La comunión con sus padecimientos

Conocer a Jesucristo -conocer el Amor Infinito- la fuerza de su resurrección, la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.”

Esta frase: “conocer la fuerza de su resurrección, la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte para llegar un día a la resurrección de entre los muertos…” La primera vez que caí en la cuenta de esta frase… La había oído muchas veces, pero no había caído en la cuenta… ¡Dios mío! ¡Tengo que conocer a Jesucristo y la fuerza de su resurrección, la comunión con sus padecimientos, morir su misma muerte y resucitar de entre los muertos como Él!caserio

Fue un día importante para mí: ¡era el día de mi Profesión Solemne!, en que técnicamente yo le entregaba la vida a Jesucristo para siempre. Y era 3 de octubre, San Francisco de Borja, y la lectura propia de San Francisco de Borja es justamente esta, y la escuché en misa. Obviamente, no era la primera vez que la había escuchado, pero fue la primera vez que yo caí en la cuenta de estas palabras. Y toda yo me estremecí… porque decía: “Si hoy le entrego mi vida a Jesucristo para siempre y tengo que conocerle de esta manera…” Sobre todo me impactaba “la comunión con sus padecimientos y morir su misma muerte”. Y yo, no es que no quisiera, pero no entendía cómo.

¿En qué consiste? Evidentemente, a finales del siglo XX, no me iban crucificar como le crucificaron a Él, para morir su misma muerte; ni iba padecer lo que Él padeció. Yo quería, pero no entendía. Y pasaron años hasta que llegué a comprender el sentido de estas palabras: “la comunión con sus padecimientos”.

¡Qué miopes somos -¡pero miopes totales!- de espíritu y de alma cuando contemplamos la Pasión de Cristo!

La Pasión de Cristo hay que contemplarla, por supuesto, tal cual fue, de manera cruenta en el siglo I en Jerusalén. Pero hay que contemplarla hoy tal cual es en mi lugar de residencia.

Y la Pasión de Cristo hoy no es cruenta: su Cuerpo está glorioso en el cielo, resucitado, glorificado, bellísimo ¡Ya no puede sufrir en su Cuerpo! ¡No es esa la Pasión que hay que contemplar! ¡Hay que contemplar su Pasión íntima, la de su Alma, la de su Corazón!, que, aunque está glorificado, sigue padeciendo hoy de una manera misteriosa. Y a lo que estoy llamada es a “la comunión con esos padecimientos y morir su misma muerte” hoy, como Él muere cada vez que le negamos, cada vez que rechazamos su gracia, cada vez que un hermano nuestro rechaza su gracia y se hunde en el abismo de muerte que es el pecado.

¡Yo tengo que morir esa misma muerte! ¡Tengo que tener el corazón roto, rasgado, destrozado, como Él tiene el Suyo! Entregarme a la Voluntad del Padre y dar la vida. Morirme por dentro de dolor y de pena, como Él, cada vez que uno de mis hermanos rechaza la vida, rechaza la gracia. Eso es “morir su misma muerte y esta es la comunión con sus padecimientos”.wp-1484755503116.jpg

No voy a ser coronada de espinas ni azotada, ni clavada en un madero. La Pasión que hoy tengo que vivir como cristiana es la Pasión del Corazón de Cristo, que es presente, que no se acaba. Y yo estoy llamada a la comunión con esos padecimientos. Y el padecimiento principal de Cristo es el amor que nos tiene. “La comunión con sus padecimientos” es la comunión con su amor y con el dolor de su amor rechazado, rehusado.

¡Esa es la Pasión de Cristo hoy, ahora, en este momento, en esta noche tremenda, donde tantos le traicionan y adoran al Príncipe de este mundo, Satanás! ¡¡Eso le duele profundamente!! ¡Es un morir de amor continuo, un morir que no se acaba! ¡¡Esos son sus padecimientos!! ¡¡¡Esa es la Pasión de Cristo hoy!!! ¡Eso es lo que nos tiene que doler: el amor! ¡Tenemos que amar como Jesús hasta que nos duela! Esa es la comunión con sus padecimientos: ¡amar como Él ama y llorar por lo que Él llora, desear lo que Él desea! ¡¡Esa es “la comunión con sus padecimientos”!

¡Esa es la cruz hoy! Abrazarnos a la cruz hoy es eso: sintonizar al cien por cien con los sentimientos del Corazón de Cristo y “morir su misma muerte”.  Sentir el dolor del pecado… ¡sentirnos golpeados por el pecado como se siente golpeado Dios! ¡Esa es la manera de entrar hoy, yo, en este momento en “comunión con sus padecimientos”, entrar en comunión con sus sentimientos, con su vida íntima, con lo que hay dentro de su Corazón! El padecimiento más grande de Dios, el padecimiento más grande de Cristo es el amor que nos tiene. El amor que nos tiene que hace que nuestro desamor le duela, que nuestro desprecio le duela…

¡Que me duela a mí, Señor, lo que te duele a Ti ahora! ¡Déjame experimentar, saborear tu dolor, tu pena! ¡No busco otra cosa, no quiero otro padecimiento si no es el Tuyo, porque el Tuyo, por ser Tuyo tiene sentido y un valor infinito! ¡Todos los demás padecimientos, sin Ti… son absurdos, son tontos, son vanos y estériles!

¡Comprenderte…! ¡Compadecerte… en el sentido de padecer Contigo! ¡Adentrarme en Ti…! ¡Penetrar Tu dolor… y llegar un día Contigo a la resurrección de entre los muertos!

 

3 comentarios en “La comunión con sus padecimientos

  1. Cada vez que uno de mis hermanos rechaza la vida, rechaza la gracia. Este pensamiento , no explicado tan claramente, me pasa por la cabeza , cuando hablo con gente de Jesús, de las Carmelitas Samaritanas , o de la Iglesia, y me quedo chaflada por sus respuestas ,pues si que me da pena que no entiendan nada, les suena todo igual, al final me callo pues empiezo a sentirme incómoda.Lo bueno de todo es que pasados unos días se me olvida y vuelvo a la carga.Dios permitirá que algo les quede.Un abrazo.

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