Vida religiosa y entrar en Religión

El tema de la Vida Religiosa es un tema muy frecuente en los escritos teresianos. De manera especial, en el Libro de su Vida -que es donde habla de su propia vocación y de cómo la vivió, como se inició, cómo fue sufriendo un cambio, una metamorfosis, y llegó a la Reforma que fue ya la culminación de su llamada– y en el “Camino de Perfección”, que es libro que ella escribe pedido por las monjas y principalmente dirigido a las monjas.

Hoy día el Camino de Perfección es ya un tratado espiritual del que se sirve toda la Iglesia de Dios, del que se alimenta todo aquel que lo desee en la Iglesia de Dios, pero en su día fue concebido como un librillo -de hecho ella lo llamaba de “El Librillo”- para las monjas que le habían pedido que les dijera, que les explicara lo primero cómo se aprendía a orar -era lo que querían las monjas, aprender a orar– pero aprender a orar como oraba la Santa. Porque ellas vivían con ella, la veían… y aquello era atractivo, impresionaba, se percibía algo especialísimo en aquella mujer cuando oraba… Evidentemente yo no la he visto, pero creo que hubiera dado lo que fuera por verla, por contemplarla orando. Aquello debía de ser algo fuera de lo común. “Algo” se trasluciría en toda su persona que llamaba la atención poderosamente, “algo” que no era vulgar y que hacía comprender, que hacía intuir, a las que estaban a su alrededor, que allí había un trato con Dios más que especial.

Y entonces las monjas le dicen: “¡Enséñanos a orar cómo tú oras!”

Y la Santa contesta:

-“¿Queréis aprender a orar?”

-“¡Sí, sí!, ¡claro, claro! Queremos, por eso te lo pedimos!”

-“Pues, ¡ea, mis hijas! Lo primero, ejercicio de virtudes.”

Y ya sabemos que la mitad del Camino de Perfección nos tiene insistiendo en las virtudes pero… en realidad es más de la mitad del Camino de Perfección, porque luego, aunque vaya avanzando, continuamente se remite a lo que ha dicho anteriormente de las virtudes. Luego el “Camino de Perfección” es todo un tratado de vida espiritual para almas consagradas, de cómo hay que vivir la consagración.

Y además de estos dos libros en los que habla más específicamente de la consagración, de la vocación, de la vida consagrada, ella -sin tratarlo expresamente- va como si dijéramos sembrando, salpicando, por todas sus obras ideas sobre este particular con muchos puntos concretos que, si los reunimos, pueden convertirse en una especie de “tratado de la Vida Consagrada según Santa Teresa”. Y es lo que estamos intentando hacer con ahora: recopilar, juntar, todo lo que la Santa dice sobre la Vida Consagrada y cómo la concibe, y hacer una especie de compendio, de catálogo, de curso… algo que sirva para decirle a una persona que está viviendo la Vida Religiosa qué es lo que tiene que hacer y cómo la que tiene que vivir.

Sin embargo, esta expresión, la expresión Vida Consagrada, Vida Religiosa, nunca jamás aparece en las obras teresianas. Ella no la utiliza nunca -ni la expresión Vida Consagrada ni la expresión Vida Religiosa– porque no se usaba en el siglo XVI. Entonces se hablaba de “entrar en Religión” y de “guardar la Religión”. Son los términos, las expresiones, con que ella se refiere a la Vida Consagrada.

En 3M 1, 8 nos dice: “que no está todo hecho o está el negocio en tener o no el hábito de religión sino en procurar el ejercicio de virtudes”, esto nos lo dice en las Terceras Moradas. Es la versión teresiana de “el hábito no hace el monje”. Efectivamente, el hábito no hace el monje, pero le ayuda a serlo. Y ella nos dice así: “que no está todo hecho o está el negocio en tener o no el hábito de religión sino en procurar el ejercicio de virtudes”.

Con términos diferentes, expone lo mismo que hoy cuando hablamos de Vida Religiosa: radicalidad evangélica, seguimiento de Cristo, consagración… Estos son términos actuales del siglo XX y del siglo XXI que ella no utiliza, pero de los que está hablando continuamente en sus obras.

Ella nos dice que hay una sola cosa que importa, que es llegar a ser de Cristo. Esto que muchas veces decimos “ser una pura pertenencia de Cristo”; eso la Santa lo tenía clarísimo: ser religiosas, ser de Cristo, ser de Él, pertenecerle… Ese es el primer concepto importante: ¿qué entiende Santa Teresa por Vida Religiosa? Ser de Él, ser de Cristo, no de cualquiera, ¡de Cristo!, porque la Vida Religiosa Teresiana es puramente cristocéntrica, es… ¡¡Jesucristo!!  Estoy convencida de que la Santa Madre no leyó nunca a San Ignacio de Antioquia. Y si lo leyó, no llegó a leer eso de “nuestra vida inseparable”, pero habría adoptado inmediatamente la expresión, porque era su vida inseparable: Jesucristo y la Santa son uno. Y cuando llega a la unión transformante, es que de verdad es Jesucristo en ella. Y el fin de la Vida Consagrada para Santa Teresa es esto: llegar a ser suplantada por Cristo, llegar a ser como el sacerdote: “otro Cristo”. Para Santa Teresa de Jesús el fín de la vida es la configuración con Cristo, como os digo; y la Santa no es solo la mujer que nos habla y nos enseña a hacer oración –que lo hace muy bien- sino que es también la que nos enseña, la que nos alecciona, sobre cómo ser monjas y cómo pertenecer a Cristo, sobre qué hay que hacer para ser monjas y qué hay que hacer para ser de Cristo.

También muchas veces sucede, porque se entrelazan las cosas, que ella cuando habla de oración –muchas veces no habla explícitamente de oración en sus escritos– está hablando de Vida Religiosa porque ella no entiende -no entra en su cabeza ni en sus planes- a un seguidor de Cristo que no sea orante y tampoco entiende a un orante que no siga a Jesucristo; no lo separa las dos cosas. Pero sobre todo lo primero: ella no entiende a un consagrado que no ore, que no sea profundamente orante, que no sea de verdad alma de oración. Es como si fuera una mentira o una incoherencia, ser consagrado, ser de Cristo pero no orar. Es una cosa extraña que ella no concibe. Es una condición imprescindible para Santa Teresa en un consagrado: orar. Es como si dijera: si no oras, no me digas que eres consagrado, eres una cosa rara; porque ¿cómo vas a pertenecer a alguien si no le hablas, si no tienes relación con Él, si no tratas con Él. ¡Es imposible! Si es alguien a quien tú perteneces, a quien tú te entregas y con quien tú te configuras tiene que haber un vínculo estrechísimo y una comunicación profundísima que es la oración. Si no hay oración, algo no va, algo no está bien.

5 comentarios en “Vida religiosa y entrar en Religión

  1. La Vocación Religiosa es un don y una gracia,Madre.Un tesoro que cuidar y una planta que hacer crecer.Ay ,de quien malogró una sola vocación, no quisiera estar yo en su pellejo! Siempre me alegra que crezcan los Vocaciones Religiosas y si son Samaritanas, más.

  2. Excelente explicación y fácil de entender. He empezado hace poco a orar, ustedes me han ayudado, y me queda mucho por aprender. Espero poder seguir recibiendo cosas de ustedes.
    Gracias porque atraves de sus videos de youtube, no se el porque, me han ayudado a ver que a mi vida le faltaba algo, que no tenía paz. Ya se lo que me falta y estoy en el camino que me hará llegar a Cristo algún días.
    Gracias

  3. Tengo dudas, Madre Olga, soy bastante ignorante en todo esto de la vida consagrada que llevan las monjas pero me encanta conocer más de ellas. Yo me eduque con las hermanas “Hijas de San José” Josefinas nos llamaban a las que estudiábamos allí y pasábamos muchas convivencias con un colegio de teresianas que había cerca. Mi interés por Santa Teresa de Jesús surge de niña cuando mi hermana entró a estudiar con ellas y se acrecienta de más mayor cuando viajó varias veces a Ávila para visitar sus iglesias y su arte, me quedó prendada de la Santa……Mientras leo sus artículos, exquisitos para mí, me vienen muchos recuerdos y dudas, si pudiera contestarme a una se lo agradecería. ¿ Qué es eso de “ejercicio de virtudes” y en qué consiste?

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