Hay algo que nos cuesta a todos mucho y es el hecho de ser buenos. Además, tristemente, hoy día que alguien diga de otro que es bueno… se considera casi un insulto, porque hemos llegado a un punto en el que decir de alguien que es muy bueno significa poco más o menos que decir que es tonto. Esto no es cierto en absoluto, pero estamos en esa situación: nuestro mundo de hoy, tan tecnificado y deshumanizado, considera la bondad como pariente próximo de la ignorancia y la estupidez. Y… ¡así nos va!
Que una persona sea buena, bondadosa, paciente, sufrida, callada, y dispuesta a sobrellevar en la convivencia las molestias que le causen los que le rodean en silencio y con buena cara, no significa que sea tonta y no se entere de nada, que no sea consciente de las hostilidades, traiciones y segundas intenciones de algunas personas de su entorno. Esa persona que decide dejar en el suelo las piedras que le arrojan, sino ignorarlas y no devolver la pedrada de ninguna manera, sino seguir adelante sonriente y sin darse por agraviada… esa persona no es tonta, ni ingenua, ni una ilusa que no ve venir las pedradas. Las ve venir e intenta esquivarlas, y si alguna le da de lleno, intenta no revolverse y no actuar devolviendo mal y violencia, sino paciencia y benevolencia.
Hay personas -gracias a Dios todavía existen- que han decidido ser siempre buenas con todos (nótese que he escrito siempre y con todos) y -a mi juicio- el ser humano que deliberadamente actúa así es porque ha hecho una opción seria por la bondad y para mí ese es muy grande… ¡ese es mi héroe!
He dicho bien: una opción seria, porque la bondad de corazón -que esa es la verdadera bondad- no es una especie de rifa en una tómbola y te toca o no te toca… ¡no! Nada que ver con eso. La bondad es otra cosa bien diferente: es una decisión libre que toma la persona y que consiste en trabajar dentro de su corazón dura y tenazmente, sin concesiones ni desfallecimientos, para conseguir vencer todo aquello que es contrario a la bondad: soberbia, prepotencia, orgullo… Como os decía, aún quedan en el mundo personas de este tipo y lo afirmo porque yo tengo la suerte inmensa de conocer algunas.
No seamos tan tontos de equivocarnos y confundir la bondad con la estupidez; no sea que los estúpidos seamos nosotros al no saber distinguir las cosas y creer que una persona que opta por la bondad es tonta y no se entera de nada. No vayamos a pasarnos de listos; no infravaloremos la elección más grande que un ser humano puede realizar: el bien siempre y de todas formas frente a cualquier manifestación del mal. No despreciemos a nadie por ser bueno. No lo llamemos ingenuo o tonto por ser bondadoso: pues ese es el único medio verdaderamente eficaz de cambiar el mundo y dignificarlo.
Un comentario en “SER BUENOS SIEMPRE CON TODOS”