Begoña

(In memoriam,  + Oviedo 4 de octubre de 2020)

Me pide Jesús que escriba algo que defina a Begoña… la verdad es que no es algo difícil, porque Begoña era tan grande y tan sencilla al mismo tiempo, tan transparente… que era fácil conocerla y comprender enseguida que en su presencia el Evangelio y la alegría de la vida cristiana se habían carne, vida, realidad.

No digo esto porque se ha ido al Padre y es el momento de hacer frases bonitas y grandes panegíricos, sino porque es la hora de la verdad y es lo que mis hermanas y yo hemos palpado en ella. Begoña ha sido uno de los muchos regalos que Dios nos hizo cuando llegamos a Asturias; para nosotras fue siempre testimonio de la bondad de Dios y en este día precioso de las Témporas de Acción de Gracias y Bendición, es justamente lo que tenemos que hacer: despedirla hasta el Cielo y dar gracias por su vida, tan fecunda en amor y buenas obras.

Amó a Cristo y amó a su Iglesia y lo hizo con coherencia hasta el final. Con San Pablo, a coro con él, estará sin duda cantando en el Cielo: “He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.”

Dos palabras vienen constantemente a mi mente al pensar en Begoña: bondad y alegría. Begoña era así: ilimitadamente buena y cariñosa con todos, servicial, siempre disponible y -al mismo tiempo- discreta. Siempre dispuesta para servir y ayudar donde hiciera falta y despierta para darse cuenta rápidamente cuando había que retirarse y dejar vía libre para otros. La Providencia no la hizo madre biológica, pero fue para todos madre, amiga y hermana: Dios le concedió la gracia de un corazón tierno y compasivo, muy maternal para con todos, sin excepción.

El pasado viernes, Primer Viernes de mes, la tuvimos especialmente presente, por su gran amor al Corazón de Jesús. Nos decía muchas veces que haber descubierto la ternura de Dios guardada en un corazón que era a la vez Corazón de Hombre y Corazón de Dios, le había cambiado la vida. La recuerdo en Valdedios besando los pies del Corazón de Jesús y pidiéndole la gracia de un tener un corazón como el de El: manso y humilde. Deseaba ser de verdad Jesús y anunciar el Evangelio, la Buena Noticia de que somos amados, y me consta que luchaba cada día por ello.

Anunciar el Evangelio. Todo su existir ha estado entregado a esta tarea y hoy ella nos comunica ya su triunfo y nos comparte la alegría de haber encontrado a Cristo Resucitado y estar contemplando su belleza sin límites. ¡¡Qué gozada de Cielo está disfrutando ya!! Begoña, como Pablo, fue responsable de la Buena Noticia que le fue confiada, pues la hacía auténtica, manteniéndose siempre firme y fiel ante la adversidad. Cuando el Señor la ha visitado en su vida con el regalo de la Cruz -y no hablo sólo de su última enfermedad- ella la ha acogido con generosidad y serenidad, y ha caminado por la vida abrazada a su cruz en silencio, siempre sonriente y sin que se notara.

 “Combatir el combate y recorrer la carrera hacia la meta. He peleado la noble pelea, he terminado la carrera, he mantenido la fe”. El mensaje de Pablo es que es por Dios por quien vale la pena seguir caminando, vivir haciendo el bien a los demás, predicado el Evangelio del Amor, fieles a aquel encuentro que en su día tuvimos con Jesús. Fieles y firmes en la FE. Y… esta ha sido la vida de Begoña hasta el final.

Copio a continuación unas líneas que una de nuestras hermanas -haciéndose eco del sentir de todas- le escribió con todo cariño, desde la oración, en un rato de adoración ante el Santísimo Sacramento expuesto. Le enviamos este mensaje no por whatsapp, sino a través del Corazón Eucarístico de Jesús:

“Querida Begoña: Has combatido bien el combate… este pasaje de San Pablo que he leído un montón de veces, tú me lo has iluminado por completo.

GRACIAS, Begoña, porque has sabido gastar tu tiempo, el tiempo que Dios te ha dado en esta vida, para hacer el bien en la tierra, para servirle a El en todas tus circunstancias… GRACIAS porque te has desgastado hasta el fín para El, para su GLORIA…

ENHORABUENA, Begoña, porque a pesar de todo y por encima de todo, has ganado la corona de gloria que no se marchita, y -como diría San Pablo- has alcanzado la meta.

Una cosilla… -tú sabes cómo hacerlo, por eso te lo pido- cuando llegues al Cielo, cuando veas todo como Dios lo ve, ayúdanos a las Carmelitas Samaritanas, ayuda a cada una de las hermanas que ahora formamos y formarán el Carmelo Samaritano. AYUDANOS a combatir nuestro combate, enséñanos cómo hemos de combatirlo bien, como tú lo has hecho, para que nosotras también podamos alcanzar esa META que tanto deseamos y por la que aquí en la tierra no debemos dejar de luchar…

¡GRACIAS por querer tanto al Corazón de Jesús, gracias porque todas creemos que eres un GRAN CONSUELO para El y sabemos que El puede descansar en ti!

Damos gracias a Dios por haberte llamado a ser un corazón samaritano. Gracias por todo de corazón. Te queremos. Cuídanos desde el Cielo”

7 comentarios en “Begoña

  1. Conocí a Begoña en Valdedios,como mucha gente que íbamos de peregrinación a estar con El corazón de Jesús y las Carmelitas Samaritana. Sin tratarla mucho,siempre me llamó la atención “su sonrisa y cercanía. No hacia falta hablar,nos cruzabamos una sonrisa que llegaba al fondo del alma.Descansa en paz,Begoña y guianos desde el cielo.❤❤❤❤

  2. ¡Alabado sea Jesucristo! Que hermoso testimonio, decir si al Señor, incondicional. Un abrazo, Madre Olga María, desde San Felipe, Chile.

  3. Begoña…..no te conocia…..pero vi tu hermosa sonrisa franca!!! Hoy descansas junto a Jesús…..el texto de Madre Olga María Del Redentor me hizo conocerte…..Y con gran cariño, orare por ti….pero ya Jesús te tiene tan cerca junto a Él, ……te necesitaba al lado como un Ángel más muy juntito a Jesús.

  4. Ecuador Begonia es y ha sido un regalo para Dios y sus hermanas carmelitas samaritanas su sonrisa demostraba su amor hacia Dios. Jessie

  5. Alabado sea el Señor acogiendo a Begoña en la Casa del Padre!
    No te conocí pero por las palabras de la Madre Olga te reconozco.
    Cuidanos desde el Cielo y sé nuestra guía preciosa.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *