempo estéril, un acto estéril. IMG-20190807-WA0117.jpgTenemos que empaparnos de Él, dejarnos inundar por ÉL, mirar que nos está mirando… no cansarnos de mirarle nosotras a Él y dejar que todo Él se imprima en nuestros ojos, en nuestro rostro y en nuestra vida entera, de modo que nos suceda después de estar delante del Señor, lo que le sucedió a Moisés cuando bajaba del monte: que había estado cara a cara con Dios y dice la Biblia… que su rostro ¡¡resplandecía!! De modo que el pueblo comprendió lo que había sucedido en la montaña -aunque él no decía nada- porque su rostro irradiaba a Dios.

Yo me pregunto y os invito a preguntaros: mi rostro, mi vida, mi porte ¿irradian a Jesús?   ¿voy a ir mostrando a Jesús?… Aunque Jesús no me pida ya nada, esa «pajita» nos la pide siempre.

5 comentarios en “Dios no me pide ya nada

  1. Queridísima Madre Olga :
    Usted irradia santidad, en su rostro está Jesús vivo. Su alegría no es la del mundo, es espejo de la alegría que se vive en el cielo, porque transmite a Dios; percibo la presencia de El a través suyo.
    ¡¡¡ qué bendición tan grande poder conocerla, poder escuchar la dulzura de su voz, poder conocer a través suyo el mundo maraviloso de las carmelitas samaritanas !!.
    Doy gracias a Dios porque ustedes existen. Han dado un nuevo giro a mi vida, hoy deseo con nuevas fuerzas trabajar por alcanzar el camino de la santidad, a costa de lo que sea. Jesús nos llama a eso…viéndolas a ustedes es posible vivir en el claustro del corazón con entera fidelidad.

    Mil, mil gracias por vuestro ejemplo y vuestra virtud que nos acercan más a la imágen real de Cristo.

    Cariñosamente
    María Eliana
    de Chile

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