¡Si conocieras el Don de Dios!

 

¿Cuántas veces hemos escuchado ya y repetido estas palabras de Jesús dirigidas a la mujer Samaritana pero en realidad, dirigidas a cada uno de nosotros?

“¡Si conocieras el don de Dios y quien es El que te pide de beber, le pedirías tú a Él y Él te daría un agua que salta hasta la vida eterna y calmaría tu sed!”

img_20160126_165738.jpgLo hemos repetido en verdad un montón de veces pero siempre es nuevo, siempre tiene un sentido nuevo, siempre es actual porque siempre tenemos que estar descubriendo y redescubriendo el don de Dios. Nunca llegamos a conocerlo plenamente, nunca llegamos a aprehenderlo, a tomarlo, a poseerlo, a alcanzarlo plenamente.

¡El don de Dios es Jesús! ¡El don de Dios es el Corazón de Jesús que es el manantial de donde brota el agua viva. El don de Dios es el agua que brota de ese manantial y por eso estamos aprendiendo con Santa Teresa a ahondar en este hontanar de gracia, en ese manantial, estamos aprendiendo las diferentes manera de conseguir esa agua para fertilizar nuestro huerto, para regar nuestro huerto.

“¡Si conocieras el don de Dios!” Cuando parece que vamos viendo y conociendo un poco, Jesús se las ingenia para sorprendernos otra vez porque el don de Dios es inagotable. El don de Dios se puede conocer en parte, se puede intuir, se puede barruntar, se puede sospechar pero en esta vida nunca lo vamos a poseer en plenitud y por eso, el Señor se reserva el gozo y la alegría de seguir sorprendernos una y otra vez.

Jesús goza, disfruta como alguien que comete una travesura, sorprendiéndonos una y otra vez, enseñándonos un poquito del don, haciéndonos correr hacia Él, escondiéndose un poco, volviéndose a  asomar… Digamos que se complace en jugar -en el buen sentido de la palabra “jugar”- que disfruta como un niño que hace un regalo y a la vez le hacen un regalo. Para Jesús es un regalo darnos el don y para Jesús es un regalo que nosotros busquemos el don.

Es un momento gozoso, feliz y tenemos que vivirlo intensamente. Por eso, tenemos que seguir ahondando en el pozo, seguir aprendiendo con Santa Teresa como obtener el agua viva, como regar el huerto de nuestra alma.

El don de Dios es para mí, entre otras cosas, estar aquí en la presencia del Señor, compartiendo este momento, esa reflexión. img-20150825-wa0010.jpgEl don de Dios es cada día que nos reunimos en torno a Jesús en la Eucaristía, en la oración, en la adoración del Santísimo Sacramento que nos hace familia, que nos hace un corazón solo en Su Corazón… ¡Todo eso es el don de Dios! ¡Todo eso y mucho más! Eso son pequeños aspectos, pequeños flashes del don de Dios. Vamos saboreando el don de Dios gotita a gotita. ¡Es tan grande, tan inmenso que no podríamos soportar la contemplación y el goce pleno del don de Dios! No podríamos resistirlo, ¡sería un gozo demasiado grande! Yo creo que eso está reservado en plenitud solo para el cielo.

El don de Dios es que, si tú le pides a Él, Él da siempre mucho más de lo que tú pides. Te da cosas que ni siquiera se te ocurre a ti que se puedan pedir pero Él se te las da. Dios es espléndido, Dios es generoso, es un manirroto, un derrochador, en eso no tiene remedio. Y lo más grande es que nunca se le agota el tesoro que tiene para dar y es un tesoro que siempre es nuevo. Por eso siempre nos sorprende.

El don de Dios que tenemos de pedir es no perder nunca nuestra capacidad de asombrarnos, de gozar, de disfrutar, de celebrar el don. El don de Dios es tener un corazón de niño y una fe también de niño, una fe inquebrantable para poder acoger todo lo que nos tiene que dar.

Yo no sé a vosotros pero a mí, Dios siempre me sorprende, me descuadra, me descoloca. Le pido algo con muchísima insistencia, con mucho ahínco y me da mucho más y mucho más precioso de lo que yo soy capaz de pedir ni de imaginar.

¡El don de Dios es Su Corazón y el amor que ese Corazón derrama! Un amor que fluye incesantemente y nos inunda y nos empapa, un amor que nos une como nada ni nadie puede unir. ¡Ése es el don de Dios!wp-1453399040535.jpg

El don de Dios es un amor que nos hace omnipotentes porque nos hace participar de la Omnipotencia de Dios. Cuanto más nos empape ese amor, cuanto más reguemos el huerto de nuestras almas con ese Amor de Dios omnipotente, más invencibles seremos. Seremos más como Jesús, más semejantes a Él que, por donde pasaba, todo lo transformaba en vida y en vida abundante y en vida que salta a una vida más plena todavía, a una vida eterna. Y ¡esto es tan sencillo! Apropiarse del don de Dios es simplemente estar con Él, sin pensar nada, sin hacer nada, sin decir nada, simplemente adorándolo, mirándolo de hito en hito, permaneciendo a Sus Pies y dejándose empapar y atrapar por el don, dejándonos invadir y poseer por el don. ¡¡Es tan sencillo!!

El don  más grande, el tesoro más grande, es reunirnos en torno a la Eucaristía, en torno al Cuerpo de Cristo – si es posible, expuesto con solemnidad – y ahí adorarlo, y ahí admirarlo, y ahí amarlo y ahí permitir que fluya y nos inunde y nos anegue el amor que está encerrado en Su Corazón, como dice la otra Teresa, Teresita, en su Ofenda al Amor Misericordioso, “permitir que las oleadas de ternura infinita que están encerradas en Su Corazón desborden y nos inunden.” ¡Esa es el Agua Viva que nos dice Santa Teresa, nuestra Madre, que tenemos que sacar del pozo! ¡Ese es el Don de Dios! ¡Si lo conociéramos de verdad…!

El don más grande es contemplar a Jesús en la Eucaristía, adorarle ahí, expuesto a nuestra mirada. Desea que le miremos y que mirándole le amemos. “¡No os pido más de que le miréis!” (Camino de Perfección 26, 3) El don de Dios se conoce también mirándolo y dejándose mirar por Él. Contemplar Jesús presente en la Eucaristía, Jesús en una actitud permanente de entrega, de don, de dar. Lo único que Él quiere es que vengamos a Él, es lo único que tenemos que hacer, ser fieles a estas citas de amor, a esta presencia, a esta entrega.

“¡Si conocieras el Don de Dios…!” ¡Ven a conocerlo! “¡Si conocieras el don de Dios y quien es el que te pide de beber!”

 Cuando estés ante la Eucaristía piensa que es Aquel a quien estás mirando.

Un comentario en “¡Si conocieras el Don de Dios!

  1. Me parece precioso Madre Olga. Me hacen mucha falta sus reflexiones. No deje de escribir. Publique todo lo q Dios le esta regalando. A mi alma le hace mucha falta.
    Gracias madre

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *