Impulsados por la esperanza

En este tiempo de Adviento es imposible no hablar de la esperanza. La alegría de creer es más fuerte que todo y en Navidad se fortalece eso que llamamos esperanza, pero que muchas veces entendemos tan mal. Tener esperanza no es ser un inconsciente que se mece en ilusiones y no se entera de la crudeza de la realidad que le rodea. Tampoco hablo de un optimismo de baratija, que está vacío y no tiene consistencia… hablo de la esperanza, que es hermana casi gemela de la confianza.9201619_horse2

Optimista es el que sonríe vacío, bobaliconamente, y dice que todo va genial. Y se equivoca, porque no es así, porque en la vida ordinaria de cada uno hay cosas que mejorar, cosas que no van bien y ante las que no debemos permanecer pasivos. Persona esperanzada es aquella que sabe que el hilo conductor de la propia historia, que frecuentemente se presenta doliente, complicada, enigmática, a veces incluso absurda e insensata, está segura en manos de Alguien. Yo soy creyente, y como tal, no soy optimista, sino que tengo esperanza. Esa esperanza que mantiene una llama encendida que alumbra lo mínimo aún en los momentos muy muy oscuros, y nos recuerda que la luz y el sol existen a pesar de las tinieblas que puedan cercarnos.

Cuando saco el tema de la esperanza en cualquier conversación, en seguida hablan del porvenir, del futuro… y del ambiente actual. Lo grande de la verdadera esperanza es que te abre al futuro a un futuro feliz, por encima de las dificultades del momento presente.

No se trata tampoco de esperar pasivamente, sino de tener esperanza; una esperanza viva que nos impulsa a buscar la luz dentro del túnel por el que estamos pasando y nos abre al futuro. La espera es pasiva y mortecina y la esperanza está viva.379a5ee6a4bf8729b9cf76837c02a50e--pictures-of-flowers-pink-roses

“La espera te deja en contacto con el ambiente -dice Ermes Ronchi- y te dice que puedes esperar de él; la esperanza te hace dar un paso más allá, te dice lo que puedes hacer más allá de este ambiente.” La esperanza te enseña a respirar cuando parece que los humos y la contaminación te van a asfixiar. Te abre al futuro y te obliga a mirar al frente, sin perder tiempo en lamentos y en mirar hacia atrás. Es una maestra que te enseña a asumir la realidad sin tragedias, serenamente, y a saltar hacia adelante; te introduce en el futuro y te lanza a seguir viviendo -nunca vegetando- por encima de las dificultades presentes y sirviéndote de ellas para impulsarte.

A pocos días de la celebración de la Navidad mi corazón necesita entonar un cántico de esperanza. Una canción que manifieste mi fe y mi esperanza: creo en Dios, creo en Jesucristo, creo en la bondad que se manifiesta en las cosas pequeñas, la belleza de lo minúsculo, la fuerza del amor, la reciedumbre de la ternura, los milagros continuos del amor fiel y tengo ESPERANZA. Yo no soy optimista, ni tampoco ilusa: tengo esperanza. Esperanza inquebrantable, confianza innegociable, en que el mundo cambió en la primera Navidad, cuando nació Aquel de quien vivo enamorada.

Y tú, querido lector: ¿tienes esperanza o simplemente eres un optimista insensato que mañana puede ser un pesimista que agoniza? ¿Cuál es tu planteamiento? ¿Cuál es tu fe? ¿en quién confías? ¿Dónde has depositado tu esperanza? Es bueno hacerse estas preguntas de vez en cuando y responderlas con transparencia y sinceridad, al menos cuando se acerca la Navidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un comentario en “Impulsados por la esperanza

  1. Yo puedo ser optimista en un momento puntual de mi vida, no se ,cuando algo sale muy bien y todo lo veo color de rosa, pero cuando uno se va enfriando llega la esperanza, esta no se agota y va unida a la paciencia ,algo que me cuesta mucho y poco a poco voy controlando. En quién confío,? En El que nunca defrauda y no se cansa de esperarnos cuando nos salimos del camino.Mi Niño Jesús, mi Dios , mi Rey.Un abrazo.

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